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O contribuimos todos equitativamente o rompemos la baraja (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 23, 2012 por admin6567
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Nos tendremos que referir, nuevamente, al gran prócer romano Marco Tulio Cicerón, por el que siento una gran admiración por ser uno de los patricios romanos cuya oratoria y sabiduría descollaron por encima de sus contemporáneos. De su pluma salió esta reflexión a la que me voy a referir en este comentario, decía la cita: “El mucho admirar a la riqueza lleva consigo la corrupción y perversión de las costumbres”.  Y es que la riqueza, honestamente conseguida y prudentemente administrada, en sí no tiene nada de malo, al contrario, podríamos decir que hay ocasiones en que es el colofón de un trabajo bien hecho, una vida de esfuerzo o la consecuencia de la explotación de un arte o una profesión en los que queda patente el talento y el buen hacer de la persona o personas que los han practicado. Por desgracia, no es lo normal que se adquiera por este sistema.

Como todas las cosas en la vida es muy difícil generalizar, pero deberíamos distinguir entre la riqueza conseguida con trabajo, esfuerzo, dedicación y por métodos honestos, de aquella que se obtiene mediante la especulación, las maniobras de dudosa legalidad; la explotación o la expoliación de las personas o cualquiera de los miles de medios que permiten a aquellos que carecen de moral y escrúpulos hacerse con una fortuna, sin que les preocupe en demasía los medios de los que se valen para conseguirla. Recuerdo que, en mi juventud. existía una forma de referirse a aquellos que durante la hambruna de la posguerra se hicieron ricos mediante el llamado “estraperlo” ( usando un término de tiempos de la II República referido a un artilugio para el juego traído a España por un hijo de Alejandro Lerroux, el que fue presidente de la República después de las elecciones de 1.933). Entonces, a los que se hacían ricos mediante la venta al pueblo, a precios abusivos, de artículos de primera necesidad se los calificaba de “nuevos ricos” personas, normalmente, de baja extracción social, que, como era de esperar, al verse opulentos hacían ostentación de su riqueza, sin que ello evitara que se les notase a la legua el pelo de la dehesa, que se traslucía a través del boato que los rodeaba.

Hoy en día la caja tonta, que conocemos como TV, Internet y todos los medios de comunicación, han adquirido tanta influencia sobre sus audiencias (cada vez más numerosa) que ha aparecido una nueva raza de personajes que han encontrado el medio de enriquecerse sin que, para ello, se precise preparación, estudios, profesión o talento alguno basta, simplemente, con una buena dosis de cara dura, otra de mala educación, una parte de insensibilidad ante los sentimientos ajenos, tener mucha carne que enseñar, y enseñarla, así como no tener reparo alguno al ridículo y el bochorno. Los ejemplos han proliferado y, por desgracia, son conocidos en toda España. Hay que decir, también, que si no hubiera ciudadanos que les rieran las gracias, que se asomaran a las pantallas de los televisores para ver sus programas y si los directivos de las cadenas no fueran unos vividores a los que lo único que les importa es ganar dinero por los medios que fueren, todos estos ganapanes y advenedizos no se ganarían ni un duro (perdón, un euro). Pero vivimos donde vivimos y en un entorno difícil de cambiar después de que las hordas socialistas hayan pasado, como Atila, arrasando la moral y la ética de una gran parte de la sociedad española.

Pero hay algo más que puede colmar el vaso de la paciencia de los españoles de a pie, de esta clase media a la que, a pesar de todas las declaraciones de los políticos y las promesas de los gobernantes, siempre, a través de los años, le ha tocado cargar con el mochuelo cuando las cosas del país se ponen feas. Y nos queremos referir a una noticia que hemos leído en la prensa y que, seguramente, a alguien le puede parecer una buena noticia para la economía del país, pero que para mí y me imagino que para la mayoría de mis conciudadanos, constituye una verdadera vergüenza, no tanto por el hecho en sí sino por lo que de insolidario, abusivo, inoportuno, poco ejemplarizante y, evidentemente, demostrativo de que las cargas de la crisis siguen castigando de una forma distinta a las clases medias y trabajadoras respecto a las clases pudientes que, por lo visto, siguen sin alterar sus costumbres, viviendo en otra galaxia y pasando de puntillas por encima del resto de españoles, para que no nos apercibamos de que existen dos varas de medir en cuanto a la distribución de los sacrificios que se nos imponen por el Gobierno a los menos favorecidos por la fortuna, respecto a aquellos otros ciudadanos a quienes les sobran medios y disponen de riqueza para continuar llevando una vida opulenta, sin que parezca que quienes tienen la obligación de hacer que los ricos contribuyan en mayor medida a paliar la recesión, el Estado, haya tomado medidas para obligarles a contribuir de una manera más equitativa y elevada a la lucha contra la evidente situación de penuria en la que se halla nuestra nación.

Y es que, cuando se nos decía que toda Europa estaba pasando por las mismas dificultades económicas y financieras que España, leemos la noticia de que el turismo extranjero, sólo en Barcelona, se gasta 11.300 millones de euros. Algo hay que no concuerda si añadimos que, el turismo extranjero del pasado verano, fue muy numeroso y dejó cantidades importantes de euros para nuestro sector turístico; luego, si vienen turistas en tan grandes cantidades será porque disfrutan de mejor situación económica que nosotros que apenas podemos viajar a alguna ciudad o pueblo español para visitar a nuestros parientes. Pero, no se acaban aquí las sorpresas si nos atenemos a una noticia de Europa Press que informa de que “El sector de lujo sube un 25% y prevé un 2012 en expansión” ¡¡Un 2012 en expansión!! La locura, señores, cuando el FMI nos augura dos años más de crecimiento negativo o casi negativo, los salarios se congelan, las pensiones suben un 1% y las industrias y comercios siguen cayendo en el pozo de los desguaces, alimentando el desempleo que no para de crecer a pesar de los esfuerzos que todos estamos haciendo para evitarlo.

¿Cómo podemos entender que los coches de lujo, las joyas, las viviendas lujosas, y la Alta Costura sigan boyantes cuando, en España, casi no se vende un utilitario, nadie compra joyas, las viviendas se pudren de abandono por falta de compradores y la mayoría de ciudadanos intenta apañarse con la ropa que tiene o, a lo máximo, la lleva a las costureras para que la reformen? Porque, señores, en España hay grandes fortunas; existen capitales muy saneados y personas que ganan sueldos fabulosos, aunque muchos nos preguntamos, como en el caso de los banqueros que han llevado a sus entidades al borde de la quiebra, ¿por qué siguen al frente de sus entidades y siguen cobrando nóminas millonarias si lo único que han demostrado es que sólo han especulado con el dinero de sus impositores; cuando han tenido que recibir dinero del Estado, nuestro dinero, para salvarse de la quiebra? ¿Es esta una manera equitativa de distribuir el coste de la crisis? ¡No, evidentemente, no!

Que no se nos diga que se ha aumentado el IRPF y que, por ello pagarán más porque todos sabemos que esto no es cierto y que todas estas fortunas tienen medios fiscales y trampas legales para evitar pagar más que cualquiera de nosotros. Hace falta que, con urgencia, se proceda a la implantación de un impuesto sobre las grandes fortunas que corrija la irregularidad de que, los que menos ganan resulte que son los que más pagan. Sacrificios, los que haga falta, pero ¡para todos y proporcionales! O así pienso yo, señores.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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