(Publicado en El Mundo-Reggio´s, aquí)
EL REVÉS DE LA TRAMA
Echemos un vistazo a la foto del pacto social para la que posan los deliberantes. Unen sus manos frente a Zapatero, cuya estatura y posición en la escena le permite descollar ligeramente del grupo. Él es el protagonista, escoltado por su ministro Valeriano Gómez, y ambos sonríen con gesto de felicidad. En sus flancos, los jefes sindicales se muestran menos risueños: el ugetista Cándido Méndez presenta una sonrisa tenue, mientras el líder de Comisiones, Fernández Toxo, intenta esquivarla con un aire de compromiso. En los extremos, jugando por las alas, los dirigentes patronales Juan Rosell (CEOE) y Jesús Terciado (Cepyme) colaboran en el guión. El decorado pone la salsa que condimenta el epi-sodio; en el telón de fondo se lee: Acuerdo Social y Económico para el Crecimiento, el Empleo y la Garantía de las Pensiones.
Era la foto deseada por Zapatero antes de recibir ayer a Angela Merkel, con quien ha gozado también de otras fotos. Porque para Zapatero una foto es suficiente. «La foto es lo importante», le dijo en un arranque de espontaneidad al rey marroquí, Mohamed VI, hace meses. Esta vez se ha ocupado además de que la foto valga para ser enmarcada en una valla publicitaria, como hace el amigo Fidel, ahora por interposición de su hermano Raúl, para masajear el cerebro de su pueblo con eslóganes sobre los esplendores de la revolución. Qué buena esta foto/eslogan. Estemos todos tranquilos porque el líder de este Gobierno trabaja por nuestra felicidad con el soporte y el contento de los apoderados de empleadores y empleados.
¿Y del contenido del acuerdo? Bueno, eso importa menos, no vamos ahora a preocuparnos por que sea parcial y escaso. ¿Y de la realidad? Cuando Zapatero convocaba a sus acompañantes a posar, un escalofrío recorría España a lomos del último incremento del escandaloso contingente de desempleados: 131.000 personas que elevan el número de parados al record de 4.231.000 y consolidan el liderazgo de España en la destrucción de empleo. Pero soñemos. No sean ustedes cenizos. ¿Qué importa que la realidad les diga a otras cosas? Crean en nuestras palabras y quédense tranquilos.
Zapaterismo puro. La derrota de la realidad por la ficción es la táctica predilecta de nuestro presidente de Gobierno, que pretende que los deseos mueven el mundo. Pero el retrato de la última maniobra no estaría completo sin el otro rasgo definitorio de su política: la exclusión de los rivales. Zapatero construyó su alternativa en la oferta de diálogo y de consenso, pero resulta que no dialoga ni consensúa más que con sus amigos -o con quien quiere que sean sus amigos- y no con sus rivales. Informó del acuerdo al PP por fax, en vez de convocarlo antes a debatir políticas. Zapatero no está dotado para el acuerdo sino para la confrontación. Alardeaba de lo uno pero ha hecho siempre lo otro, dando razón al dicho de que se presume de lo que se carece. La foto del acuerdo le retrata por lo que en ella se ve y también por las ausencias. En sus ensoñaciones llegó a aludir el precedente de los Pactos de La Moncloa de 1977, pero entonces estaban todos y de todos los colores, convocados por Adolfo Suárez, y ahora no han estado, excluidos por Zapatero.