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O actuamos con sensatez o nos precipitamos al abismo (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el mayo 8, 2012 por admin6567
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Nunca es posible calcular lo que puede esperarse de los hombres que no obran por principio fijos, sino conforme a intereses que cambian a cada momento

Don Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas, fue un político, diplomático, parlamentario y filósofo liberal del siglo XIX, defensor y hombre de confianza de doña María Cristina y dio apoyo a los isabelinos en la Guerra Carlista. Y es a este personaje de tanto prestigio a quien le debemos esta opinión sobre la versatilidad de los hombres: "Nunca es posible calcular lo que puede esperarse de los hombres que no obran por principio fijos, sino conforme a intereses que cambian a cada momento". Y si quisiéramos definir el estado de ánimo del pueblo español en estos difíciles momentos por los que está pasando la nación quizá lo podríamos resumir en dos palabras: temor y desconfianza. Nos cuesta tener que admitir que cada día que pasa la percepción que tenemos de lo que nos espera en un futuro a medio y largo plazo no puede ser más pesimista. Si la situación europea no deja de darnos mensajes de falta de unidad, descoordinación de políticas, desconfianza mutua y falta de una política unitaria y decidida que afronte con realismo, eficacia, solidaridad y autoridad los graves problemas que afectan a la Eurozona; lo cierto es que, por lo que se refiere a nuestra nación, la sensación predominante es de que nos encontramos a las puertas de un caos.

No es posible, o al menos los ciudadanos de a pie tenemos esta percepción, que un gobierno que ha obtenido la mayoría absoluta en las cámaras de la representación popular, parezca que está dando tumbos, cambiando de decisiones, prácticamente a diario, y consintiendo que la oposición del PSOE e IU, apoyadas por las comunidades catalana, vasca y andaluza; consigan dar la impresión de que son ellos los que tienen la clave de la solución del problema y pretendan, sin que nadie se lo recuerde constantemente, simular que no son los causantes de este desmadre económico, financiero y social que padecemos y que, por el contrario, intentar vender a los españoles que están en condiciones de sacar del marasmo a España, cuando fueron, precisamente, ellos quienes la metieron en él.

Duele escuchar a la señora Soraya Sáez de Santamaría (por cierto, debería corregir este acento chulesco con el que se expresa y aprender a hablar con más naturalidad) hacer una llamada dramática a los del PSOE, cuando sabe que difícilmente va a conseguirlo y, lo único que logra, es darles alas y otorgarles una capacidad de influir en la política española de la que carecen en la actualidad. Aún sabiendo que, el nuevo gobierno, se ha visto obligado a la fuerza (por las razones que todos conocemos), a cambiar sus ofertas electorales por una serie de medidas de extrema dureza con el fin de evitar ser intervenidos por Europa o que seamos expulsados de la Zona Euro; parece obligado que el Ejecutivo se aperciba de que, entre la población, se va creando una cierta crispación a medida que pasan los meses y no se observan medidas que den la sensación de estar encaminadas a otra cosa que no sea estrechar, cada vez más, el dogal alrededor de los bolsillos de los ciudadanos.

Es preciso pues, que el señor Rajoy se prodigue más, que salga en la TV para tranquilizar o, al menos, darles explicaciones claras a los españoles de los pasos que se están dando, de los motivos por los que se dan y de los objetivos que, a medio y largo plazo, se pretende conseguir. Por otra parte, da la sensación de que, la anunciada medida de ir eliminando empresas públicas innecesarias, de ir acumulando los servicios actualmente desempeñados por muchos ayuntamiento mediante contratas, para ser absorbidos por las diputaciones provinciales, centralizándolos ahorrando, con ello, el despilfarro de que muchos municipios, de pocos habitantes, deban asumir un coste demasiado oneroso, con la gran ventaja de que al estar gestionados por la Diputación se pueden reducir sustancialmente los costes de los mismos Por otra parte, estos organismos, deberían renunciar a otras funciones que, evidentemente, no parece que les competan demasiado como por ejemplo, la organización de actos culturales.

Y, hablando de comunidades autónomas, parece que se deberían adoptar medidas, desde el Gobierno, encaminadas a evitar que, algunas de ellas, particularmente Andalucía, Catalunya y el País Vasco, pretendan ejercer presión sobre el Gobierno para conseguir que, las medidas de austeridad que ha promulgado, queden sin efecto, negándose a ponerlas en práctica, en clara desobediencia y enfrentamiento a unas competencias que radican en el Gobierno de la nación. No debería permitirse que, los gobiernos autonómicos, como ya vienen haciendo algunos, como Catalunya, acostumbrados a saltarse a la torera las sentencias del TSJC, del TC y del TS se salgan con la suya sin que les ocurra nada ni se apliquen las medidas excepcionales que, para estos casos, se establecen en el Art. 155 de la Constitución de 1.978, donde se habla, con toda claridad, las medidas que puede aplicar el Estado cuando las autonomías incumplen las normas estatales que les afectan o se niegan a acatar las resoluciones judiciales.

Si, en virtud de lo establecido en la, recientemente aprobada, Ley de Estabilidad Financiera, pueden ser intervenidas aquellas autonomía que no cumplan con los topes de déficit que se han establecido. Y si el mismo señor ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, señor C. Montoro, dejó claro que no le temblaría el pulso si tenía que intervenir a alguna de ellas; no vemos porque el Gobierno no puede hacer uso de la potestad que le otorga el citado Art. 155 de la Constitución, teniendo mayoría absoluta en las dos cámaras, para advertir a aquellas autonomías que pretendan hacer un frente común para oponerse a las normas de austeridad dictadas por el Gobierno, que la actitud que están adoptando queda comprendida, con toda claridad, dentro de las causas que autorizan para que se les obligue a acatarlas. No estamos en tiempo para que, el Ejecutivo, se deje amilanar por gobiernos territoriales que pretendan sacar tajada de los apuros económicos y financieros con los que debe apechugar para no quedar excluidos del mercado de capitales o se nos elimine, por la UE, de la Zona Euro; algo que es muy posible que le ocurra a Grecia, si sus dirigentes persisten en actuar movidos por sus intereses partidistas.

En estos momentos, lo peor que le puede sucedes a España es que, los ciudadanos, les demos motivos para desconfiar de nosotros, de nuestro comportamiento como ciudadanos, de nuestra economía, de nuestra estabilidad financiera, de nuestras posibilidades de recuperación económica y de la solvencia y autoridad de nuestro gobierno (como garante de que la nación tiene la solvencia y la capacidad de hacer frente al pago de nuestras obligaciones y de sus correspondientes intereses); a aquellos que nos están vigilando de cerca, sean agencias internacionales de calificación de la deuda, fueren posibles inversores o los mismos componentes del ECOFIN o del Parlamento europeo y, muy especialmente los dos grandes bancos internacionales el BCE y el FMI de los que dependemos, si es que nuestra situación requiere de su apoyo.

El escuchar estupideces y canalladas en boca de la señora Valenciano, en la que parece que, el señor Rubalcaba, ha confiado la función de desbarrar, o la ignorancia supina de los señores Méndez y F.Tocho de los sindicatos, prometiendo utopías irrealizables; no hace sino reafirmarnos en que, o el señor Rajoy nos saca de ésta o estamos definitivamente condenados al rescate. O esta es, señores, mi opinión sobre el tema.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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