Pierre Corneille, el gran dramaturgo francés del Siglo XIX, en su obra Polieucte dejó escrito el siguiente pensamiento: “Aún la virtud más firme debe evitar los riesgos”. Y es que no nos queda más remedio que reconocer que, la situación actual de nuestro país, no está precisamente para “andar a los apurones” como se suele decir; vaya, que no están las cosas como para actuar atropelladamente, movidos por impulso no suficientemente meditados o, quizá, motivados por un afán de precipitar las cosas cuando, precisamente, la situación de la nación requiere que cada paso que se de, cada medida que se tome y cada ley que se promulgue esté basada en sólidos fundamentos que eviten la repetición de los errores que los vaivenes, las precipitaciones y el evidente sectarismo del PSOE y su gobierno, les impulsaron a cometer, con los resultados nefastos que, para España, tuvieron las dos legislaturas en las que los socialistas estuvieron en el poder.
Por ello, cuando escuchamos al señor Rubalcaba decir que juzga “un disparate” instar la ilegalización de Amaiur, el partido patrocinado por ETA, no puedo menos de pensar en las facilidades que los de su partido y, él mismo, les dieron a los etarras para intentar conseguir un acuerdo con ellos, costase lo que costase, con el único objetivo de conseguir un beneficio electoral si lograban que la banda terrorista llegara a desaparecer, aunque fuera a costa de ceder a sus exigencias. Tampoco entiendo como se atreven a opinar sobre este tema, cuando muchos españoles estamos convencidos de que si, primero Bildu, y ahora Amayur, han conseguido presentarse a las pasadas elecciones del 20N, ha sido a causa de una resolución que, ¡en mala hora!, dictó el TC, presidido por un magistrado de evidente carácter progresista y gran afinidad al PSOE , el señor Pascual Sala, quien, con el apoyo de otros de sus colegas progresistas, decidió que Bildu no tenía nada que ver con los abertzales ni con sus impulsores los terroristas de ETA. De aquellos polvos estos lodos y así, en estos momentos, gracias la infumable ley D’Hondt y a algunos vascos a los que parece que no les importe nada los más de 800 cadáveres que ha ido cosechando la banda, están gozando de los beneficios de tener una cabeza de puente, nada menos que en el mismo epicentro de la representación de la soberanía nacional: ¡el Parlamento de la nación española!
Puedo entender que Pérez Rubalcaba no quiera dar el brazo a torcer y se encastille en defender, hoy en día, uno de los mayores errores cometidos por su partido que, como es conocido de todos los que seguimos de cerca la política, ha tenido siempre buen cuidado de tener “buenos amigos”, tanto en la fiscalía (el señor Conde Pompidu) como en los tribunales y, como es natural, no le podía fallar el TC. Este organismo, si cuando tuvo que determinar la legalidad del Estatut catalán, ya se quedó corto, limitándose a poner objeciones a unos pocos de sus artículos; en el momento en que tuvo que adoptar una decisión de tanto calado como fue (olvidándose de los detallados informes de la policía y de la Guardia Civil), el dar paso franco a los etarras de Bildu para que se asentaran en las instituciones y se beneficiaran de los dineros públicos del Estado –desde los que, con más facilidad, podrían seguir en su tarea de ir socavando la unidad de España –, dio la medida de lo que se podía esperar de su Presidente y de los magistrados que le apoyaron.
No obstante, el mal ya está hecho y sus efectos han quedado patentes cuando, después de las últimas legislativas, han quedado dos grupos, el haz y el envés de la moneda democrática, que se han quedado a las puertas de poder constituir su propio grupo en el Congreso pero que, ninguno de los dos, lo ha podido hacer. Y aquí viene el justo y razonable disgusto y exasperación de la señora Rosa Diez y su UPyD, que se ha visto gravemente perjudicada por el hecho de que quienes tuvieran que resolver si cabía o no pasarse el reglamento por alto, hayan tenido que tomar una decisión difícil que ha terminado por ser una decisión salomónica que creemos que ha perjudicado mucho a UPyD, pero que ha dejado fuera de la posibilidad de formar grupo propio a la formación abertzale Amayur. Entiendo y apoyo, por la razón que le asiste y por ser de justicia, que la señora Rosa Diez quiera presentar una proposición no de Ley, en la que se proponga la iniciación de un procedimiento de ilegalización de Bildu y Amayur. Debemos decir que, en el mismo sentido, se vienen manifestando los del Foro de Ermua, que consideran llegado el momento oportuno para afrontar la ilegalización de las dos formaciones apoyadas por ETA, por ser, en realidad, una mera y evidente continuación de la ilegalizada Batasuna.
No obstante, es preciso hacer una salvedad al respecto. En estos fregados hay que moverse con mucho tiento porque, si lo que fue el gran patinazo del TC en el caso de Bildu, ya sirvió para aumentar el sentimiento independentista de los vascos que, hasta entonces, había demostrado un cierto escepticismo respecto a la consecución de su fin último, la independencia; a partir de la decisión de TC, legalizando a Bildu, se ha producido un aumento de vascos que apuestan por apoyar el independentismo. En este caso, no podemos acusar al señor Rajoy de ser cauteloso, porque es evidente que no podría suceder nada peor para España y para su unidad que, por prisas, por inconsciencia o por apaciguar los ánimos de los que se ven perjudicados por la presencia de Amayur en el Parlamento, dentro del Grupo Mixto; se cometiera el gravísimo error de intentar una ilegalización sin que existieran las evidencias precisas, las pruebas necesarias y las argumentaciones fundadas, para que el resultado del procedimiento fuera al previsto y, Bildu y Amayur, quedaran ilegalizadas.
Nada podría ser más contraproducente para la lucha contra el terrorismo y el independentismo (no sólo del País Vasco sino de la misma Catalunya) que un fiasco legal que acabara por reforzar, aún más, a estas dos formaciones; a las que el mayor favor que se les pudiera hacer sería el que, llevadas ante los tribunales, salieran airosas y victoriosas de la prueba. Sí, a buscar todos los medios probatorios para demostrar, sin lugar a dudas, que ambas formaciones no son más que un remedo de Batasuna y un apéndice de la banda terrorista ETA; sí, también, para que se siga de cerca de todos sus miembros para cerciorarse de si es cierto que, detrás de la cobertura legal, existen otras actividades que se pudieran considerar delictivas y sí, en conclusión, a que se intente su ilegalización, utilizando para ello toda la fuerza y los medios de los que pueda disponer el Estado de Derecho. Pero ¡cuidado! No a la precipitación; no a los atolondramientos y no a una aventura incierta que pudiera conducir al fracaso de todo el proceso.
Tarde o temprano, estos "señores", que hoy se sientan en el Parlamento español, van a tener que demostrar sus verdaderas intenciones; van a enseñar la piel de lobo que llevan debajo de la de cordero con la que representan ahora y van a dejar al descubierto lo que se proponen en realidad, al sentarse en los bancos reservados a los parlamentarios del reino de España. No creo que sea preciso esperar mucho tiempo, porque una cosa es estar entre los de su calaña que los arropan, que encontrase en un medio hostil, rodeados de patriotas y tenerse que enfrentar en la tribuna pública a la censura del resto de formaciones políticas. Salvo, claro está, que haya alguna que, por sectarismo, revanchismo o traición a la patria, se muestre dispuesta a apoyarlos en sus pretensiones.
O esta es, señores, mi forma de valorar estos acontecimientos.
Miguel Massanet Bosch