Joseph Joubert (1.754-1824) ensayista y moralista francés, además de epicureísta, comenzó apoyando la Revolución, de la que acabó por apartarse al comprobar los excesos que, en su nombre, se cometieron.; dejó una serie de pensamientos que posteriormente, después de su muerte, fueron publicados como “Colección de pensamientos del señor Joubert”. Uno de estos pensamientos hacia referencia al “error” cuando comentaba: “Lo peor de un error no es lo que hay en él de falsedad, sino lo que hay en él de libre voluntad, de ceguedad y de apasionamiento”. Es posible que el gobierno catalán del señor Mas, haya acogido la llegada del PP al poder como algo que no les conviene; es probable que piensen que el señor Rajoy será un obstáculo que se van a encontrar en su errática deriva hacia un supuesto independentismo y un freno a la carrera que habían emprendido de chantajear al Ejecutivo, para sacar de ello el máximo provecho económico y las mayores ventajas políticas. Sin embargo, a mi entender, una de las peores equivocaciones que han podido hacer es pretender, como hicieron con el señor Rodríguez Zapatero, ponerle condiciones, mostrase osados e intransigentes y exigir, del nuevo presidente del Gobierno, que aprobase su famoso “pacto de fiscalidad” a dos bandas, con la intención de continuar estableciendo diferencias entre Catalunya y el resto de las comunidades autónomas españolas
No sabemos porqué un partido de derechas, como es la Unió del señor Durán y Lleida, está tan obsesionado en intentar pedir cuentas al Estado de lo que, en definitiva, solo han sido las consecuencias de los despilfarros, las insensateces y los empecinamientos en hacernos ver que Catalunya es diferente y que, por ello, deben recibir un trato especial y privilegiado en relación con el resto de España; cuando, la más elemental prudencia, les debiera haber aconsejado ser más diplomáticos, más políticos y más inteligentes.
Si los socialistas del PSC, los comunistas de ICyV y los separatistas de ERC, por su incapacidad para gobernar, por su sectarismo obsesivo y por sus errores en valorar la realidad catalana, consiguieron poner a esta comunidad al pie de los cascos de los caballos del endeudamiento, el clientelismo y la lucha contra todo lo que viniera del resto del país, –como ha sido el caso de su obsesión por impedir el uso del castellano, su empecinamiento con enfrentarse a Madrid y en despreciar al resto de comunidades, como si todas les estuviesen robando – el que ahora, cuando el gobierno Central ha cambiado, cuando han asumido el poder de la nación aquellos a los que ellos (recuerden el pacto del Tinell) quisieron amordazar, ponerlos en la picota y anularlos como oposición; algo que, evidentemente, han conseguido durante las dos legislaturas precedentes; no debieran de quejarse de que, los recién llegados al gobierno de España, no se dejen impresionar por sus bravatas, no se amilanen por sus amenazas y no se achanten porque, cualquier engallado miembro de CIU, en el Parlamento, pretenda imponer su criterio; porque ya debieran saber que, para el PP, ya no son necesarios (otra cosa es que el señor Rajoy haya ofrecido diálogo a todos los grupos) para que, el nuevo Gobierno, pueda sacar adelante las leyes, los decretos y las resoluciones que estime oportuno aprobar.
Es posible que, el señor Durán y Lleida, haya pensado que podría asustar al señor Rajoy poniéndose “chulo” con su exigencia de “pacto fiscal con Catalunya”. Si Catalunya ha heredado, del Tripartito, una deuda insostenible y ahora se ve precisada a recurrir a medidas poco populares, para cumplir con las exigencias de un determinado tope para su déficit, no podemos decir, tampoco, que todo sea responsabilidad del anterior Gobern, porque CIU ha sido cómplice en muchas de las decisiones que fueron tomadas en el Parlament, con el apoyo y el consentimiento de sus dirigentes. Hablemos del tema de las “embajadas” que se han empeñado en implantar en todos los países, con la excusa de que eran oficinas de comercio, para promocionar los productos catalanes (no los españoles), cuando es sabido que esta función la viene desempeñando el gobierno Central, a través de sus representaciones diplomáticas en el extranjero. Lo que ocurre es que, sus aspiraciones nacionalistas les han hecho creer que esta era una manera de dar a entender que ellos eran una nación independiente, con su cuerpo diplomático propio. Pero esta bravata cuesta euros, muchísimos euros, millones de ellos, entre alquileres, sueldos, viajes, dietas, regalos, campañas de publicidad etc.
Tampoco les ha salido gratis toda la campaña de acoso al castellano y apoyo, subvenciones, propaganda, libros de texto, personal, locales y funcionarios que se vienen llevando a cabo para lo que ellos llaman la “inmersión lingüística”, que ha llegado al extremo de obligar a los comerciantes a rotular en catalán y a multar a los que lo hacen en castellano; como si estuviéramos ante una inquisición lingüística de modo que el expresarse en el idioma de la nación fuera considerado como un atentado al catalán. Sería muy interesante que el Gobern catalán nos diera a conocer las cantidades que llevan gastadas, a cargo de los presupuesto de la comunidad, para promocionar todas estas actividades, formar nuevos profesores, imprimir libros y llevar a cabo campañas de concienciación para convencer a los castellano parlantes de la necesidad de renunciar a su idioma materno para aprender el catalán.
Por todo ello, resulta algo inconcebible el hecho de que, el señor Mas, intente convencer a los ciudadanos de que, por ejemplo, van a tener que pagar un euro por cada receta que les dispense los facultativos del ICS, sin que sepamos de distinciones entre pobres y ricos o entre clases pasivas y trabajadores en activo o entre crónicos y pacientes puntuales. ¿No hubiera sido más razonable que, antes de aplicar una nuevo gravamen para los más perjudicados por la crisis, hubieran prescindido de los gastos superfluos?, como son los de las pretendidas embajadas o las promociones del catalán o subvencionar a las películas en catalán o aquellas que quieren que se doblen en el mismo idioma o promocionar al teatro catalán o a los escritores en la lengua de Verdaguer. Todo ello muy respetable, digno y, si me apuran conveniente; pero, no ahora, no en tiempos de recesión, no cuando se aplican duras medidas de ajuste, congelación de salarios y, sólo en Catalunya, existen más de 500.000 parados.
Es obvio que debe existir un panel de preferencias y objetivos, encaminado a que, los que más padecen los efectos de la tormenta económica, sean los últimos en ser castigados con nuevos impuestos, cargas o recortes. ¿Qué ha pasado con el impuesto sobre las grandes fortunas? ¿Qué ha ocurrido con el cierre de empresas públicas que no tienen otro objetivo que dar empleo a los paniaguados? ¿Qué pasa con todos los interinos en organismos oficiales? O ¿qué hacer con aquellos a los que las Administraciones les encargan trabajos que pudieran llevar a cabo los funcionarios de plantilla? O ¿con las ayudas al cine en catalán? No, no, esto no se puede tocar porque forma parte de la parafernalia nacionalista. Se han lanzado, a tumba abierta, a sacar dinero de debajo de las piedras sin que, primero, se hayan pulsado a los más ricos que, sin embargo, son aquellos que dictan las medidas que siempre, infaliblemente, acaban por perjudicar a los que menos tienen. O es así como yo veo esta cacicada que han maquinado las autoridades catalanas.
Miguel Massanet Bosch