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Al final, un pacto (por Primo González)

Publicada el febrero 2, 2011 por admin6567
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(Publicado en República de las ideas-Reggio´s, aquí)

Más de dos años ha perdido España en combatir la crisis económica y el retraso lo estamos notando los españoles y lo notaremos al menos durante un año más, quizás dos años más. Zapatero dijo hace unas semanas que esta crisis durará cinco años. El político que decía que “los pesimistas no crean empleo” o algo parecido, parafraseando a Bill Clinton, ha sufrido una profunda transformación a golpe de advertencias de sus colegas y vecinos y ahora está a punto de cosechar el resultado de sus empeños, tras más de seis meses de realismo y de negociación, seis meses largos en los que además ha dejado boquiabiertos a propios y extraños.

La firma este miércoles de un pacto global entre Gobierno y agentes sociales (patronal y sindicatos) es sin duda un buen paso que dará credibilidad exterior a la economía española y ciertas garantías de eficacia a las reformas aprobadas en las últimas semanas. Es una pena que los firmantes de este acuerdo hayan llegado al límite del deterioro de la economía para poner las bases de una estrategia más sensata, aunque posiblemente aún bastante incompleta, en la que el consenso logrado permite abrigar razonables esperanzas.

Cuando menos, el acuerdo parece eliminar los riesgos de conflictividad, lo que no es poco, vistas las experiencias de ocasiones precedentes. Además, ha desempeñado un papel pedagógico ante la sociedad y entre los propios negociadores, ya que el proceso de negociación ha servido para poner en orden muchas ideas sobre el funcionamiento correcto de la economía y de las empresas, marginando dogmas y pretensiones incompatibles con una economía moderna. Los españoles nos estamos preguntando hoy algunas cosas que hace apenas dos años dábamos por supuestos o como verdades incontrovertibles.

No es menor el estado de reflexión en el que parece sumida la España de las Autonomías, vista en su momento como un modelo idílico de cercanía y proximidad en el buen gobierno de los ciudadanos y considerada ahora, una vez vistos los excesos, como una fuente de duplicidades y pérdida de economías de escala que no estaban en los propósitos iniciales de los padres fundadores pero que la inercia de los años ha terminado por consagrar como fuente de dispendios y derroches económicos que un país medio como es el nuestro no puede permitirse. Máxime cuanto ello lleva aparejada una pérdida de eficacia y de competitividad internacional. La crisis, que exige a todos un esfuerzo adicional de medición de fuerzas, ha sido implacable con algunos de nuestros errores de los últimos años de bonanza. El fermento en el que se desbocó el Estado de las Autonomías parece uno de los elementos más prescindibles en este inmediato futuro en el que habrá que revisar sus supuestos.

En suma, todos hemos aprendido un poco, unos más que otros, en esta crisis. En cuanto a Rodríguez Zapatero, no ha quedado prácticamente ningún dogma en pié de aquellos que formaban el núcleo central de la política socialista. Y no ha llegado más lejos en este desdecirse porque no se lo han pedido y porque, por fortuna para todos, lo peor de la crisis económica mundial parece haber quedado atrás y porque países como Alemania están ya contribuyendo, vía exportaciones españolas de bienes y servicios, a hacer menos agrio el momento económico. Por si fuera poco, Alemania hasta se ha mostrado dispuesta a llevar una parte del desempleo español hacia las nóminas de empresas alemanas en la propia Alemania. Un gesto casi sin precedentes, si no fuera porque allá por los años 50 y 60 del siglo pasado varios cientos de miles de españoles aliviaron la desesperada situación de la economía nacional, por entonces una economía subdesarrollada, agrícola y sin recursos humanos suficientemente dotados ni capitales. Ahora la situación no es desde luego la misma, pero la mano amiga sigue prestándonos el apoyo necesario.

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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