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Otra posturita de Zapatero (por Manuel Martín Ferrand)

Publicada el abril 9, 2011 por admin6567
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Manuel_martin_ferrand Manuel Martín Ferrand (Publicado en República de las ideas, aquí)

Ahora resulta, según confesión de parte, que el amigo y compañero de partido que estaba, con Sonsoles Espinosa, en el secreto de la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero era José Bono, el caldo de todas las salsas que se guisan los de la rosa. Descontando la de la esposa, de cuya buena intención no cabe dudar, la personalidad del otro confidente permite sospechar que, entre todas las soluciones posibles al demoledor enredo del líder socialista, la peor es la que, con más ruido que nueces, el todavía presidente del Gobierno y secretario general del PSOE les comunicó el pasado sábado a sus compañeros en el Comité Federal.

Si le quitamos al análisis político el barroquismo que suele acompañarle por estos pagos, lo único que pasa es que Zapatero no volverá a presentarse como candidato, como cabeza de la lista socialista de Madrid, en las próximas legislativas. ¿Era a él a quien le correspondía tomar esa decisión? Dicho de otra manera, ¿cabe la hipótesis de que el de León se les hubiera aparecido a sus conmilitones para anunciarles su presentación? Aunque sea escasa, menos que testimonial, la democracia interna con la que operan nuestros grandes partidos, no es a él a quien corresponde una decisión de esa naturaleza.

Lo que, en realidad quiso decir Zapatero es que su intención es continuar en La Moncloa, según los deseos expresos de Emilio Botín, hasta el fin de la legislatura. Algo que tampoco entra en su capacidad decisoria. ¿Podrá seguir al frente del Ejecutivo si, después del 22 de mayo, es notorio el fracaso socialista en las autonómicas y municipales y su partido quiere obrar en consecuencia y cortar de raíz el deterioro que ello supondría?

Recordaba el director de ABC, Bieito Rubido, “que casi todo lo que el presidente socialista ha puesto en marcha en estos siete años era, es, innecesario”. Incapaz para enfrentarse a la realidad el presidente no supo, o no quiso, ver venir los problemas que hoy nos angustian y fabricó otros de distinto porte. De ahí que su balance, cuando su mandato entra en la recta final, sea tremendamente negativo. Bastaría con recordar que somos el país europeo con mayor porcentaje de parados; pero es que, además, su obra más precisa es la de la resurrección de las dos Españas. Reinventó la Guerra Civil a mayor gloria de su abuelo lo que no le acredita como gobernante… ni como nieto.

Dándole la vuelta a la moneda, y contemplándola en su cara mejor que en su cruz, no sería prudente, ni equitativo, dejar de recordar el hecho de que Zapatero anuncia su retirada por su propia voluntad, quizás como consecuencia de un ambiente y algunas prospecciones demoscópicas; pero sin la intervención activa del líder de la oposición. Mariano Rajoy no ha conseguido, en sus siete años a la contra, deteriorarle ni un pelín.

Al de la gaviota le faltó el garbo de una moción de censura que, como mandan los cánones parlamentarios – tan olvidados, tan menospreciados –, pusiera en evidencia el error y el fracaso del presidente del Gobierno. No la presentó, dicen sus edecanes, para no perderla, pero esa no es una razón política de altura, sino una trapacería de aldea. La grandeza de los líderes se contempla en sus hechos y en sus dichos. Más que en sus victorias o derrotas.

Se dice que el anuncio presidencial tiene el valor de aportarle un punto de estabilidad a la situación política española. No lo veo de ese modo. Si Zapatero hubiera añadido a su anuncio personal la decisión institucional de disolver las Cortes y adelantar las elecciones legislativas estaríamos en otra situación muy distinta, con capacidad terapéutica para nuestros males presentes, pero no es así. Como ha sido su constante en los siete años que llevamos viéndole como principal actor de nuestra vida pública, Zapatero confunde los gestos con las decisiones. Es como los toreros que, faltos de hondura y de valor, sobrados de canguelo y malos hábitos, sustituyen la lidia por las posturitas. Quedan bien en las fotografías, pero no trascienden.

El mutis de Zapatero, poco brillante como corresponde a un actor de escaso fundamento, tendrá sus efectos colaterales. Antes de producirse ya habíamos entrado en una impúdica carrera sucesoria en el seno del PSOE y sus franquicias regionales. A partir de este momento será insoportable además de inoportuna. Una silla vacía en las cumbres del poder siempre ha tenido en España efectos nocivos y ahora los aspirantes, sin perrito que les ladre desde la Secretaría General, nos van a volver tarumba. José Blanco, por cargo y actitud, pasa a ser el personaje clave del futuro socialista español. Alfredo Pérez Rubalcaba está achicharrado por el pasado; Carme Chacón, por el futuro; y José Bono es “una llama de amor viva”. ¡Qué panorama!

 

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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