La crisis está dejando a miles de franceses, sin casa, sin empleo y sin futuro. Un golpe directo al estado de bienestar que, dicen, aún podría tener consecuencias más catastrófica. Una complicada nueva Europa.
PARÍS, LIZ ALDERMAN (*). Publicado en Diario EL PAIS (Ver aquí)
Cuando Melissa dos Santos sale de trabajar, se va a su hogar, una pequeña casa rodante en un camping a 45 kilómetros al norte de París, donde viven veintenas de personas que apenas llegan a fin de mes.
"Crecí en una casa; y vivir en una campamento no es lo mismo", dijo con nostalgia Dos Santos, de 21 años.
Sus sueños de llevar una vida más normal en un apartamento con su novio, se esfumaron cuando los dos aceptaron empleos de medio tiempo -ella en un supermercado y él como barrendero- tras meses de buscar sin ningún éxito otro mejor pagado. "La gente nos dice marginados", comentó. "Eso nos consume".
Es posible que se esté enfriando la prolongada crisis del euro en Europa. Sin embargo, la aflicción económica que ha dejado está empujando a que una creciente ola de trabajadores padezca estrecheces en Francia y por toda la Unión Europea.
Hoy, cientos de miles de personas viven en campamentos, vehículos y baratas habitaciones de hotel. Millones más comparten espacio con familiares porque no cubren los costos básicos de la vida.
Estas personas están en el extremo de los trabajadores pobres de Europa: un segmento en aumento que se desliza a través de la tan pregonada red de seguridad social de Europa. Muchos, particularmente los jóvenes, están atrapados en empleos mal pagados o temporales que remplazan a los permanentes, destruidos por la crisis económica de Europa.
Ahora, advierten economistas y funcionarios, todo va a empeorar. Conforme responden los gobiernos a la crisis presionando para que haya recortes más profundos al gasto, a fin de tapar huecos en los presupuestos y tener mayor flexibilidad en sus fuerzas laborales, "explotará la población de trabajadores pobres", dijo Jean Paul Fitoussi, profesor de Economía en L`Institut d`Etudes Politiques en París.
Para la mayoría de los europeos, y especialmente los franceses, esto no debería estar pasando. Con generosas leyes sobre el salario mínimo y los sistemas de bienestar social más fuertes del mundo, los europeos están acostumbrados a pensar que están más protegidos contra un fenómeno al que asocian con Estados Unidos y otras economías del laissez faire.
Sin embargo, el Estado de bienestar, diseñado para asegurar que aquellos sin empleo tengan un ingreso básico y acceso a la atención de la salud y a la vivienda, está mal preparado para lidiar con el incremento sistemático de trabajadores que no ganan suficiente para ir tirando.
La tendencia es más alarmante en Grecia y España, pero aumenta aun en los más prósperos, como Francia y Alemania.
"Francia es un país rico", dijo Fitoussi. "Pero los trabajadores pobres viven en la misma situación en la que se vivía en el siglo XIX. No pueden pagar la calefacción, no pueden pagar la ropa para sus hijos; a veces, viven cinco personas en un departamento de nueve metros cuadrados. ¡En Francia!", exclamó.
Dos Santos y su novio Jimmy Collin, de 22 años, se mudaron al tráiler porque no querían vivir con sus familias y no tenían dinero para el enganche de un departamento. Collin, egresado del bachillerato con un oficio técnico adicional, buscó trabajo durante más de seis meses antes de conseguir un contrato de salario mínimo el año pasado, de 1.800 dólares mensuales, limpiando calles. Recibe el reducido estipendio que da el gobierno a quienes ganan bajos salarios, pero aún así les resultó difícil ahorrar después de pagar los impuestos y los gastos básicos. La espera para la vivienda subsidiada es de más de cinco años. Dos Santos, también egresada de bachillerato, se abalanzó sobre el empleo en un supermercado Carrefour cuando no pudo encontrar trabajo a través de uno de los centros nacionales de empleo de Francia, donde se ha sobrecargado a los asesores que se supone debían manejar 120 casos asignándoles hasta 500 a cada uno. Sin embargo, su jefe no le permite trabajar más de 35 horas semanales y no encuentra un ingreso suplementario.
Hasta 120,000 personas viven en campings, según Observatoire des Inegalities, un organismo social de control. Aunque no es un fenómeno nuevo, los funcionarios dicen que se está acelerando.
Incluso, algunas personas con empleos de clase media viven en el límite. Bruno Duboscq, de 55 años, un gerente de recursos humanos en una pequeña empresa en el centro de París, se mudó a un vehículo recreativo en el estacionamiento del Chateau de Vincennes, un espléndido castillo del siglo XII en el este de París, hace tres años, cuando los gastos de un pequeño departamento lo dejaban con muy poco dinero a fin de mes.
"La gente en el trabajo estaba impresionada cuando se enteró que vivo en un camping", dijo Duboscq, quien está próximo a retirarse y espera que los ahorros extras lo saquen de apuros cuando no trabaje. "Cada vez es más difícil ir tirando".
No obstante, le va mejor que a la mayoría de sus vecinos. "Hay más y más miseria alrededor", dijo. "Aquí hay muchas personas, especialmente jóvenes, que viven en sus coches", notó. "No les pagan bien, es difícil pagar un apartamento, y el precio de todo aumentó muchísimo".
Muchos tienen contratos temporales que evitan prestaciones y protecciones laborales que los empleadores son renuentes a asumir.
Los empleos contractuales han crecido y lo seguirán haciendo mientras los políticos en Francia y otros países los fomenten para reducir el desempleo. Sin embargo, estudios recientes advierten que ello podría hacer que aumente la pobreza de las personas con empleo porque les pagan menos y tienen menos prestaciones.
Isabelle Maquet Engsted, analista sénior de la Comisión Europea, dijo que los esfuerzos políticos para alentar el empleo temporal pueden echar cortinas de humo sobre los problemas que tiene Europa para generar un crecimiento económico sólido y empleos bien remunerados. "Tenemos signos de que las cosas no van a mejorar porque los empleos que se están creando son los que conllevan un riesgo más alto de pobreza", explicó.
Matthieu, de 31 años, un trabajador de la construcción que se gana la vida con empleos a plazo fijo, se pregunta por qué los dirigentes europeos parecen centrar más la atención en proteger a las instituciones financieras.
Francia goza de una imagen hermosa, dijo en el estacionamiento del Chateau de Vincennes. "Pero no es como en los países anglosajones", comentó. "Ahí, llegas, sabes cómo hacer alguna cosa; puedes subir. Ese es el sueño estadounidense".
"Nunca, en ninguna parte del mundo, oyes que alguien hable sobre el sueño francés", agregó, e hizo una pausa para mirar hacia una hilera de carpas. "No hay tal sueño en Francia".
(*) The New York Times.
Trabajador sumergido
En 2010, el último año con datos disponibles, 8,2% de los trabajadores en los 17 países de la Unión Europea que usan el euro vivían con 10.240 euros, o cerca de 13.500 dólares anuales, por debajo del umbral promedio de pobreza para la región para trabajadores adultos solteros, en comparación con 7,3% en 2006, según Eurostat.
La situación es casi el doble de mala en España y Grecia.
Aunque las comparaciones directas son difíciles debido a los distintos estándares, el Departamento del Trabajo estadounidense estimó que 7% de los trabajadores adultos solteros en Estados Unidos ganó menos de 10.830 dólares en 2009, el umbral de pobreza para ese año, en comparación con 5,1% en 2006.
A Francia le va mejor que a la mayoría de los países europeos, con un 6,6%, pero es probable que el fenómeno no sea tan alarmante en ninguna otra parte. Aunque el país parece exudar prosperidad, la cantidad de trabajadores pobres aumentó en relación al 6,1% en 2006, y los expertos pronostican que seguirá creciendo.
En Francia, la mitad de los trabajadores ganan menos de 25,000 dólares. El salario mensual medio es de 2.199 dólares, 26% por arriba del promedio de toda la Unión Europea.
En 2011, los contratos temporales representaron 50% de todas las nuevas contrataciones en la Unión Europea, según datos de Eurostat
El alto costo de la vida y la dificultad que enfrentan muchas personas para asegurar tener una vivienda asequible (los precios de las casas aumentaron 110% en la última década, y se piden enormes depósitos por adelantado en la mayoría de los sitios que se rentan), dejan a un creciente número de personas en la calle.
Hay 120 mil personas viviendo en campings en Francia, la mayoría con empleos mal pagos y por contrato.