(Publicado en El Mundo-Reggio´s, aquí)
AJUSTE DE CUENTAS
Hay cosas que sólo pueden entenderse porque el Gobierno está deshecho, cada uno va por su lado y no hay un alma política que lo conjunte. ¿Cómo se explica si no que la vicepresidenta Salgado pusiera todo su crédito sobre la mesa el 24 de enero con una filípica que dejó a las cajas contra las cuerdas tras advertirles que antes de otoño debían recapitalizarse o serían nacionalizadas?
Esos días, la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) tembló. Hasta se habló de la dimisión de su presidente Fainé. Pero como el Gobierno no tiene votos suficientes en el Congreso, hay que tener cuidado con esos anuncios imperativos.
Hoy, todos estamos esperando al decreto del viernes para medir de dónde y hasta dónde han llegado las concesiones que ha tenido que hacer Salgado después de que CiU y PP criticaran ciertos pasajes de la norma. El Gobierno ni siquiera está negociando directamente con los partidos, sino que lo hace a través de la CECA, lo cual demuestra que ésta es una perfecta representación de los intereses regionales como si fuera una réplica de la conferencia de presidentes autonómicos que a Zapatero le gustaba tanto convocar.
En la asamblea de la CECA de ayer sólo se oyó la voz de Mauro Varela, copresidente de Novacaixagalicia, quien demandó una reflexión sobre el modelo de las cajas y el riesgo de exclusión financiera de parte de la población española si éste cambia. En el consejo posterior la cosa fue más animada. Intervinieron varios presidentes que fueron menos filosóficos y más crematísticos. Ahí se criticó que bancos y cajas vayan a tener requisitos de capital diferentes, se sostuvo que esto supone un lastre competitivo frente al resto de Europa y que se ha puesto al sector contra las cuerdas.
Al final se facultó a Fainé para seguir negociando con la esperanza de que en las próximas 24 horas consiga ampliar los plazos de recapitalización más allá del otoño de este año, cuestión que anoche parecía al alcance de la mano. Esta negociación in extremis augura un decreto que puede tener rectificaciones hasta el momento de llegar al BOE, técnica legislativa que Economía ya ha utilizado en la era Salgado.
Lo que empieza a verse ahora es que todo el proceso de reforma financiera ha estado plagado de errores. Primero, porque estamos haciendo en 2011 lo que otros países hicieron en 2008 y 2009. Segundo, porque ahora se ve que el Frob, que ya ha invertido unos 15.000 millones en el sector, confundió un problema de solvencia de las cajas con uno de liquidez, entre otras cosas porque todo el mundo escondió en el sótano su riesgo inmobiliario. (Ahora se dice que se necesitan entre 25.000 y 100.000 millones más). Y en tercer lugar, porque las fusiones frías sólo han sido un arreglo contable temporal con espacio suficiente para acomodar a los equipos directivos.
A las cajas no les queda más remedio que poner fin a su modelo de propiedad difusa. La nacionalización sólo puede ser una etapa intermedia para no malbaratar sus activos. Para unas el futuro será la privatización, donde la obra social será parte del accionariado si así lo quieren. Y para otras, lisa y llanamente la quiebra.