Manel Pérez (Publicado en Reggio´s-La Vanguardia, aquí)
LA VENTANA INDISCRETA
La CEOE vive la crisis más importante desde su fundación, allá por el año 1977, y para evitar que se agrave no tiene más solución que, según marcan sus estatutos, reunir a sus 21 vicepresidentes y elegir un sustituto para Díaz Ferrán. Él es la causa inmediata de esta crisis, su gestión de la crisis de sus empresas, de la quiebra de Air Comet. Eso y la confusión con la que malgobierna sus dos responsabilidades, la de dirigente gremial y la de empresario particular.
La CEOE es un aglomerado que integra muy distintos intereses y sensibilidades, amén de dispares concepciones sobre el modelo territorial. Confluyen pequeñas y medianas empresas, quejosas con la escasez de crédito bancario, con grandes multinacionales capaces de dialogar directamente con ministros y presidentes de gobierno. También la banca, más poderosa hoy que ayer aunque menos que mañana: vive una luna de miel con el Gobierno de Zapatero, para quien la banca es un objeto de cuidado especial.
Y la banca precisamente fue la primera damnificada de la nefasta rueda de prensa del propietario de Air Comet, acusada por su presidente patronal de negarle el pan y la sal, el crédito, para seguir operando. Acusación inusual en boca del presidente de la CEOE, seguramente compartida por miles de pequeños y medianos empresarios, pero que abre un abismo en las filas patronales. A esto hay que añadir, siempre en el frente interno, que muchos de los afectados por la nefasta conducción de la quiebra de Air Comet serán empresarios como el propio Ferrán, propietarios de agencias de viaje, hoteles y empresas turísticas, que pagarán sin duda la crisis y el nuevo golpe a la imagen del país.
Con ser eso grave, no agota las posibilidades de que el asunto se complique aún más. A medida que se conocen nuevos detalles, más en entredicho queda Díaz Ferrán, acercando la posibilidad de que el asunto desembarque en los tribunales e incluso en el Parlamento en forma de comisión de investigación.
La situación de Díaz Ferrán en la CEOE es ya claramente insostenible y cuanto antes abandone mejor será para él mismo y para la organización.
Violento, así como ventajoso, será para los sindicatos tender la mano a Ferrán mientras estén vivas las protestas de los trabajadores de Air Comet, que pueden perder el empleo y la indemnización. Mientras, se proyecta la amenaza sobre el resto del grupo empresarial.
El Gobierno también ha puesto la proa a Ferrán. Claramente desde el fracaso de la negociación social en el verano pasado, cuestionando su representatividad, y ahora ya juega con ventaja. Uno de sus pesos pesados, José Blanco, reforzado al haber sabido ganarse un importante apoyo y complicidad en amplios sectores empresariales, especialmente en la construcción, pero no sólo en ese ámbito, es el que más decididamente le ha saltado a la yugular.
El propio Ferrán, mientras en público defiende su continuidad, ya ha dado un paso atrás en la negociación del pacto social con los sindicatos. Son sus dos vicepresidentes, el catalán Juan Rosell y el andaluz Santiago Herrero, quienes pilotan esos encuentros.
Tal vez la ausencia de un claro relevo en una organización que ya vivió traumáticamente la retirada de su anterior responsable, José María Cuevas, y las purgas que siguieron a la llegada de Ferrán esté reduciendo la velocidad del proceso. De hecho, algunos piensan que el viejo modelo con un presidente como Cuevas, más funcionarial que empresario, pese a sus problemas, no provocaba conflictos de intereses tan agudos como los que se están viviendo estos días con Díaz Ferrán. En realidad, la crisis actual, la del elegido por Cuevas, es, en gran medida, el último episodio de la agonía del modelo Cuevas, que ocultó los grandes problemas, desde el funcionamiento interno y las cuentas de la organización al ninguneo institucional a grupos empresariales específicos, como catalanes y vascos. Tal vez habría que pensar en una refundación.
Hay quien acaricia la idea de dejar que las cosas aguanten hasta la firma del pacto social. “Si sale bien, no es un problema para nadie. Si sale mal, ante los empresarios enfadados él servirá de cabeza de turco. Será su compensación a sus compañeros a cambio del apoyo público de estos días”, señala un dirigente empresarial que no tiene prisa por que Ferrán deje el cargo.
Pero lo más razonable es el relevo. Podría hacerse de forma provisional o transitoria, si no es posible forjar ahora un claro consenso de futuro sobre el sustituto. Esta modalidad permitiría que Rosell o Herrero asumieran el cargo sin más compromisos, a la espera de que un nuevo proceso electoral aclarara las cosas.