Alicia González (Publicado en http://blogs.elpais.com/economismo, aquí)
El Gobierno ha calificado los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2014 como las cuentas “de la recuperación”, un eslogan que no parece convencer a los expertos del blog Economismo. Más bien al contrario, los economistas que han participado en el debate coinciden en que son unos presupuestos de crisis, donde la austeridad sigue imperando en la mayoría de las partidas y las previsiones presentadas hacen muy probable un incumplimiento del objetivo de déficit, tanto en 2013 como en 2014.
De hecho, “de austeridad” es el apellido que Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, aplica a los Presupuestos, “que reflejan, por encima de todo, que no se pueden aún repartir alegrías” y donde algunas subidas, como la de la I+D+i, son más un “freno al recorte” de los últimos años que un cambio de política. Pese a todo, Carbó cree que el cuadro macroeconómico “ya no pinta tan mal” como en los últimos años y es una “fuente de esperanza para la recuperación, que aún debe consolidarse”.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, apunta que “en pura teoría el Gobierno tendría margen de maniobra para ajustar los desfases en los gastos y el aparente optimismo en los datos de ingresos” dado que su previsión de crecimiento del 0,7% aparentemente se queda corta. Martínez, sin embargo, pone en duda la continuidad del ajuste del déficit estructural de estos años, ya que las transferencias dentro de las administraciones públicas y otros gastos estructurales “crecen al ritmo de dos dígitos”.
Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, es radicalmente crítica con los PGE-2014: “No introducen ninguna medida de estímulo”, “perjudican la creación de empleo” y el aumento en partidas como la de I+D+i “resulta insuficiente para ayudar al cambio de modelo productivo”. Melle, además, cree probable que el objetivo de déficit “sufra alguna desviación al alza” sobre la base de una estimación de ingresos optimista, dada la atonía del consumo interno, y el riesgo de que el crédito a las pymes tarde en fluir “y se retrase aún más la tenue recuperación”, apunta.
José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, también insiste en la línea de continuidad de los presupuestos y critica que las cuentas “se apoyan en la hipotética recuperación para componer y justificar sus cifras. Unas cifras que pecan de optimismo”, asegura. Por el lado del gasto, García Solanes apunta que la previsión de aportaciones a la Seguridad Social podría quedarse corta si no hay un descenso marcado de la cifra de desempleados. Por el lado de los ingresos, cree que la recaudación por IVA e IRPF podría ser menor de lo previsto si la actividad no remonta. “Si 2014 será o no el año de fin de la crisis no depende de estos presupuestos sino de factores como las reformas pendientes, el apoyo de los organismos europeos y la marcha económica de nuestros socios comerciales”. Y ese es el riesgo mayor que, según él, tienen las previsiones del Gobierno.
Es Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fedea, la que defiende literalmente que son presupuestos de crisis: “las previsiones de ingresos no pueden ser optimistas por el grave deterioro laboral”; “el recorte en el gasto es muy parecido al del año pasado” y la situación de deuda acumulada “es muy preocupante”. Dicho lo cual, De la Rica echa en falta “una clara hoja de ruta que revele cuáles son las prioridades de gasto e inversión” y critica que no se acometa una profunda reforma institucional que racionalice el gasto ni acciones decididas contra el fraude fiscal.
David Taguas, director del Instituto de Macroeconomía y Finanzas de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, hace un extenso análisis de los PGE-2014, que arranca con una cierta autocrítica —“la memoria de los economistas es transitoria”— por la disparidad entre el proyecto que inicialmente presentó el Gobierno para este año y su “escaso” parecido con la realidad, lo que convierte a las cuentas en “una sopa de números que no se puede entender porque es absolutamente ininteligible”. Metidos ya en harina, Taguas sostiene que “la variación de empleo no es compatible con la de la actividad” y que difícilmente se alcanzarán los objetivos de déficit ya que “el gasto crece el 2,7% mientras que el PIB nominal lo hará el 2%” y el ahorro público del -4,4% del PIB, significa que “todos los ingresos suponen 4,4 puntos de PIB menos que el gasto corriente”. Un grave problema”. Es más, sitúa el déficit de este año en el 8,3% del PIB y, si se excluyen las ayudas a la banca, del 7,3%, muy lejos del objetivo del 6,5%. Su conclusión, por tanto, es que los PGE-2014 “no van a ser el primer eslabón de una cadena que suponga un auténtico plan plurianual de consolidación fiscal”.
Joaquín Maudos, catedrático de Fundamentos Económicos de la Universidad de Valencia, pone en cambio el acento en el mayor esfuerzo que el Gobierno exige a las comunidades autónomas en el proceso de consolidación fiscal, ya que deben recortar en 0,3 puntos su déficit, “misión imposible para algunas”. Maudos también cuestiona las “excesivas bonificaciones fiscales, del 3,7% del PIB, que impiden recaudar más”, lo que exige, en su opinión, una reforma fiscal integral. Y advierte que “hasta ahora nunca hemos conseguido cumplir con el objetivo [de déficit] fijado y es ahí donde se pierde la confianza de los mercados. Es necesario cumplir de una vez para siempre con lo anunciado”.
También Rafael Myro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, pone el acento en el problema “endémico” de la falta de ingresos públicos, que impide financiar un gasto público que, con relación al PIB, es inferior al de la eurozona. Por eso, insiste en la necesidad de “una reforma fiscal y un aumento de los medios dedicados a perseguir el fraude”. En resumen, los presupuestos son, en su opinión, “continuistas”.
Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, comparte esta preocupación por los ingresos, cuya estimación para 2014 considera “demasiado optimista” y que, junto al aumento del gasto total, supone que “el déficit difícilmente podrá reducirse como sería necesario”. Un problema que “grave” y que pone en duda el cumplimiento del objetivo de déficit del 2,8% para 2016 comprometido por el Gobierno. “Solo un enorme salto en la tasa de crecimiento permitirá lograrlo, lo que es impensable que ocurra”, subraya. Cuadrado avanza las consecuencias de todos esos desfases: “supone que seguirá aumentando la deuda del país y la carga financiera seguirá pesando cada vez más en los presupuestos”.