Marcello (Publicado en República de las ideas, aquí)
Cuando en la mañana del viernes la agencia Reuters anunció que según fuentes europeas España estaba a punto de solicitar a la UE el rescate de su sistema financiero, en Madrid se produjo un largo y estremecedor silencio que dio alas a la noticia. Poco después se dijo desde cargos intermedios del Gobierno que dicha petición no estaba prevista, pero sin un desmentido frontal, y más tarde desde el ministerio de Economía se añadía que la noticia era falsa. Y así se llegó a la rueda de prensa del Consejo de Ministros donde la vicepresidenta Sáenz de Santamaría declaró que por el momento no se había tomado ninguna decisión al respecto y que esperaban las evaluaciones del FMI (que ya las tiene el Gobierno) y de los auditores externos que examinan a la banca española para tomar una decisión.
Si esto fuera así, lo que es discutible a la vista del caos imperante en la política y la comunicación del Gobierno, la pregunta urgente es: ¿por qué la Secretaría de Estado de Comunicación no ofreció un desmentido tajante e inmediato a la noticia de Reuters, y hubo que esperar a que finalizara el Consejo de Ministros? Dos son las posibles respuestas a tan clara pregunta: que la famosa Secretaría de Estado de Comunicación que dirige Carmen Martínez Castro es un desastre, en cuyo caso esta señora debe ser destituida por las mismas o más razones por las que se cesó al portavoz del PP en la Comisión de Exteriores del Congreso; o porque la noticia de la agencia británica era cierta, y en Europa el ministro De Guindos había transmitido su disposición a pedir el rescate financiero con urgencia este mismo fin de semana, como a lo mejor lo exigían los alemanes y el BCE; pero al final la operación se frenó tras un tenso debate en el seno del Consejo de Ministros donde al final se decidió esperar un poco más hasta que dichos auditores externos concluyeran los exámenes de la banca española. Y por todo ello la vicepresidenta Sáenz de Santamaría declaró en su rueda de prensa que no se había tomado decisión alguna.
Pero de momento ya se ha creado la confusión, como en los líos de Bankia. Además ya no se escucha en Moncloa el discurso de que España no pedirá el rescate de la UE, ni tampoco aquel otro de que España exige ayuda directa a los bancos sin pasar por el rescate de los Estados, con mayor o menor intensidad (vía FROB, por ejemplo). No, ahora nadie descarta el rescate y lo único que se dice es que falta por ver a cuánto asciende la cifra del rescate que se va a pedir.
Y pronto empezará otra ceremonia de la confusión, para decirnos que el rescate que se ha pedido es de poca importancia, que solo afecta a la banca privada, y que las contrapartidas que impondrá Bruselas no serán tan fuertes como las de los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal. Es decir que todo ha sido ¡un éxito!, en vez de un fracaso estrepitoso de Rajoy, su Gobierno e incluso de su muy intensa ofensiva diplomática.
Cuando no hay información, además de confusión se genera una gran desconfianza frente al Gobierno donde los portavoces solo llaman a los medios a dar desmentidos pero nunca a dar noticias claras e inmediatas. Así el famoso castillo de la transparencia se cae cual castillo de naipes.
Y no estamos diciendo con ello que España no deba pedir dicho rescate de la UE, porque si es lo mejor para todos y no hay, o no nos dejan otra alternativa, cuando antes se haga mucho mejor. Ya dijo Rajoy que está dispuesto a hacer reformas a pesar de lo que había dicho en su campaña electoral, y así ha sido rectificando sus posiciones en muchos casos. Ahora Rajoy está a punto de volver a rectificar y visto cómo van las cosas quizás lo mejor sea que se produzca el rescate con sus propios niveles de intervención (así estaremos a resguardo del caos interior, como el vivido con el caso de Bankia). Pero lo que no puede pretender el Gobierno es mentir y decirnos que no ha cambiado nada y que no han tenido que rectificar. El rescate, por pequeño que sea, es una humillación para España que seguramente nos tendremos que tragar.