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En desvergüenza tanto monta, monta tanto Méndez como Toxo (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el marzo 10, 2012 por admin6567
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Es evidente que los sindicatos mayoritarios en este país, CC.OO y UGT, quieren hacerse perdonar su pasividad, descarada e incomprensible, durante las dos antecedentes legislaturas del gobierno del PSOE. Mientras, mes tras mes, las filas del desempleo fueron agrandándose a causa de la falta de reacción del Ejecutivo y el retardo con el que, el señor Rodríguez Zapatero, admitió que España estaba tan afectada por la crisis como el resto de países europeos, si no más; los dos sindicatos se mantuvieron en “sus cuarteles de invierno” viendo indiferentes como la situación de nuestra nación se iba agravando, mientras el gobierno socialista era incapaz de tomar las prevenciones adecuadas para parar la sangría de empleos que, cada vez con mayor rapidez y cantidad, se iba produciendo, a medida que iban pasando los meses y la situación económica, en lugar de mejorar, se iba agravando, tanto en cuanto a empresas que quebraban como en cuanto a los trabajadores que, como consecuencia de ello, perdían sus empleos.

No obstante, lo más vergonzoso de esta actitud complaciente con el gobierno socialista del  señor Zapatero y del señor Rubalcaba; lo podemos encontrar, sin duda, en la forma como, el anterior Ejecutivo, compraba el silencio, la complicidad y la “paz social” a los sindicatos, consiguiendo que se mantuviesen callados, inoperantes y mirando hacia otro lado, ajenos a la grave situación a la que estaban llevando a España sus compañeros ideológicos. La sangría que estas sanguijuelas, vendidas a un gobierno evidentemente incapaz de dirigir la nación, poblado de ministros incompetentes y, como se está demostrando ahora que han quedado fuera del poder, marrulleros o imputados en diversos expedientes como presuntos delincuentes; haya sido, durante años, la comidilla  de propios y extraños que han visto como, los millones iban entrando en las arcas sindicales, para cursos de formación y otras obras sociales, han ido desapareciendo sin que se sepa cuál ha sido su destino final. La falta de control de la contabilidad interna de estas instituciones y la  irresponsabilidad de quienes debieran haberlos gestionado, no permiten averiguar qué ha sido de ellos, aunque es fácil adivinarlo.

Hay que decir que, la antigua rivalidad existente entre CC.OO y UGT durante años, en los que se disputaban con fiereza la hegemonía del sindicalismo dentro de la nación, ha quedado desaparecida desde que, ambas instituciones, se dieron cuenta de que, andando de la mano, conseguían mejores resultados ¡evidentemente económicos!, que por separado. En realidad, los trabajadores españoles debieran plantearse si existe la necesidad de que siga habiendo dos sindicatos cuando, evidentemente, saldría más económico que formaran uno sólo, con lo que se ahorrarían duplicidades tanto en los mandos y liberados como en las retribuciones de los dirigentes, con un evidente ahorro para la nación. Hoy da gusto ver como se miran, arrobados, Toxo y Méndez cuando uno de ellos despotrica contra el Gobierno o cuando el otro intenta arengar a sus seguidores para que se levanten en armas contra la reforma laboral emprendida por el señor Rajoy y su equipo de gobierno. Ninguno de ellos parece haberse enterado de en qué consisten los cambios que se pretende hacer, ninguno de ellos sabe o demuestra saber que no se han recortado ninguno de los derechos de los trabajadores, como no fuere para intentar dar facilidades a las empresas para flexibilizar sus plantillas cuando tengan problemas económicos, en lugar de  tener que prescindir de todo su personal…

Hablan del abaratamiento del despido libre cuando, lo único que se ha disminuido, ha sido la indemnización por el despido disciplinario (39 días) cuando resulta improcedente. Nada que ver con la de aquellos que son despedidos por causas objetivas, como antes se llamaban y que, ahora, han quedado clarificadas y convenientemente especificadas. Se olvidan, estos sindicalistas, cuando intentan movilizar a la gente para la huelga general el día 29M, de que se tratan de medidas que se nos exigen desde Europa, que ya las debió de implantar el señor Zapatero pero que no se atrevió a hacerlo por miedo a que lo descabalgaran del poder. España no se encuentra en condiciones de enfrentarse a Europa sola; dependemos demasiado de poder endeudarnos para atender nuestros compromisos de pago de la deuda, que nos dejaron los gobiernos de Zapatero,  contratada a costa de pagar intereses altísimos y de tener que garantizarla con seguro contra impagos, que iba ascendiendo a medida que la fe de los inversores iba disminuyendo respecto a la  confianza en nuestro gobierno.

El señor Méndez y el señor F. Toxo, haciendo honor a su entinte con el PSOE, enrabietados haber perdido poder y medios para hacerse con pingües honorarios, a causa de que, de ahora en adelante, el convenio de empresa tendrá preferencia sobre todas las otras modalidades y, evidentemente, las posibilidades de control sobre las empresas les va a ser más dificultosa; a lo que se puede añadir el recorte de las cantidades que van a recibir a cargo del Tesoro público, con motivo de las medidas de austeridad dictadas por el nuevo Ejecutivo; han decidido, en un último esfuerzo para salvar su honrilla personal, jugarse a una baza su porvenir convocando una huelga general aprovechando la coyuntura de que el Ejecutivo de Rajoy ha puesto sobre la mesa todo su juego, para dispar toda duda sobre sus intenciones con respecto a las reformas que piensa impulsar en España. Sin duda que, Rajoy, está dispuesto y no se van a andar con paños calientes, en cuanto a hacer los esfuerzos precisos para levantar a España y poner freno al paro,  el problema más acuciante de nuestro país.

Ya es hora de que, los sindicatos, dejen de preocuparse de aumentar los salarios a los que tienen trabajo; de protestar porque se les exijan sacrificios económicos y más horas de trabajo; que hagan remilgos cuando se les pide más productividad o que, a favor de aquellos que no tienen ningún ingreso para atender a sus familias, se les recorten algunos privilegios de los que antes disponían. A esto, señores sindicalistas, se le llama solidaridad y todos, digo todos incluidos ustedes, deberían colaborar a que, de una vez por todas, se pare la sangría de perdida de puestos de trabajo, se le den facilidad a las empresas y autónomos para poder reanudar o emprender nuevos negocios, con una disminución de la fiscalidad, con la supresión de trámites dilatorios; con la contratación por un años de trabajadores en condiciones especiales ( mejor que seguir sin hacer nada en el paro); con posibilidades de despidos baratos en caso de pérdidas etc. El pretender mantener una legislación arcaica, demodé, evidentemente inadecuada y perniciosa para nuestro desarrollo económico; es tanto como querer condenar a nuestra nación al ostracismo, a la miseria y a impedirnos ponernos a la altura que Europa nos está pidiendo. En caso contrario, no queda más que el regreso a la peseta, con las consecuencias nefastas que ello representaría para todos los españoles.

El que, cuando apenas el Gobierno haya tenido poco más de dos meses para intentar realizar una política distinta a la que, desgraciadamente, nos condujo a la peligrosa situación en la que nos encontramos; unos sindicalistas, con ideas decimonónicas, consignas frente populistas y una evidente intención de perjudicar el desarrollo del país; convoquen una huelga general, no tiene otra explicación que la del desprecio al veredicto de las urnas que legitimó un cambio radical de política. O esta es, señores, mi opinión sobre este tema.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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