El inmortal Goethe dejó para la posteridad la siguiente frase, incluida en su obra capital “Fausto”, “Mientras tiene aspiraciones el hombre se mueve en el error”. Lo que sucede es que, cuando los hombres corrientes nos equivocamos, como suele suceder más a menudo de lo que todos desearíamos, las consecuencias las solemos pagar nosotros mismos o un pequeño círculo dentro del cual nos desenvolvemos; en cambio, cuando los que los cometen son grandes personalidades, personajes de renombre que asumen importantes responsabilidades ya fuere en el terreno de la economía, las finanzas, la gobernación de un país, el mundo de las empresas o la alta política; el hecho de tomar una decisión equivocada, la imprudencia de no sopesar las consecuencias de unas palabras, de omitir llevar a cabo un proyecto beneficioso para la comunidad o, simplemente, adoptar una postura equívoca que se preste a distintas interpretaciones; pueden, sin duda, tener unas consecuencias irreparables para aquellas personas que dependen del personaje en cuestión, sin que, en la mayoría de casos, tengan los recursos, el poder o la ocasión de ser escuchados ni de pedir cuentas de los perjuicios o daños derivados de aquella conducta. Podríamos decir que, en España, estamos en estas circunstancias y que, cerca de cinco millones de parados podrían confirmarlo.
Si, en ocasiones, como es el caso de España, podemos comprobar como a un gobierno se le van perdonando, uno tras otro, los errores que comete, se le disculpan declaraciones, incumplimientos, decisiones equivocadas, actitudes oscurantistas o renuncios, por el simple hecho de pertenecer a una determinada ideología política que, al parecer, prima sobre los propios intereses de los ciudadanos, su bienestar y el futuro de sus propios hijos; deberemos reconocer que aquello de que: “un país tiene el gobierno que se merece”; empieza a adquirir tintes axiomáticos. Nadie puede negar que esto es lo que ha estado sucediendo con el actual gobierno socialista del señor ZP; que ha conseguido llegar a sostenerse durante casi cuatro años de crisis por medio del engaño, las soflamas contra la oposición, el tener comprados a los sindicatos con subvenciones cuantiosas, el favorecer los intereses de los sectores nacionalistas y la evidente impasibilidad y errores de táctica y apreciación de las circunstancias, del principal partido de la oposición, el PP; no ha sido especialmente beneficioso para la nación y los ciudadanos. Existe unanimidad en admitir que, lo que ha llevado a cabo el gobierno del PSOE, durante los siete años y pico que lleva en el poder, sus evidentes engaños al pueblo, sus ministros incompetentes, sus negociaciones con ETA y su conducta torticera e invasora de las competencias en temas de la Justicia, con la inapreciable ayuda del colectivo de fiscales y algunos jueces –que han sabido anteponer a sus obligaciones como tales, sus especiales interpretaciones de las leyes –; si hubieran tenido lugar en cualquier país europeo o en determinada democracia occidental, hubieran dado lugar a fulminantes dimisiones, a pedir disculpas públicas y, en algunos casos, a que cayera el gobierno culpable de tales efectos y se convocaran elecciones generales para sustituirlo.
Y me estoy refiriendo a un fenómeno que nos lleva a confirmarnos en nuestros criterios sobre el pueblo español o, al menos, sobre un importante sector del mismo. Evidentemente que el señor ZP ha conseguido aunar sobre su figura toda la impopularidad cosechada a lo largo de sus años al frente del Ejecutivo y, por ello, se ha visto precisado a admitir que no reincidirá en presentarse, otra vez, a las próximas elecciones legislativas del 2012. Sin embargo, nadie que tenga algo de sentido común, se puede olvidar de que sus ministros han contribuido y han sido colaboradores necesarios, en algunos casos de forma determinante, en todos aquellos tropiezos políticos, económicos y sociales que han contribuido a que, España, haya tenido que pasar por situaciones delicadas, tan importantes como estar a punto de tener que declararse en quiebra soberana, como ocurrió a primeros del mes de Mayo pasado. Recordemos cuando, el señor Solbes, pretendía convencernos de que España estaba en perfectas condiciones para superar la crisis de las sub prime o, cuando el aspirante a suceder a ZP, el señor Rubalcaba, nos ha venido mintiendo, en repetidas ocasiones, negando con gran firmeza la evidencia de que el gobierno estaba negociando con ETA a espaldas del Parlamento y del PP, incumpliendo flagrantemente la Ley de Partidos y el Pacto por las Libertades; nadie puede olvidarse de la serie ininterrumpida de fallos de la señora Magdalena Álvarez al frente del ministerio de Fomento; los intentos de la señora Salgado de privarnos de beber vino o de comer hamburguesas, en un evidente ataque a las libertades ciudadanas y no hablemos de las actuaciones de la señora Leire Pajín empeñada en convertir a España en una sucursal de la KGB soviética. Si, es evidente que ZP ha sido el causante directo de la mayoría de los desastres económicos que han llevado a nuestra nación a perder a cientos de miles de pequeñas y medianas empresas, a un colapso de las industrias y a una situación que sólo se entiende si nos atenemos a la mala gestión que se ha venido haciendo de los recursos del país.
No debemos de perder de vista que, la jugada del señor ZP, ha consistido en decir que se iba, pero sólo ha sido una finta política para favorecer al PSOE, que parece que, con el hecho de convertirlo en chivo expiatorio, ya ha dejado limpia su “hoja de servicios” y, en consecuencia, los aspirantes (muchos de ellos pertenecientes al actual Ejecutivo que ha venido colaborando con Zapatero) pueden presentarse, como si fueran inocentes criaturas, limpias de toda mácula, a las próximas legislativas. No obstante, nuestro Presidente sigue al frente del Ejecutivo y de España y, si Dios no lo remedia, es muy probable que se mantenga dirigiendo la nación hasta las elecciones de marzo del año que viene, para las cuales casi queda un año completo. Los que quisieron librarse de ZP, sean socialistas o de cualquier otra formación política, deben recordar que, de aquí a que ZP deje el poder, hay tiempo suficiente para que acabe con España, cometa errores irreparables y que termine dejándonos una herencia de desempleo y deudas que, para redimirla, hagan falta varias generaciones de españoles, que van a cargar sobre sus costillas las deudas y compromisos que, este Gobierno de socialistas, ha contraído; con el solo objetivo de continuar manteniéndose en el poder y continuar, como ha ocurrido en Andalucía, forrándose los bolsillos a costa del Erario público, este mismo organismo que se viene nutriendo con los, cada vez más insoportables, impuestos que el Gobierno ha decidido aumentar; en lugar de esmerarse en recortar los gastos públicos, eliminar los cientos de empresas públicas inservibles y dejar de embutir de millones a estos Sindicatos, que son en gran parte corresponsables, con el Gobierno, del estado de penuria e inseguridad en el que se encuentra España.
Y ante esta movida de pieza de ZP, ¿cómo reacciona el señor Rajoy? Yo diría que con una inmensa torpeza. Ha permitido a Camps que se salga con la suya y así le ha llenado de pólvora el barril de pólvora propagandística del PSOE, que va a tener fuegos artificiales para atacar al PP hasta que concluya la campaña de las municipales y autonómicas; con lo que ello representa para el país y para conseguir librarnos de toda esta plaga de advenedizos que, utilizando trucos demagógicos y aprovechándose de un ataque terrorista, se hicieron con una España en progreso para ahora, cuando ya han conseguido desmantelarla, todavía pretenden acabar de hundirla manteniéndose en posesión del poder. Hemos llegado al desideratum. O esta, señores, es mi opinión.
Miguel Massanet Bosch