Se pude decir del señor Rajoy que no prodiga su oratoria y que es impermeable a dejar traslucir lo que tiene en mente, para desesperación de la prensa y nerviosismo de sus propios colaboradores del PP; pero lo que se no puede desmentir, de ninguna manera (como intentaron hacer ver los socialistas), es que sea una persona que no le escatima horas al trabajo y que tiene una idea prístina de lo que tiene que hacer, tan pronto como se haga cargo del Ejecutivo. Lo cierto es que, para sentar un precedente pocas veces contemplado en un cambio de poderes, esta especie de interregno entre la celebración de los comicios de 20 de noviembre y el día en que está previsto ( 22 o 23 de diciembre) que sea investido como nuevo presidente del gobierno de España, tanto él como todo su equipo ( por cierto, resaltar que, sin las tonterías de la paridad de género, sin las estupideces de la igualdad por razón de sexo, sino, exclusivamente, por méritos personales, capacidad de trabajo y eficiencia, en este primer e1quipo de trabajo figuran tres mujeres que llevan el peso del traspaso de poderes: Soraya Saenz de Santamaría, Ana Mato y Dolores de Cospedal; algo que demuestra que, la gente que vale, no precisa de ayudas “feministas” para conseguir destacar); quizá haya sido y sigue siendo el periodo en el que mayor actividad política, mayor esfuerzo de análisis de la situación interior del país y de sus relaciones externas que España haya tenido desde el advenimiento de la democracia.
Por una vez, en política, a las palabras vacuas les han sucedido los análisis pormenorizados; a los discursos ampulosos, los silencios productivos y a las promesas imposibles de cumplir y temerarias, el anuncio de la necesidad de sacrificio, trabajo, esfuerzo y contención del gasto, como única vía posible para enfrentarse a la herencia recibida de los socialistas y a la endémica crisis económica y financiera que está asolando Europa. La seriedad de un señor Rajoy, poco carismático por su aspecto adusto y un tanto melancólico, pero que dispone del temple que deben tener los grandes gobernantes y la evidencia de que, por el camino que nos llevaban el PSOE, CIU y el PNV (ahora reforzado por Amaiur), no había ninguna salida viable para resurgir de la angustiosa situación en la que hemos caído, después de dos legislaturas del PSOE en el poder. Rajoy ha sido capaz de inspirar la confianza de la mayoría del pueblo español que ha visto en él la última esperanza de superar la preocupante situación de nuestra nación, con el objetivo de que, no inmediatamente, algo que es imposible, sino de aquí a unos años, este país haya podido recobrarse de la debacle actual y se comience a percibir la luz de la esperanza en que, el camino que se sigue, es el adecuado.
El pueblo no soporta ser engañado. Los españoles queremos que se nos hable claro y, salvo los descontentos de siempre, los que se han beneficiado de la corrupción, los que han vivido a costa del Erario público, por encima de sus posibilidades reales o los que reniegan de la sociedad sólo porque no han sido capaces de asumir que, para vivir, hace falta esfuerzo, trabajo, sacrificio y preparación, esperando que sea el “papá” Estado quien los mantenga sin dar palo al agua; preferimos que alguien, con capacidad de hacerlo, nos exponga nuestras carencias y nos conduzca por un sendero que, aunque dificultoso y lleno de espinas, nos obligue a esforzarnos más ( algo que, los que ya tenemos algunos años, hemos tenido que hacer en más de una ocasión, en especial en los años de la posguerra sin que, por ello, se nos cayeran los anillos). Es preciso que esta juventud que se siente infeliz, porque no puede tener una vivienda en propiedad o carezca de un buen coche ( si usted se da un paseo por delante de la Escuela Industrial de Barcelona podrá contemplar una acera invadida de motos, la mayoría de gran cilindrada y si se pasa por el barrio de la Universidad, en Pedralbes, verá la cantidad de coches que invaden todos los aparcamientos, pertenecientes a muchachos que todavía no han trabajado nunca y que, no obstante, son los primeros en manifestarse en contra de lo que ellos consideran una “sociedad injusta”) sea reeducada para que aprenda a recobrar los valores que siete años de gobierno socialista les han hecho olvidar; hasta el punto de que, muchos de ellos, prefieren dedicarse a la ley del mínimo esfuerzo, optando por buscar empleos de funcionarios o dedicándose a trabajos que requieren el mínimo esfuerzo a cambio de disfrutar de más tiempo de ocio.
Estamos convencidos de que, el señor Rajoy, tiene la oportunidad de ganar su primera batalla en Europa, en la próxima reunión del PPE, que va a celebrarse en Marsella, a la que concurrirán personajes de la relevancia de la señora Merkel, el señor Sarkozy y el señor secretario del Tesoro de los EE.UU, señor Timothy Geithner; con los que tendrá la oportunidad de conversar, exponerles sus planes y demostrarles que, el gobierno títere del señor Zapatero y sus adláteres, ya es Historia y que, desde ya, va a existir un gobierno del que se puedan esperar actuaciones serias y eficaces aunque, para ello, deba el señor Rajoy “atarse los machos” para conseguirlo. Por de pronto, los cuatro objetivos inmediatos del nuevo presidente, están perfectamente definidos: control del déficit público; reforma laboral; reforma financiera y, finalmente, la batalla europea que le ha de llevar a conseguir recuperar la confianza en nuestra economía y en nuestra deuda. Se acabaron los vaivenes políticos, los avances y retrocesos consecuencia de improvisaciones a corto plazo y oportunismos enfocados a intentar conservar el voto de los ciudadanos aunque, para ello, se los tuviera que engañar o convencer por medios fraudulentos, como ha ocurrido en las dos legislaturas precedentes.
Se impone una programación a medio y largo plazo; la amplitud de miras en nuestras relaciones externas y la solvencia, la valoración exacta y realista de nuestra verdadera situación económica, financiera y social, antes de tomar las medidas, por difíciles y anti– populares que pudieran resultar; de forma que puedan ser expuestas con claridad, por el nuevo Gobierno de la nación, a los ciudadanos, con el fin de que todos puedan entender que es el único camino para superar el actual periodo de crisis y, a la vez, puedan sentir la seguridad de que todas ellas tienen por único objetivo sacar a nuestro país y a los españoles del pozo de insensateces y desatinos al que nos ha conducido una errante y sectaria política de tipo partidista, llevada a cabo por el PSOE del señor Rodríguez Zapatero. Debemos ser capaces de recobrar la moral que se ha perdido y, al propio tiempo, de inspirar a nuestros vecinos europeos, la confianza de que vamos a ser capaces de superar las duras pruebas que tenemos por delante.
Si los españoles podemos comprobar que, el Gobierno, pone coto a las corruptelas; restringe los despilfarros de las autonomías; pone en su lugar a los sindicatos, suprimiendo toda clase de subvenciones y privilegios y obligándoles a que subsistan de las cuotas de sus afiliados; pone firmes a los nacionalistas, negándose a ser chantajeado por ellos; recobra algunas competencias que nunca debieran de haberse transferido como, por ejemplo, educación y sanidad; hace que se cumplan las numerosas sentencias que los tribunales han ido dictando sobre el uso del castellano en determinadas autonomías, que se han venido negando, sistemáticamente, a acatarlas; elimina aquellos funcionarios que no han accedido a sus puestos a través de las oposiciones y que han sido designados a dedo, como ha ocurrido en Andalucía, donde el señor Griñán, a colocado a 20.000 enchufados; entonces, señores, podremos empezar a pensar que hemos entrado en otra fase, la de la recuperación. O estro es lo que pienso al respecto.
Miguel Massanet Bosch