– Això ens portera feine (en catalán: esto nos dará trabajo)- mi amigo el barbero introducía los dedos entre la pelambrera que cubría mi nuca hasta los hombros, mientras con la cabeza hacía signos de desaprobación – Si, es que me da mucha pereza venir a Barcelona salvo para aquello que es imprescindible, por ello voy dejando pasar el tiempo sin darme cuenta de que estoy hecho una facha – me excusé débilmente. Inmediatamente su gesto se transmutó y me obsequió con una de sus amigables sonrisas – No importa, en unos momentos lo arreglaremos – Empuñó las tijeras en una mano y el peine de finas púas en la otra y se aprestó a entrar a saco con aquella tupida melena de rizos encrespados y enredos imposibles de dominar. Acto seguido se dispuso a cumplir con su obligación de darme conversación – ¿Qué me dice? Usted que se dedica a escribir sobre política y políticos – no pude dejar de notar un cierto tono despectivo por lo que, para él, sin duda era una pérdida de tiempo – ¿cree que estamos tan mal como dicen? – Había llegado el momento de divagar – Si, si, es posible que estén en lo cierto – A partir de aquel momento empezó un monólogo, a cargo del émulo de Fígaro, sobre todo lo que hacía falta enderezar en España y lo que él haría si estuviera en el puesto de Rajoy. Comencé a sentir que el sopor me cerraba los ojos mientras mecánicamente iba repitiendo: “sí, si, tiene usted razón”.
Lo que puede que ignorará el profesional de la tomadura de pelo, es que cada vez que él iba aumentando el coste de sus servicios yo iba espaciando las visitas a la barbería; de modo que, últimamente, se han reducido a cuatro al año. ¡Qué quieren, yo soy un jubilado y el aumento de un 1% de la pensión no da para mucho! De todos modos hoy toca hablar de la explosión. De la erupción de propuestas, proyectos, cambios y rectificaciones que, como un río de la más candente lava política, ha brotado del nuevo gobierno del PP que, como si de pronto se hubieran dado cuenta de que no se podía retrasar más la toma de medidas urgentes y la puesta en práctica de las promesas que hicieron a sus votantes, en su campaña previa a las elecciones; han conseguido sorprendernos, a propios y extraños, no sólo por la entidad y oportunidad de las medidas que piensan poner en práctica, sino por la valentía que supone lanzar una batería tan importante de cambios, cada uno de los cuales representa una carga de profundidad en la línea de flotación del entramado legal tejido por el PSOE, naturalmente, con la intención de ir blindando su permanencia en el poder.
Es imposible hacer un análisis en profundidad de cada una de las medidas anunciadas, pero sí resaltar el protagonismo del señor Ruiz Gallardón, que tengo que decir que me ha sorprendido agradablemente, porque confieso que tenía de él un concepto, no muy favorable de ser un político muy capacitado pero también muy marrullero y poco amigo del enfrentamiento directo con el PSOE-. Rectifico y no me duelen prendas decir que, todas las modificaciones que ha propuesto, todos los cambios que ha anunciado en el campo de la Justicia, en la elección del TC y del CGPJ, en la despolitización de la Administración de Justicia, en lo referente a implantar una tasa para la segunda instancia con el fin de limitar el abuso que, por parte de muchos ciudadanos, se hace de los tribunales; son medidas de calado que muchos ciudadanos, especialmente los simpatizantes del PP, estábamos esperando con ansia que se produjeran.
En líneas generales, sin que una ulterior revisión, con más detalle, de todos los cambios que se han anunciado hoy, incluyendo el aviso de que, el Gobierno, a pesar del acuerdo que, en algunas materias, hayan conseguido la patronal y los sindicatos; va a hacer una reforma, en profundidad, de la legislación laboral Es evidente que, a Bruselas y al ECOFIN,, no se les puede intentar engañar de nuevo, con tibias medidas o con intentos de evitar los cambios imprescindibles que se nos exigen mediante trucos que, por viejos, ya no engañan a nadie. Otro ministro del que teníamos algunas dudas, respecto a la energía con la que iba a actuar en el problema de la banda terrorista ETA y de sus socios de Bildu y Amaiur; el señor Jorge Fernández, debemos felicitarnos por las enérgicas declaraciones con las que ha salido al paso del intento de los nacionalistas vascos de convertir, la presunta renuncia de ETA a la violencia, en una especie de chantaje para conseguir el acercamiento de presos etarras mediante su traslado a las prisiones vascas, con lo que se facilitaría la comunicación entre ellos y la recepción de consignas desde ETA.
Es tal la avalancha con la que la señora Vicepresidenta y los ministros del PP nos han sorprendido que, sin duda, ha tenido la virtud de dejar descolocada a toda la oposición, desde el PSOE hasta los partidos nacionalistas, lo que ha quedado demostrado por el nerviosismo con el que ha actuado el señor Jáuregui, visiblemente contrariado, quejándose de que no se les ha dado tiempo para poder contestar. Si ayer me quejaba de la lentitud con la que Rajoy iba deshojando la margarita de las reformas prometidas, hoy debo admitir, con agrado, evidentemente, que la nutrida batería de medidas anunciadas no puede más que reafirmarnos en nuestra confianza en que el nuevo Ejecutivo. Demuestra maneras y es evidente que, de seguir por este camino, no dudamos que va a conseguir el propósito de sacar al país del laberinto en el que está perdido.
Por si fuera poco nos llega la noticia de que las Cortes suspenden su aportación a las pensiones de los diputados y senadores. Si bien se mantiene los fondos anteriormente destinados para cubrirlas, al menos, no se va a seguir alimentando la injusticia que se perpetraba y el agravio comparativo que significaba que, en sólo 8 años de cotización, los diputados se llevaran una pensión infinitamente mejor dotada que la del resto de cotizantes a la Seguridad Social. Creo que tampoco debe preocuparnos demasiado el diagnóstico que, el FMI, ha hecho de España respecto al déficit español, previsto para el corriente año que, en teoría, no puede sobrepasar el 4’4% y que, según aquella institución, no va a ser inferior al 6%; una predicción que, no obstante, no parece que haya preocupado demasiado a las bolsas, ya que estamos consiguiendo colocar cantidades masivas de deuda soberana a unos intereses que, sólo hace unos meses, nos hubieran parecido inalcanzables. Una señal inequívoca de la confianza que inspira nuestro nuevo gobierno.
El equipo de ministros económicos, pese a algunas fricciones propias de los primeros momentos de la legislatura, se está mostrando fuerte y evidentemente competente, algo que hemos echado de menos en los anteriores titulares de dichos ministerios que, evidentemente, no tenían ni la categoría ni la preparación que los hicieran aptos para el cargo. Queremos pensar que, con un poco de suerte y contando con la energía y la fortaleza del Gobierno para resistir las posibles reacciones de los Sindicatos y de los grupos antisistema o progresistas; quizá en unos meses, tengamos la suerte de comenzar a ver germinar aquellos brotes que, la señora Salgado, nos prometió, pero que se agostaron apenas nacer. O esta ha sido, señores, mi valoración de la actualidad.
Miguel Massanet Bosch