Javier Cámara (Publicado en El Imparcial, aquí)
Más del 95% de los españoles está preocupado por cómo afectará la crisis a su futura pensión. Son muchos. Casi todos. De hecho, en una encuesta reciente, más de la mitad de los preguntados cree que esta cantidad periódica y vitalicia que la seguridad social paga por razón de jubilación se verá reducida mucho más de lo que pensaba cuando fue preguntada en 2010. Crece la desesperanza.
El motivo principal de esta inquietud no es otro que la percepción de que el sistema actual no es sostenible en la forma en la que está planteado. Mucho más aún en un contexto de dificultades económicas como el actual. Se torna, pues, necesaria una reforma en profundidad para hacer este modelo viable.
Uno de los problemas es que un porcentaje tampoco menor de españoles no ve con buenos ojos que para hacerlo posible se desvincule su revalorización del IPC o que la cuantía de la pensión se adapte a la esperanza de vida. Así, se evidencia un cierto síndrome del perro del hortelano: hay que cambiar “la cosa”, pero no como dice el Gobierno.
El desasosiego es importante. Hay mucho en juego. La propuesta alternativa está sobre la mesa. Desde el Ejecutivo —y fuera de él también— se apuesta por los planes de pensiones y por productos de los llamados ahorro-jubilación. Por eso, ahora, los bancos y aseguradoras se lanzan en una carrera frenética a la caza y captura del “pobrecito” contribuyente que ve cómo le van a dar las uvas y todo ese dinero que ha ido aportando con tanto sudor y con tantas lágrimas a la Seguridad Social va a quedarse en una misérrima pensión.
¡Y por qué no avisaron hace años y en lugar de al Estado se lo hubiera ingresado al banco. Ahora tendría algo más asegurada mi vejez! La queja tiene su lógica. Toda la vida aportando desde la nómina con una promesa de futuro y ahora te dicen que el sistema no es viable y que no llegará el dinero para el momento del merecido descanso.
Y digo yo: ¿Tiene derecho el contribuyente a sentirse timado por el Gobierno y su sistema piramidal de pensiones? ¿Qué parte de culpa tiene el político en su faceta de gestor de los dineros públicos de que el sistema no sea viable? Por otra parte, ¿realmente son rentables estos planes de pensiones para el inversor, de verdad garantizan la jubilación?
No es mala idea esa de tener un plan de pensiones. El único inconveniente es que para ello es absolutamente necesario, por si alguien no se había dado cuenta, disponer de un dinero que no se va a utilizar, es decir, tener capacidad de ahorro. Como una buena parte de los ciudadanos de bien de este país se está gastando hoy el dinero que todavía no tiene, es decir, vive casi de prestado por estar en paro o haber sufrido un drástico recorte salarial, es difícil e injusto plantear el debate de si es conveniente o no acudir a algún plan de pensiones.
Una vez más, la mejor solución para todos nuestros males es crear empleo y ver una economía en crecimiento. No sería malo tampoco adoptar el modelo de algunos países de nuestro entorno que ofrecen la posibilidad de elegir entre la Seguridad Social o un plan de pensiones. Por cierto, y hablando de todo, lo bueno de un plan de éstos es que sea rentable para el inversor, no sólo para el banco o las gestoras.