Los mercados mundiales favorecen, pero las malas políticas económicas pueden destruir con facilidad esos puntos de apoyo
Tuvo mucha importancia una observación empírica, formulada, de modo independiente, por un gran economista argentino, Raúl Prebisch y uno norteamericano Hans Singer. Recordemos sus respectivos trabajos «El desarrollo económico de América Latina y sus problemas principales», (Cepal, 1949) y «The distribution of gains between investing and borrowing countries», presentado en la reunión de la American Economic Association en 1949 y publicado en la «American Economic Review» en mayo de 1950. Ambos lanzaron la profecía de que una «mano invisible» en los mercados internacionales motivaría que los cada vez más pobres países de la llamada «Periferia» se empobrecieran aún más. Y ello porque producían materias primas minerales, productos energéticos y bienes alimenticios que tendrían en los mercados internacionales unos precios que crecerían menos que los de los artículos industriales, generados por los países del que pasaba a denominarse «Centro». O sea que éstos entregarían cada vez menos productos fabricados en ellos a cambio de más bienes alimenticios, energía y otras materias primas minerales, esto es, lo que sólo puede vender la Periferia. El Centro, los opulentos países industriales se enriquecerían gracias a esta marcha denominada en España de la relación real de intercambio, o en el léxico iberoamericano, de los términos de intercambio.
La salida, pues, era la industrialización, incluso a través de medidas proteccionistas e intervencionistas. Se aplicó esta heterodoxia por toda Iberoamérica, prácticamente sin excepción, amparada por la muy influyente Comisión Económica para América Latina (Cepal). Fracasó ruidosamente, generando un caos económico, con episodios tan dramáticos como la crisis de la deuda externa de los ochenta.
Se alteró por eso radicalmente la política económica de la región, mientras también lo hacía la economía mundial. Por ejemplo, China aceptó introducir elementos crecientes de economía de mercado en sus planteamientos. Se ha provocado un cambio en los mercados de alimentos, energía y materias primas en torno al gran triángulo del Pacífico. En el «Boletín Mensual» del BCE de enero de 2011 se señala cómo la Agencia Internacional de la Energía por eso «prevé un aumento de la demanda mundial del 1’5%». Y como la OPEP no aumenta la oferta, la perspectiva es alcista en las cotizaciones de hidrocarburos. Y sigue esta publicación señalando cómo los precios de las materias primas no energéticas «también han registrado un aumento significativo en diciembre». Por lo que respecta a los alimentos se llega a la conclusión de que «en conjunto… a largo plazo, se mantendrán las presiones al alza sobre los precios de los alimentos, debido al sólido crecimiento de la demanda», porque, además, «persiste un algo grado de incertidumbre respecto al alcance y al ritmo con que la oferta podrá hacer frente al incremento previsto de la demanda y, por ende, a limitar el alza de los precios de los alimentos».
Naturalmente esto repercute en el conjunto de Iberoamérica. Veamos esa publicación periódica consultada ávidamente por los mercados que es el «Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe» de Cepal, 2010. De él proceden estos párrafos: «En 2010 se observó una mejora en el promedio de los términos de intercambio de la región que, sin embargo, benefició básicamente a los países de América del Sur, exportadores netos de productos básicos. Conviene añadir, de acuerdo con las previsiones oficiales por los diversos países, que se espera para 2011 que por encima de la media del incremento del PIB de la región -el 4’2%-, se encuentren, como más fuertes Panamá –un 7’5%-; Perú –un 6’0%, lo que prueba cómo Alan García coronará triunfalmente la rectificación que ha dado en política económica respecto a su mandato anterior-; Chile, -un 6’0%, ratificando que fue buena la ya vieja orientación dada a su economía por los Chicago Boys-; Uruguay un 5%, igual que la República Dominicana; Argentina, un 4’8% y Brasil, un 4’6%. Y quien menos crece, con el 2% de todas las repúblicas es Venezuela, acompañada de Honduras y El Salvador, lo que muestra una vez más la defectuosa política económica desarrollada por el presidente Chávez.
Los mercados mundiales favorecen, pues, pero las malas políticas económicas pueden destruir con facilidad esos puntos de apoyo. De paso, han liquidado aquella profecía que nació en 1949, y que tanto ilusionó a los iberoamericanos y aun, a través de viejos planteamientos de la Unctad, a otros pueblos emergentes. Desde el más allá, ¡cómo se debe regocijar David Ricardo, que tan atacado había sido!