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Dos apuntes sobre la Europa comunitaria (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 10, 2012 por admin6567
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Si en un país determinado ya resulta difícil su gobernabilidad, si los distintos intereses, tanto económicos como financieros políticos o sociales, son siempre motivo de fricciones internas por la evidente dificultad de conseguir contentar a todas las partes interesadas; cuando nos queremos referir a lo que es toda una comunidad de naciones entre las que, además de sus particularidades étnicas y nacionales, hay que conjugar los intereses internacionales y compaginarlos para intentar sintetizarlos en un interés común válido para todas las partes, ya no les digo a ustedes hasta donde puede llegar el nivel de complejidad, dificultad y factibilidad.

Joaquim Setanti y Alcina (1.540-1.617), caballero de la orden de Montesa, fue un  conocido soldado que sirvió en los tercios del duque de Alba en los Países Bajos. Fue dueño de una importante biblioteca y escribió varias obras, entre ellas, sus conocidas “centellas” unos aforismos .que, para algunos fueron simples “perogrulladas” pero que, para otros, como el jesuita R. Guerau  fueron estimados “como una obra aguda, varia, apacible y provechosa, en especial para hombres de corte y de gobierno”. En su centella 85 declara: « Mira bien los caminos por donde fueron los que acertaron, pero coteja bien las circunstancias y las condiciones de los tiempos». El peligro vendrá con la expansión del Estado: «Si el deseo de acrecentar de estado no turbase el buen gobierno, en todo el mundo habría paz y justicia» (centella 3). Y mucho nos tememos que esta Europa, al estilo de la famosa torre de Babel, ha crecido demasiado rápidamente, ha pecado de cierta megalomanía atribuible las prisas de algunos países de formar un frente económico común para contrarrestar la influencia de los EE.UU de América. Lo cierto es que lo que, en un principio, se limitó a ser una alianza económica y no se inmiscuyó en las cuestiones propias de cada país que formaba la unión, no se puede decir que no fuera eficaz; sin embargo, desde el famoso tratado de Maastricht de 1.992, de integración europea, se le dio a la UE una clara vocación de carácter político, lo que, sin duda, produjo un cambio radical en lo que serían, en adelante, las mutuas relaciones entre los países miembros.

Tampoco se ha conseguido llegar a la ansiada unión monetaria, ya que la Zona euro sólo abarca a 17 de las 27 naciones que, hoy por hoy, integran la UE. Ni Inglaterra, Suecia, Finlandia han entrado en ella y tampoco otras que están pendientes de un referendo para determinar si se adhieren o no, están todavía incluidas en la moneda común, el euro. La debilidad de esta situación, la falta de una verdadera autoridad suprema (Bruselas y su Parlamento sólo hacen lo que pueden y lo que les manda Alemania y Francia, más la primera que la segunda) común y la evidente carencia de una Constitución que abarque a toda la unión europea; no son más que piedras en los zapatos de esta insegura y evidentemente débil coalición de naciones que, para llegar a conseguir su objetivo de formar una verdadera alternativa a los EE.UU de América y a las economías emergentes asiáticas, como China, la India o la misma Corea del Sur, sin olvidarnos del Brasil y Japón que, a pesar de sus percances, todavía cuenta en la economía mundial.

Resulta deprimente cuando se contempla como existen disparidades de criterio entre las dos naciones que parten el bacalao dentro de la UE, Alemania y Francia, a pesar de presentarse como los líderes y los que vienen dirigiendo la respuesta económica y financiera a los evidentemente graves problemas de las naciones europeas, unas sometidas al control directo de Bruselas, otras que deben seguir al pie de la letra las consignas que emanan del ECOFIN y de Alemania y Francia y otras que se están debatiendo entre la quiebra soberana y la prequiebra –de cuyos resultados es posible que dependa la supervivencia del euro y de muchas de las naciones que hoy están en situación precaria y que, seguramente, no estarían en condiciones de soportar los efectos de una quiebra soberana de cualquiera de estas naciones en peligro, como sería seguramente el caso de España –. El juego que se traen el señor Sarkozy, empeñado en demostrar que sigue siendo alguien en Europa, a  pesar de que, desde dentro de su propia casa, ya tiene la contestación de la banca francesa, nada de acuerdo con la implantación de la tasa Tobin, sobre las transacciones financieras) con la señora Merkel ( que tampoco puede salirse de las directrices que le marca el pueblo alemán, especialmente la Banca y los empresarios, que no le permitirían nuevos compromisos de apoyo a los países débiles, como sería el caso de los famosos eurobonos). Puede resultar entretenido e incluso chistoso pero no favorece en nada los intereses europeos.

Pero fijémonos en el comportamiento de Grecia, está dando evidentes muestras  de no saber como salir del pozo en el que voluntariamente se han metido; y ello no hace más que inducirnos al más completo pesimismo cuando recibimos noticias como una de la que nos hemos enterado en la prensa de esta mañana, una información que, por si sola, es capaz de hacernos perder la esperanza en la salvación de Europa. Si la UE y el FMI han tenido, al menos en dos ocasiones, que acudir al rescate de Grecia para evitar su quiebra y, de paso, el desmoronamiento de la moneda europea, podríamos esperar de los gobernantes griegos que se esforzarían en administrar con cordura el dinero recibido, apoyando a las empresas, favoreciendo que los bancos, concediesen créditos, ahorrando en el gasto público y fomentando el empleo. Pues, señores, nada de lo dicho, porque la información recibida  nos habla de que el Ministerio de Defensa griego se ha embarcado en un programa de compras por valor de varios miles de millones de euros.

¿Está Grecia en peligro de ser invadida? Se diría que sí si comprobamos que las compras se ha concretado en la adquisición de 60 aviones de combate por 3.900 millones de euros; patrulleras por 400 millones más; 2.000 millones de euros por dos submarinos y unos cuantos millones más por unos helicópteros norteamericanos. No es broma, se lo aseguro, los griegos agradecen las ayudas que han salido de los bolsillos de todos los europeos, preparándose para la guerra no para la paz o para dedicarse a trabajar más y mejor. ¿Qué harán ahora aquellos que se han esforzados en que Grecia fuera recibiendo las ayudas para evitar su quiebra? Es posible, señores, que hasta decidan volver a ayudarla con nueva subvenciones; que hagan la vista gorda aquellas naciones que hayan salido beneficiadas por las compras de armamento griegas o que los sindicatos griegos que tanto vienen protestando por los recortes que se han impuesto en su país (en gran parte debido a sus actuaciones y demandas exageradas) piensen que así se crean puestos de trabajo ¡en la armada, por supuesto!

Y mientras, Europa deshojando la margarita para ver cual de las naciones amenazadas de quiebra soberana será la primera en caer y provocar el gran cataclismo del que ha sido parte fundamental, precisamente, Grecia la pionera en pedir ayuda, la primera que quiso engañar con sus cuentas amañadas a Bruselas y la que se ha negado, sistemáticamente, a hacer los deberes que le fueron impuestos. Y entre tanto, señores,  millones, cientos de millones de ciudadanos estaremos a expensas de que, quienes presumen de conocer los remedios que necesita el euro y Europa para salir del atolladero, acaben de mirarse el ombligo y nos muestren si, de verdad, tienen alguna idea aprovechable para salvarnos del apuro. O así, señores, con este pesimismo, veo yo la situación de la gran Europa…

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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