La creadora y líder de UPyD, Rosa Díez, debe reflexionar sobre el nuevo papel de su partido
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Es un mérito que hay que reconocer y que los electores habían ido premiando hasta el último proceso electoral, el andaluz, en el que sufrió un fuerte retroceso. El frenazo ha coincidido con la irrupción en el panorama político nacional de un partido, Ciudadanos, que hasta entonces se mantenía en Cataluña. Ambas fuerzas políticas, Ciudadanos y UPyD, intentaron una integración que les podía ayudar para dar el salto definitivo como partido bisagra nacional ocupando una posición de centro-centro. Sin embargo, las negociaciones no llegaron a buen puerto y cada uno siguió por su lado.
Tras el fracaso en las elecciones andaluzas, algunos de sus más fieles colaboradores han planteado la necesidad de que el equipo directivo de UPyD asuma responsabilidades y se abra un periodo de reflexión sobre el nuevo papel que deben desempeñar ante las nuevas circunstancias. Y Díez ha salido al paso defendiendo la estrategia que les ha llevado a no obtener ni un solo escaño en el Parlamento de Andalucía (frente a los nueve obtenidos por Ciudadanos) y negando la asunción de responsabilidades.
Rosa Díez no debería encastillarse en su posición, ni arrogarse la propiedad de UPyD ni de sus votantes. Es el momento de abrir un proceso de reflexión y replantearse el papel del partido ante una situación real: la posición de bisagra nacional la está ocupando ya otra fuerza política. Siempre es bueno escuchar a los compañeros con los que se ha andado el camino y que han mostrado lealtad en los momentos difíciles. Es la ocasión de dialogar y replantear la estrategia para despejar con sinceridad la cuestión del papel que UPyD tiene en la vida política.