El que fue gran pensador, filósofo y magistrado en la corte de la reina Isabel de Inglaterra en el siglo XVI, Francis Bacon, hombre de gran experiencia en los asuntos de Estado, dejó escrita, en una de sus numerosas obras ( Filum Labyrinthi), la siguiente frase. “En los gobiernos todo cambio es sospechoso, aunque sea en mejor”. No tengo ni que decirles a lo que nos lleva este atinado pensamiento del filósofo ingles y lo actualizado y ajustado que resulta en estos momentos, si es que queremos referirnos a la actualidad española y a las circunstancias en las que el señor Rodríguez Zapatero ha llevado a cabo, precisamente, uno de estos relevos ministeriales que, a poco que meditemos sobre él, es muy posible que se nos presente la duda de si, lo que ha pretendido nuestro Presidente, ha sido imprimirle un nuevo rumbo a su ejecutivo para ayudar a sacar al país de la delicada situación económica, financiera y social en la que se encuentra en estos momentos o si, el cambio, no ha tenido otro objeto que intentar llevar a cabo una gran operación de “maquillaje” para librarse de aquellos ministros de su gabinete que estaban más desgastados, aquellos cuyos errores habían sido más manifiestos y que, en virtud de su incapacidad para el puesto que ocupaban o por la mala fama adquirida ante el electorado, se habían convertido en un lastre político que estaba llevando al PSOE hacia la roca Tarpeya – un promontorio, situado junto a la cima sur de la colina Capitolina , desde la que los romanos arrojaban al vacío a aquellas personas que ellos consideraban que, por sus acciones, delitos u otras circunstancias, eran un obstáculo para la convivencia comunitaria – desde la cual estaban a punto de despeñarse.
Aunque que resulta evidente, dada la naturaleza de los cambios y de las personas que han sustituido a los que se han marchado, que el perfil de nuevo gobierno de ZP; nos inclina por la segunda opción; dados los resultados que las últimas encuestas han dado a conocer según los cuales el PSOE quedaba relegado a 14 o 15 puntos por detrás del PP; no deberíamos descartar que, en el espectacular ascenso experimentado por el señor Alfredo Rubalcaba, al pasar a acumular en su persona, no sólo el ministerio de Interior y la portavocía del Gobierno, sino que además ha asumido la vicepresidencia del Gobierno; lo que lo ha situado en una situación de poder que, sin necesidad de elucubrar demasiado, nos hace pensar en un debilitamiento de la misma figura del señor ZP; que es muy posible que esconda un proyecto, que va más allá de reforzar al Ejecutivo, para dar una mejor imagen ante el electorado; una misión más de acuerdo con la extraña personalidad de Rubalcaba, que podríamos definirla como un híbrido de Fouche y Rasputín, y que consistiría en intentar recuperar el terreno perdido por el partido socialista, poniendo al señor ministro como ejecutor directo de una campaña de acoso y derribo al PP, sin contemplaciones ni complejos, en la que. “el todo está permitido con tal de lograr el fin propuesto”, no tendría ningún límite ético, político, moral, deontológico o caballeresco, con el único propósito de aprovechar el mínimo desliz, la más pequeña brecha o error del Partido Popular, para ahondar en la herida, magnificarla y dotarla de toda la malicia que, la mente retorcida del que fue ministro en tiempo de los Gal, es capaz de imaginar. Ni tan siquiera sería necesario que existiera tal falta o error porque, en el caso de que conviniera, el señor ministro tiene a sus órdenes al CIS y, con él, los medios precisos para “descubrirla” de la propia nada, si ello fuera beneficioso para sus fines. Ejemplos los hemos tenido en los últimos años en los que se han ido urdiendo ataques contra concejales del PP que, en el noventa por ciento de los casos, han quedado reducidos a agua de borrajas.
De hecho, apenas hace unos pocos días de la remodelación del Gobierno y ya hemos podido presenciar como se ha puesto en escena algo parecido a un sainete, en el que, además de los interesados, beneficiados por los nombramientos; se ha montado, alrededor de un hecho que, normalmente, es la consecuencia de un fracaso de la gestión de un gobierno, una especie de fiesta verbenera, muy bien interpretada por el equipo de féminas del Ejecutivo y sus acólitos, en la que, en lugar de demostrar decoro, seriedad y responsabilidad por la difícil tarea que tienen por delante, más bien parecían unas colegialas dando grititos, abrazándose y besándose, en algunos casos con inusitada pasión, como si se tratar de una ceremonia de graduación. Al respeto, queremos hacer notar algo que nos da la medida de la falta de seriedad del señor ZP cuando se ha tratado de cambiar de ministerio a algunos de los nuevos ministros, como si todos ellos estuvieran capacitados, tanto para un fregado como para un barrido. Por ejemplo, es curioso como la señora Trinidad Jiménez sea tan polivalente que, de Instituciones Penitenciarias, fuera a parar al ministerio de Sanidad y, de él, al de Asuntos Exteriores o que, la pizpireta Leire Pajín, una señora que carece por completo de preparación en asuntos sanitarios y farmacéuticos, haya acaparado, no sólo el ministerio de Sanidad, sino que, por si fuera poco, se le ha asignado el de Igualdad que, en lugar de desaparecer por completo (como lo pedía el Parlamento), sólo se lo ha “camuflado”; con la agravante de que ha quedado bajo la dirección de la, perfectamente prescindible por su evidente incapacidad, falta de cultura y temeridad, la señora Bibiana Aído (que debería explicar su intervención en el hecho deleznable de que, el “tránsfuga” de Benidorm, señor Navarro, esté incluido en las listas del PSOE como aspirante a la alcaldía de dicha ciudad)
Vamos a recapitular. ¿Qué era lo que precisaba España para enfrentarse a la crisis económica, financiera y social a la que se enfrenta? Parece evidente que reforzar los ministerios relacionados con estos aspectos primordiales. ¿Ha representado la remodelación del Gobierno alguna mejora en este sentido? En absoluto. Todo sigue igual, porque la Señora Salgado sigue en su sitio y parece que el señor ZP ha decidido que, con intentar aparentar que sigue las consignas que le ha marcado la UE, ya hay bastante. ¿Es el señor Rubalcaba la persona más idónea para contribuir a sacar a España de su actual crisis? Evidentemente, no. Rubalcaba es listo, preparado, atrabiliario y eficaz como cancerbero a cargo de defender al PSOE, aún a costa de saltarse lo que fuere preciso para hacerlo, pero, sin duda, no es un experto en economía ni en finanzas y, mucho menos, en problemas de tipo social. Falta saber si tendrá la cintura dialéctica para discutir en el Parlamento sobre cuestiones que se salgan de su “especialidad”. Entonces, ¿a qué viene este jolgorio en las filas socialistas; a qué viene el que la prensa amiga, el País y La Vanguardia, y alguna TV, especialmente la TV5, hayan agotado el papel dando a entender que el cambio les ha dado de nuevo la iniciativa a los del PSOE? A nada consistente, simplemente es una escenificación cara al electorado, destinada a hacerle creer, a los que decidan tragar, que han superado la crisis y están en condiciones de sacar, en unos meses, al país de su precaria situación. El objetivo: ganar tiempo para llegar sin graves desperfectos al marzo del año 2012.
Pero, ¿ha mejorado la situación de los 5.000.000 de parados? No, sigue empeorando, ¿ha disminuido el déficit público? No, intentan engañarnos, pero seguimos en el 11%. ¿Ha descendido la deuda pública? En modo alguno, sigue incrementándose y, lo peor de todo, la deuda privada ya la sobrepasa y las agencias de rating la han tenido que retocar a la baja. Entonces ¿qué es lo que ha mejorado con los cambios en el Gobierno? Nada. El señor ZP sigue en su torre de marfil y los españoles sufriendo la crisis. Nada de nada.
Miguel Massanet Bosch