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El primer paso de la izquierda para acabar con la democracia (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el febrero 22, 2012 por admin6567
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Cuando el señor Mayor Oreja hablaba de la “hoja de ruta” que existía entre ETA y el PSOE del señor Zapatero, muchos, incluso miembros y dirigentes del propio PP, sonreían displicentemente como si lo que decía el antiguo ministro de Interior del señor Aznar, fueran fruto de una imaginación excesivamente influida por los prejuicios personales del protagonista. Luego, aunque muchos no quieran reconocerlo, se han ido cumpliendo, punto por punto, todos los vaticinios que había hecho el señor Mayor como si siguieran el mismo calendario que había previsto el político vasco. Hoy, el señor Mayor Oreja, como le ocurrió en su día a la señora María San Gil, ha sido apartado de la primera fila de la política, con lo que se ha despreciado un gran ministro del Interior, y un gran conocedor de la problemática vasca, amén de ser una persona íntegra a carta cabal. Quizá por esto, porque  no se deja doblegar y siempre va con la verdad por delante, resulta una persona incómoda para sus mismos compañeros de partido.

Estamos acostumbrados a que, a los políticos, se les llene la boca con la expresión “Estado de Derecho”, que salga a relucir en cada ocasión en que les convenga, para justificar sus actuaciones y, sin embargo, ¡en cuántas ocasiones, en aras de conveniencias del gobierno, intereses de partido, sectarismo idealista o políticas electorales, se deja aparte la legalidad y se entierra el Estado de Derecho, sin que nadie que ose reclamar su cumplimiento! Ya lo comenté cuando supe fue nombrado ministro de Interior el señor Jorge Fernández Díaz, para mí no era el tipo de persona adecuada  para un cargo que, evidentemente, iba a ser puesto a prueba por las izquierdas, enardecidas por haber pedido las elecciones. El recurso a sacar a las calles a los descontentos, a los extremistas, a los okupas, a los comunistas y a los del famoso 15M, que ahora, desprovistos de su máscara de inocencia política, ya se han agregado, como un grupo antisistema más, para luchar contra del poder establecido; atribuyéndose la representación del pueblo; ha sido el método utilizado siempre por los enemigos de la democracia verdadera.

El señor Fernández tiene muchas cualidades y es persona inteligente y preparada, pero quizá, como todos aquellos que proceden del anterior régimen, tiene un marcado carácter de funcionario, en el sentido de plegarse a negociaciones y cesiones para evitar conflictos, algo que, desgraciadamente, ya ocurrió con el gobierno de ZP y, las consecuencias, han sido: el tener a Amaiur en las instituciones y en Catalunya con un nacionalismo pujante y un Estatut, que son la antesala de la autodeterminación. Un  perfil como el  del mismo Mayor Oreja habría, sin duda, cuadrado más a una situación, por otra parte más que previsible, en la que PSOE y la izquierda de Cayo Lara; tienen los planes trazados de su propia “hoja de ruta”, en la que están marcadas las acciones a llevar a cabo en contra del legítimo Gobierno, con el objeto de desgastarlo, obligarlo a rectificar, deslegitimarlo y finalmente, si se pusiera a tiro, derrocarlo. Al frente de todo ello se ha puesto a un especialista en la materia, muy experimentado y con los suficientes recursos para conseguir erosionar y poner en la picota al gobierno de Rajoy. No hace falta decir que, el señor Rubalcaba, es la persona adecuada para planear con pelos y señales lo que, sin duda, será un ataque en toda la línea de flotación del ganador absoluto de las pasadas elecciones del 20N, el PP.

La táctica, por otra parte, es sobradamente conocida: se toma como base a dos colectivos sumamente eficaces a la hora de armar alboroto; se utiliza a los docentes, mayoritariamente de tendencias izquierdistas, y se les encomienda sembrar entre los alumnos, maleables ante cualquier supuesta injusticia, las ideas de que se está cometiendo un atentado contra las libertades, que el Gobierno pretende actuar contra el pueblo y que hay que evitarlo mediante protestas. ¡A bodas me convidas! Poder expresarse a gritos en la vía pública y, de paso, faltar a clase, es un bombón imposible de rechazar. Por otra parte, se acude a los sindicatos, unos señores a los que se les han quitado subvenciones y rebajado poderes, para que empiecen a calentar motores. Ya tenemos los dos ingredientes para iniciar las revueltas, a las que luego se incorporarán  toda la caterva de marginados, voluntarios o involuntarios, aupados por los de la farándula y azuzados por los agitadores de oficio; apoyados en esta misión por los medios de comunicación afines a la izquierda ( la mayoría);  unos abiertamente y sin ocultar sus deseos de emponzoñar el conflicto y otros como la TV1  que,¡cuándo el señor Rajoy se dará cuenta del enemigo que tiene en la plantilla del ente público! aparentando objetividad, deja que los reporteros gráficos hagan la labor de desinformación, grabando las escenas de los policías cuando cargan pero hurtando a la audiencia las en las que los manifestantes provocan, insultan, tiran botellas y otros objetos a la policía, que mucho hace con mantener el tipo.

Supuestamente, la manifestación “pacífica” la iniciaron los estudiantes del instituto Lluis Vives de Valencia, sin embargo, entre los primeros 25 detenidos no había ni uno solo que perteneciera a tal centro docente. ¿Curioso, no? La delegada del Gobierno, en la inopia, no tiene otra ocurrencia que citarlos para “dialogar”. Un error que va a pagar caro ya que les ha dado lo que necesitaban a los revoltosos, ¡protagonismo!; algunos ya han hablado, en un gesto neroniano, de “Vamos a continuar quemando las calles de Valencia”.  Una periodista que se lanza al ruedo ¿quién la mandaba entrometerse, si su función era informar?, que es retirada de la circulación entre chillidos histéricos y un  joven detenido con un poco de sangre en la cara, son los detonantes que necesitan las cámaras de las TV para hacer su trabajo de desprestigio de la fuerza pública. Nada nuevo bajo el Sol-. Un ministro de Interior que, en lugar de salir inmediatamente en defensa de la policía, empieza por reconocer que puede haber “algún exceso policial”. Pero, señores, ¿en qué mundo estamos? Un ministro que acepta por buenas las malévolas voces de la izquierda acusando de brutalidad a la policía, cuando quienes la acosaron fueron los manifestantes, como prueban los 11 heridos sufridos por la policía contra 4 de los agresores; no merece continuar en su puesto.

Parece que las fuerzas de orden han de estar de voiyeurs, como si, su sola presencia,  bastara para detener a los gamberros que, sin permiso,  se manifiestan y ocupan las calles, destrozando mobiliario urbano, lanzando objetos contundentes a los agentes del orden. Resulta patético que haya políticos, que se consideran demócratas, que no sepan que lo principal de una nación es defender la legitimidad y mantener el Estado de Derecho. ¿Para qué tanta protección, tantos elementos disuasorios y tantos entrenos si luego se deben quedar mirando como unos insensatos se apoderan de las calles? Pero, así es como se fraguan las revoluciones. Se ha conocido un documento secreto interno de la UGT, de Castilla-La Mancha, en el que se ordena a sus delegados que emprendan “acciones contundentes” que, para que no se les puedan atribuir, se han de comunicar a los afiliados por teléfono. Ahora sí, oficialmente, y con el completo respaldo del PSOE para los manifestantes, (Valenciano se ha rasgado las vestiduras y “se siente indignada” porque “la policía actuó de forma indiscriminada y desproporcionada frente a jóvenes adolescentes” por lo que les da su “apoyo” y les muestra la solidaridad del PSOE).

Si así empezamos la legislatura ¿cómo acabará? Por desgracia, mucho nos tememos que, como dicen en mi pueblo “a golpe de cirio”. O eso pienso yo.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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