Es evidente que, cuando todo se pone en contra, cuando lo peor que puede suceder sucede, como afirma el señor Murphy en sus famosas leyes y hasta cuando llueve, caen chuzos de punta en lugar de la benéfica y bien recibida agua de mayo; resulta muy difícil gobernar una nación y, mucho más, si quienes han conseguida llevarla al límite de sus posibilidades se dedican, con gran fruición y empeño, a hacer todo lo que está en sus manos para intentar impedir que se lleven a buen término las medidas precisas para salvar al enfermo aunque, para ello, para salvarle la vida, sea necesario extirparle el bazo y sacarle parte del colon. Es muy propio de los españoles esto de cambiar de opinión, con una velocidad de vértigo, cuando se nos exigen sacrificios o se nos pide colaboración, momento en que nos dejamos convencer por cualquier demagogo o chiquilicuatre que tenga una potente voz y chille con más fuerza que los demás, pero que nos diga aquello que estamos deseando escuchar. Preferimos ser engañados a asumir la realidad y enfrentarnos con decisión a ella.
Ya, el ilustre escritor y dramaturgo francés, del siglo XVII, J.B. Poquelin Moliere, autor entre muchas otras obras, del Tartufo; refiriéndose al abogado Boileau, con quien mantenía una controversia, decía lo siguiente: ¿Qué vale la razón contra una garganta como ésa? Es evidente que, cada día, nos levantamos con nuevas noticias capaces de ponernos el vello de punta. Que si de una quiebra desordenada con visos de acabar con una nación que fue origen de la cultura y que va camino de acabar en una guerra civil; que si Bankia necesita urgentemente que el Estado la saque del apuro; que si los del 15M, siempre tan "pacíficos y democráticos" amenazan con no cumplir los límites que se
les han marcado por las autoridades y ¡lo que todavía resulta más incomprensible!, que la Delegada del Gobierno en Madrid, señora Cifuentes haya dicho que la autoridad actuará con "sentido común" y, por ello, ha ofrecido a los revoltosos, que vuelven a amenazar con colapsar Madrid, una nueva ubicación para que puedan acampar tranquilamente ¡A eso se le llama dar facilidades, sí señor!
No podemos entender que, un gobierno que ha alcanzado una mayoría absoluta en las urnas, precisamente para que evite que proliferen semejantes algaradas y que las calles se conviertan en lugar de actuaciones antidemocráticas; cuando se presenta la primera ocasión de hacer valer su autoridad, parece que esconde el rabo entre las piernas y se amilana ante el temor de tener que actuar con energía, como le requieren los votantes que ya están hartos de que su opinión, emitida por medio del voto, sea sustituida por los gritos y amenazas de unos cuantos miles de insensatos, activistas movidos por aquellos partidos interesados en que cunda el desorden y el caos en las ciudades españolas. Y lo mismo decimos de los amagos de suavizar las condiciones de los presos de ETA ninguneando a las víctimas del terrorismo de la banda.
Si, gracias al anterior gobierno socialista, tenemos 5'5 millones de parados y un millón y medio de familias con todos sus miembros en paro; no puede el Gobierno estar pretendiendo contentar a algunas autonomías rebeldes, que parecen dispuestas a romper la baraja democrática, para alzarse en rebelión en contra de las disposiciones del ejecutivo central. Por ello, nos indigna que, en Catalunya, se apele de nuevo al victimismo como si, durante las dos legislaturas anteriores, no hubiera salido beneficiada más que el resto de España, con la particularidad de que, gracias al señor Zapatero y su equipo, logró que le aceptaran un Estatut que nunca hubieran soñado conseguir. Ahora, en el momento en el que sería preciso que todas las regiones de España arrimaran el hombro y se dejaran de exigencias y amenazas; es cuando, el señor Mas, azuzado por los partidos de izquierdas y los más extremistas de su propio partido, ha elevado el listón de sus reclamaciones y parece dispuesto a ir de farol, ante el evidente desconcierto de la señora Camacho, del PP, que no se da cuenta de que su actitud seguidista está acabando de desacreditar a su partido entre sus votantes catalanes, que ven admirados como, por ejemplo, el PP haya apoyado una propuesta del gobierno catalán consistente en tapar el escudo de Felipe V, cubriéndolo con un panel con las cuatro barras de Catalunya. ¿A quién defiende esta señora? Primero apoya el pacto bilateral fiscal de Catalunya con el gobierno español y, luego, se queda sola en el Parlament cuando la mayoría de los partidos hablan de recurrir ante el TC las medidas de austeridad dictadas por el gobierno del PP. ¿En qué quedamos, señora mía?
Lo malo es que parece que, el PP, no ha acabado de asimilar su gran victoria electoral y da la sensación de que sigue empeñado en conseguir consensos con aquellos que se valen de su aparente indecisión y debilidad para hacer su agosto, dándole calabazas y excitando a la ciudadanía a manifestarse en contra de su política, aunque todos sepamos que, en estos momentos, no hay otro remedio que seguirla. ¿Cómo es posible que, el señor Mas, se permita subvencionar con 90.000 euros a unos "sardanistas" para que asistan a un festival en los Alpes o que, el año pasado, concediese 95.000 euros para una "Tamborinada" o que, la Generalitat, subvencionase con 299.500 euros el seguro de vida y responsabilidad civil de los integrantes del grupo de los "Castellers", que fueron a actuar en el extranjero? Si hablamos de promociones de la lengua catalana CC.OO recibió 76.000 euros para mantener su "servicio lingüístico"; UGT percibió 65.000 euros para un proyecto de de política lingüística en Catalunya y, el Omnium Cultural, recibió 19.500 euros para pagar a los "voluntarios por la lengua" y, si quieren más, les diremos que la Asociación en Defensa del Etiquetaje en Catalán obtuvo 33.000 euros para fomentar la denominada "Vive 24 horas en Catalán". Todo un despilfarro al que se añade, como no, al coste de las famosas embajadas en el extranjero que, aparte de lo que cuesta el instalarlas hay que mantenerlas, con lo que ello supone de gastos de personal, alquileres etc.
Y, mientras se lamentan de la poca ayuda que reciben del gobierno Central, se gastan los recursos públicos en lo que, para la Generalitat, parece como "intocable" para su camino hacia su utópica independencia. Hay que denunciar que, Catalunya, ha sido la comunidad que ha tenido más número de declaraciones de "concurso de acreedores" en el conjunto del primer trimestre del 2012, acaparando más del 58'4 % del total de todo el Estado, con 495 recursos, casi todos ellos correspondientes a empresas de bajo nivel de facturación o sea familiares y particulares. Y ante tanto desconcierto, los independentistas prosiguen haciendo proselitismo, ayudados por la Generalitat y, sin que haya nadie que parezca dispuesto a pararles los pies. Si queremos un ejemplo de los despropósitos que se están cometiendo, podemos decir que, en una localidad catalana con el topónimo de Berga, su ayuntamiento, con la abstención de CIU y PSC y el voto en contra del PP, presentó y aprobó una moción por la que se declara "persona no grata a SM don Juan Carlos I" y, ya puestos en harina, le retiraron el título de hijo predilecto de la localidad a Francisco Franco. Una muestra más de cómo los políticos van avanzando en su propuesta catalanista, un ejercicio que ya empezaron a ensayar con la famosa consulta sobre "la independencia de la nación catalana". Puede que esté equivocado pero, si se sigue con esta permisividad, cuando el Gobierno se quiera dar cuenta puede que ya sea imposible remediar el entuerto. O esa es mi opinión, señores.
Miguel Massanet Bosch