Cuando, en el mes de Octubre del pasado 2010, el señor presidente Rodriguez Zapatero decidió remodelar su gobierno, desgastado por sus fracasos conseguidos a pulso durante el periodo en el que la crisis hizo estragos en nuestra tierra, en un acto de la más absurda hipocresía ya que, si bien los ministros que dio de baja no eran precisamente los más adecuados para dirigir sus respectivos ministerios, es evidente que fue el mismo quien los nombró y quien, en su ególatra postura de autocomplacencia, les daba las instrucciones de lo que debían hacer y les obligaba a plegarse a su particular visión de España y a sus propias conveniencias en cuanto a mantenerse en el poder, a costa de lo que fuere necesario, incluso si para ello era preciso hacer rodar cabezas, como, en efecto, fue lo que acabó haciendo. El susto del mes de Mayo, cuando nuestra nación estuvo a punto de caer en el barranco del impago de la deuda y la subsiguiente necesidad de solicitar amparo al Fondo de Rescate de la UE; con lo que ello suponía para los españoles y su economía; obligó a ZP a acatar las instrucciones que, de forma imperiosa y sin admitir dilaciones se le dieron desde Bruselas, con el apoyo del señor Obama, de Sarkozy y de la distante China. El cambio de gobierno, aunque de forma parcial, puso fuera de combate a aquellos ministros que más le apoyaron en su anterior etapa y dio lugar a una nueva pléyade de nuevos ministros, igualmente maleables que los anteriores, pero que tuvieron que apechugar con una situación que no era precisamente la que hubieran deseado encontrarse.
Y, hete aquí, que de entre los recién llegados, aparece este personaje con aspecto de poeta del romanticismo, que recibió un ministerio que, sin duda alguna, si exceptuamos el lote que le correspondió a la señora Salgado, se llevaba la palma en cuanto a la dificultad de gestionarlo, en un periodo de cierre de empresas, expedientes de reducción de plantillas, despidos etc. con la particularidad de que, el desempleo, ya estaba rondando los cuatro millones de desocupados. Desde el día de su toma de posesión, don Valeriano Gómez, ha tenido que bregar con la más fea y aprender, a pasos agigantados, los trucos del oficio, para lo cual, sin duda, ha tenido eficientes maestros que le han enseñado a faltar a la verdad para disimular la realidad. Lo que sucede es que, el bueno de don Valeriano, no sabe hacerlo de una forma convincente y se le ve el plumero cada vez que quiere endosarnos una de sus trolas.
Voltaire, en su “Ensayo sobre las costumbres” ya hacía la distinción entre “hablar para engañar” y” callar para mantener reserva”. Claro que, con un maestro de la desfachatez como tiene en su jefe de filas, es posible que se sienta capitidisminuido y no acierta a mostrarse más convincente. Si ZP nos repite cada par de meses que la economía va a mejorar, que se van a crear empleos y que ya se ven en el horizonte signos de recuperación, con una tenacidad digna de mejor causa; ahora, una vez más, ha delegado en la señora Salgado y en don Valeriano, para que nos vuelvan a repetir, por enésima vez, que el hecho de haber llegado a la escalofriante cifra de 4.910.200 parados “aunque no es un buen dato”, sin embargo es mejor que el año pasado por estas fechas y que, de ninguna manera, vamos a llegar a los cinco millones de parados, sin más argumentos que la fe en ellos ¡porque ellos lo dicen! Su antecesor en el cargo el señor Corbacho dijo que nunca se sobrepasarían los cuatro millones y ¡vean el resultado! El señor ZP nos ha repetido cien veces que el paro se recuperaría en unos meses y, todavía esperamos verlo. Casi nos parece imposible que, después de casi tres años de ir creciendo el paro, mes a mes, todavía queden personas que sigan trabajando
Pero la realidad no entiende de trucos ni de engaños y, señores, nos hemos enterado de que hemos alcanzado el record absoluto de este indicador (1,976) alcanzando la cifra nunca soñada de parados, hasta ahora no superada. Y es que, el número de parados, según la EPA, se incrementó el primer trimestre de este año, respecto al anterior trimestre, en la cantidad de 213.500 personas; lo que representa que, respecto al mismo periodo del año anterior, la cifra de desocupados ha experimentado un aumento de 297.400 parados más. El porcentaje ya ha alcanzado el 21’29%; lo que supone que triplicamos el paro de Alemania y más que duplicamos el paro promedio de la UE que se ha situado en el 9’9%.
¿Recuerdan las bravatas de ZP, en China, intentando vender las excelencias de España? Aunque la economía pueda haber mejorado un poco, mientras las medidas que se adopten en España para mejorarla, no sirvan para que las empresas creen nuevos puestos de trabajo, puedan acceder a créditos de los bancos (por cierto que ya vienen anunciando que hasta el 2012 parece que no se van a dar con normalidad) y el PIB no supere, como mínimo, el 2%; será imposible que se produzca una disminución de esta lacra social. Por si fuera poco y albergáramos alguna esperanza de reactivación la misma EPA nos proporciona datos sobre la destrucción de puestos de trabajo; así, mientras el Sector Público sigue creando puestos de trabajo con lo que ya ha alcanzado los 3.185.900 empleados, entre fijos y temporales; la debilidad del sector privado queda reflejada en los más de 2.000.000 de parados desde que comenzó la crisis.
Lo más preocupante es que, casi un tercio del país, seis regiones, tienen un porcentaje de paro que oscila entre el 25 y el 30%. El paro ha aumentado en 14 comunidades autónomas y en Ceuta; siendo muy indicativo que el mayor aumento ha sido en el feudo socialista de Andalucía con 60.200 parados más y, donde han tenido mejor resultado, ha sido en Madrid, con 19.900 desempleados menos. Y, en todo este contexto, tenemos una noticia muy preocupante que nos indica hasta que punto la situación de nuestro colectivo laboral se está deteriorando; se trata de que, el número de los que desean trabajar ha descendido en 42.000 personas, ¿la causa? Pues que, el número de personas que sigue habiendo en edad de trabajar, ante la imposibilidad de encontrar empleo, deciden abandonar la búsqueda activa de empleo.
Ante lo que el señor Astarloa del PP, ha definido como proyecto del Gobierno, “si es que lo tiene” el de “la sociedad del gratis total, blanda y hedonista, acrítica y poco comprometida” o en otras palabras “la de la cultura de la beneficencia. Con hipertrofia de derechos y atrofia de deberes”, un retrato, a mi modesto entender, perfecto y ajustado a la realidad social de la sociedad actual española; es difícil confiar en una reacción en contra del Gobierno mientras haya dinero para pagar el desempleo y, curiosamente, en tanto legal o ilegalmente los parados puedan sobrevivir. Sólo se pudiera producir un vuelco si, este “empleo ilegal” o economía sumergida, es combatido eficazmente por el Estado, lo que sí es cierto que pudiera hacer aflorar algunos empleos ocultos pero, y es más que probable que suceda, es muy posible que muchos de estos empresarios decidan que no les sale a cuenta el negocio si tienen que pagar los impuestos y las cargas sociales inherentes a la contratación de trabajadores. ¿Podrá el Estado atender a este personal o pasará a formar parte de este lumpen que se está formando de personas que para vivir se están situando al margen de la ley? ¡Ah, y no se olviden de que el IPC ha subido 2 décimas, situándose en el 3’8%! Encarecimientos, aumento coste de las hipotecas, aumento precios de alimentos etc. Si, señores, el camino hacia la catástrofe está bien trazado, sólo falta dejarles hacer. O esta es mi opinión.
Miguel Massanet Bosch