Alabo a SM el Rey el que, en Santiago, haya rezado al Apóstol para pedir por España y por los españoles. Especialmente en aquella parte de su rezo que implora que se solucione la crisis; algo que, si nos paramos a escuchar al señor Rodríguez Zapatero, es cuestión de poco tiempo pero, si nos fijamos en los datos económicos de los expertos sobre el perfil de nuestra nación, no parece que los vaticinios de nuestro Presidente, como suele ocurrir con sus predicciones, tengan visos de cumplirse, al menos, en breve plazo. Pero lo que más me ha gustado de la plegaria de SM ha sido, sin duda, aquel breve párrafo en el que pide por la unidad de los españoles, la solidaridad y el afecto entre todos los ciudadanos que “asegura la solidaridad entre nuestras comunidades autónomas y que hace de España una gran familia unida al tiempo que diversa y plural”.
Sin ser monárquico, debo decir paladinamente que coincido, modestamente, con las palabras de nuestro Rey aunque, si se me permite, le recordaría aquel refrán popular que aprendimos de niño, que reza: “A Dios rogando y con el mazo dando”, algo que, en el caso que nos ocupa y viendo el cariz que toman los acontecimientos, con el gobierno de ZP, no está al alcance de los españoles de a pie ponerle remedio, sino en personas que, como SM, tienen influencia para mover voluntades y templar gaitas; para lo cual, mucho nos tememos que los plazos se estén agotando, la paciencia se esté colmando y el país descomponiéndose, mientras quienes tienen la obligación de reaccionar parece que han decidido mirar hacia otro lado, esperando que
Y digo lo que digo porque, este pelele que ha estado gobernando la autonomía Catalana, el señor Montilla, parece que ha comido sopa de letras si es que nos fijamos en que, de un tiempo a esta parte, toda la timidez de que hizo gala durante gran parte de la legislatura, parece que se ha transformado en verborrea, más bien verborrea diarreica, dando al traste con aquella falsa modestia y desvelando, de una vez por todas, su carácter arribista, que le ha permitido alcanzar el cargo que, tan inmerecidamente, ostenta, Lo malo del caso es que, haciendo honor a esta nueva hornada de políticos que estamos padeciendo, su nivel intelectual no pasa de ser el de un vulgar empleaducho de oficina al que, su oficio de trepador y su versatilidad política, lo han encumbrado a un puesto para el que, evidentemente, no está preparado. ¡Pero ahí le tienen!, en plan gran bonzo, convertido en un jerifalte y consiguiendo que, tanto el señor Zapatero como sus acólitos del PSC, estén empeñados en la labor de darle a Catalunya todas las “señas de identidad” que reclama, aunque sea por encima de la sentencia del TC, con tal de que los votos de los representantes del socialismo catalán den, en el Parlamento de la nación, el apoyo para que sigan perpetuándose en el poder.
Porque lo que está sucediendo en España es algo de juzgado de guardia. No sólo se ha permitido que los nacionalismos hayan pasado de la fase larvaria en la que se hallaban enquistados, a principios de la democracia, a la de crisálida; sino que, los partidos nacionalistas, se permiten sacar pecho y, de tanto en tanto, hasta osan opinar y darnos lecciones al resto de españoles (si es que podemos continuar calificando con el honroso título de españoles a los catalanes que, voluntariamente, se autoexcluyen de tal honor) de cómo debemos sentir nuestro amor por la patria e, incluso, se atreven a darnos consejos, como los que, el émulo enano de Companys, pretende que aceptemos de buen grado; al desfogarse ante el medio oficial de
Los catalanes se han olvidado de que, cuando la guerra civil de “els segadors” (catalanes realistas frente a catalanes independentistas), por la intervención directa de Pau Clarís, se ofrecieron a Francia para, como Andorra, quedar bajo su protectorado, como república independiente (en 1.641). Todo acabó en un fracaso, cuando los franceses entraron en España para socorrer a los catalanes, pero fue peor que si no lo hubieran hecho, debido a que se comportaron despóticamente con sus protegidos, peor incluso que las huestes de Felipe IV, con el que acabaron por volver a reconciliarse. Al final, tuvieron que ceder a Francia: El Rossellón; el Conflent; el Vallespir y parte de la Cerdaña , ¡otra gran victoria! ¿casposa? La oligarquía catalana se rebeló contra Felipe V, a pesar de que lo habían aceptado en un principio. Por fin se unieron a la Alianza de la Haya en contra del Borbón lo que, como consecuencia de los tratados de Utrecht (1.713 y Rastatt ( 1.714), volvió a dejar a la corona de Aragón sola ante el peligro y, como no podía ocurrir de otra manera, volvieron a perder ante Felipe V, en la batalla del 11 de septiembre de 1714; a pesar de que Rafael Casanovas estaba, blandiendo el estandarte de Santa Eulalia, subido a las murallas, arengando a sus tropas que acabaron por rendirse. ¡otra victoria! ¿casposa, señor Montilla?
Los catalanes tienen muchos méritos, pero entre ellos no tienen el de poder alegar haber sido una nación porque, en realidad, siempre han estado dominados por franceses o por los reinos de Castilla y León y, antes, por los romanos y los visigodos. En definitiva, señor Montilla, que si hay algo casposo de verdad es, en pleno SigloXXI, cuando se habla de
Miguel Massanet Bosch