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Faena de aliño (por Fernando Savater)

Publicada el septiembre 5, 2012 por admin6567
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Ya es hora de que la España progresista tenga voz política en el País Vasco

Fernando Savater (Publicado en El País, aquí)

En la pasada Semana Grande donostiarra, la primera diseñada por el equipo
municipal de Bildu, la apuesta central y más innovadora era el concurso de
ensaladas con productos autóctonos, puesta en práctica festiva de la “soberanía
alimentaria” que la coalición lleva en su programa. La competición estaba
abierta a parejas jóvenes y atrajo ni más ni menos que a ocho, es decir, una
respetable multitud de 16 personas. No sé quienes se alzaron con el triunfo,
pero estoy seguro de que el jurado tuvo la deliberación difícil entre tan
excelentes obras de arte vegetales. Por esos mismos días, en la plaza de Illumbe
se celebró la habitual feria taurina, que atrajo como todos los años a varios
miles de personas. En vista de lo cual y atendiendo al sentir popular, el
alcalde ha decidido suprimir las corridas de toros y perpetuar los concursos de
ensaladas.

No voy a entrar de nuevo en el debate en torno a la fiesta taurina. Sabemos
que cuenta con adversarios elocuentes y algunos reinsertados de última hora,
como prueba el reciente artículo de Ferlosio publicado aquí mismo (aunque, por
ser a contraestilo, el resultado de este pentimento recuerda un poco al
eccehomo de Borja). Y por supuesto aún menos entraré en si se trata de una
fiesta “española” o “vasca”, como si lo uno se opusiera a lo otro, resistiéndome
a mencionar tantos apellidos vascos con olor a dehesa que se me vienen a la
cabeza (por ejemplo “Miura”, ¿les suena?). Además, dado que el surf
viene del Pacífico, los fuegos artificiales de China y las alubias de
Centroamérica, suprimir todo lo que no tiene origen vasco empobrecería
definitivamente la Aste Nagusia. De modo que abandonemos por ahora los toros a
su suerte: si sobreviven a Adrien Brody haciendo de Manolete, es que ya nada
puede acabar con la fiesta.

Por lo visto la mala salud da derecho no solo a cuidados
médicos sino a la libertad

Pero lo ocurrido este verano en Donosti me parece una metáfora de lo que ha
conseguido el radicalismo nacionalista en Euskadi y de lo que espera conseguir.
Primero, los modos. El Parlamento catalán abolió las corridas tras un debate,
todo lo trucado que se quiera, pero en el que se cubrieron las apariencias. En
cambio, el alcalde de San Sebastián, por sí y ante sí, ha decidido que un
espacio público construido para coso taurino sea dedicado a partir de ahora al
baloncesto, los conciertos, las ensaladas o lo que él quiera. No ha cometido el
error de su colega de Cestona, también de Bildu, que hizo un referéndum en la
localidad sobre la supresión de las corridas y obtuvo una respuesta negativa de
los ciudadanos, incluidos muchos votantes de Bildu. “Le está bien empleado, por
preguntar”, debió pensar el alcalde donostiarra. Cuando uno ya sabe lo que la
gente debe querer, ¿para qué perder el tiempo preguntándoselo y darles
así la oportunidad de equivocarse? Lo que hay que hacer es “normalizar” la vida
común, es decir, que la gente deje de empeñarse en sus gustos retrógrados y
españolistas, en elegir la lengua que prefiere hablar o en la que quiere educar
a sus hijos, en los triunfos deportivos que celebra o en los símbolos que exhibe
y se aficione a la ensalada aliñada al gusto abertzale, aunque esa
norma se la impongan 16 a 10.000 o a 100.000. Es lo que la señora Mintegi,
candidata a lehendakari por Bildu, llama “su talante democrático”.

Para eso han servido los años de domesticación a sangre y fuego que los
etarras —herederos en los métodos y en gran parte de los modelos ideológicos de
la dictadura franquista— han impuesto a nuestra sociedad. Para que sus
conmilitones ocupen el espacio público, por pocos que sean, y los demás, los
muchos más demás, rezonguen pero no se atrevan a hacerse visibles. Bien claro ha
quedado durante las concentraciones frente al hospital en que estaba internado
Bolinaga: podían ser sólo 40 ó 50, aunque los demás pesaban menos —fuesen
cuantos fuesen— porque no se atrevían a salir de casa. Y lo mismo ha ocurrido
con la disciplinada manifestación exigiendo la liberación de los presos
enfermos, pues por lo visto la mala salud da derecho no solo a cuidados médicos
sino a la libertad. Con que sean 2.000 los que protestan ya se convierten en la
totalidad del pueblo vasco, porque nadie va a disputarles la calle. Pero es que,
además, han logrado imponer su lenguaje incluso a quienes se sienten alejados de
sus planteamientos ideológicos: estamos en un “proceso de paz”, un “tiempo
nuevo”, todos debemos “dar pasos en la buena dirección”, deben respetarse los
derechos humanos conculcados de los “presos políticos” y acabar con la política
penitenciaria “represiva” (debe haber otra con fines lúdicos o algo así), hay
que denunciar “el resentimiento” y “las ansias de venganza” de ciertas víctimas,
etc… Se habla mucho de construir el relato colectivo de la memoria, que vaya
usted a saber lo que es, pero no se recuerda suficientemente que los pasos en la
buena dirección para acabar con la violencia y el enfrentamiento civil los
dieron ya hace 35 años la mayoría de los españoles, salvo los etarras y sus
servicios auxiliares. Que siguen sin darlos, pero reclamándolos a los demás.

Los socialistas vascos sólo parecen esforzarse en poner
sordina o retrasar los avances del nacionalismo

Y eso no lo ha remediado, lamentablemente, el gobierno socialista en la CAV,
apoyado por el PP vasco, que tantos acogimos con gran esperanza y que yo aún
sigo pensando que —al menos en sus comienzos— supuso un esbozo de progreso
aunque fuera insuficiente. Como en otras ocasiones pasadas, los socialistas
vascos sólo parecen esforzarse en poner sordina o retrasar los avances del
nacionalismo, pero sin plantear realmente un modelo alternativo. Ofrecen los
mismos platos identitarios que los nacionalistas, aunque en raciones de menú
infantil. Eso debe ser el nacionalismo no sabiniano de Egiguren, que a los no
nacionalistas nos gusta tan poco como el otro y a los nacionalistas, claro,
mucho menos que el suyo… como temo que se verá en las próximas elecciones. Se
dice que hay que evitar el enfrentamiento dentro de la comunidad, pero no veo
por qué para convivir sin violencia es preciso que quienes creen que los vascos
formamos parte de una España plural pero unida atenúen o enmascaren su forma de
pensar hasta hacerla casi clandestina. O deban aceptar junto a su filiación
española medidas políticas reaccionarias en materia de educación, aborto,
economía, etc… Ya es hora de que la España progresista tenga voz política en el
País Vasco sin renunciar ni al progresismo ni a España.

Sin embargo, todo parece indicar que los gestores de la herencia de ETA van a
seguir cada vez más activos, mientras gran parte de la sociedad se resigna como
antes a una invisibilidad permanente, sea por miedo retrospectivo, pereza,
oportunismo o resignación. Lo malo no es que haya o no haya toros, sino que
muchos debamos acabar aliñando esa ensalada que no nos gusta pero de la que
tendremos que comer luego, nos apetezca o no. Menuda faena.

Fernando Savater es escritor.

0 comentarios en “Faena de aliño (por Fernando Savater)”

  1. opciones binarias dice:
    septiembre 14, 2012 a las 10:24 am

    La crisis muestra la cara de cada persona. Como en la vida de cada uno de nostros, en tiempos malos podemos conocer nuestros verdaderos amigos.
    En el pais, vemeos quien ama su pais y quien no.

    Responder
  2. Anónimo dice:
    noviembre 7, 2012 a las 8:31 am

    Tengo la casa patas arriba por estar provando diferentes reformas
    No veo la hora de ser una experta
    continua…

    Responder
  3. Bridesmaid Dresses dice:
    diciembre 25, 2012 a las 9:09 pm

    I like how this article is written. Your points are sound, original, fresh and interesting. This information has been made so clear there¡¯s no way to misunderstand it. Thank you.

    Responder

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