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Arranca el curso político que ha de cambiar la relación política de Catalunya con España (por Jordi Barbeta)

Publicada el septiembre 9, 2012 por admin6567
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La marcha de la ANC desborda las previsiones y obliga a los partidos a ponerse a  remolque | El Govern recuerda que la victoria vendrá de la  resistencia y no de la impaciencia | Mas afronta pacto fiscal,  rescate, nuevos recortes y sin mayoría para los presupuestos

Arranca el curso político que ha de cambiar la relación política de Catalunya con España

El President de la Generalitat, Artur Mas, en el Consell Executiu en el Palau. Marc Arias / LV

Jordi Barbeta

Jordi Barbeta

Barcelona (Publicado en La Vanguardia, aquí)

“Debéis ser conscientes de que no hay posibilidad de dar marcha atrás…  bueno sí que hay una… que nos bajemos los pantalones, y yo no estoy dispuesto a  hacerlo”. Esta frase tan coloquial la pronunció el viernes un hombre tan  comedido como Artur Mas, el president de la Generalitat, ante el resto de los líderes políticos catalanes  que apoyan el concierto económico para Catalunya, y describe el momento de  inflexión política que atraviesa Catalunya. Esta semana arranca el curso que  inexorablemente va a determinar un cambio en las relaciones entre Catalunya y España. Tanto si Artur Mas  consigue su objetivo de pacto fiscal como si fracasa en el intento, nada podrá  ser igual.

Así que Catalunya vuelve a empezar y replantea por enésima vez su pleito  histórico con España y lo hace con una manifestación que se prevé multitudinaria  el próximo martes, Diada nacional del Onze de Setembre. También en 1977 todo  empezó con una multitudinaria manifestación que propició algo tan difícil de  prever como el reconocimiento de la legitimidad republicana, el restablecimiento  de la Generalitat, el retorno del exilio del president Tarradellas y la  recuperación de la autonomía. Ahora, 35 años después, la repercusión de la manifestación de la Diada es todavía  imprevisible, entre otras razones porque la reivindicación de la autonomía ha  evolucionado hacia la demanda de soberanía e independencia en un contexto  español mucho más refractario.

Además de la diferencia de objetivos, la Diada de este año plantea  diferencias significativas respecto a la de 1977. Entonces fueron los  principales partidos políticos convencionales los que lideraron aquella magna  movilización, y ahora, en cambio, la iniciativa ha partido de colectivos  ciudadanos ajenos a la oficialidad política. La convocatoria ha calado tanto en  la sociedad que los partidos políticos convencionales no han tenido más remedio  que ponerse a remolque, independientemente de que comulguen en mayor o menor  medida con las tesis independentistas de los promotores. Nadie podía prever hace  apenas dos meses que una recién constituida Assemblea Nacional Catalana fuera  capaz de propiciar una movilización que cinco días antes ya había fletado más de  mil autocares, cuatro trenes y había agotado el stock de banderas, excepción  hecha de los inagotables proveedores chinos.

El fenómeno sorprendió en pleno verano a las cúpulas de los partidos  mayoritarios y provocó debates internos que sacaron a relucir las  contradicciones, sobre todo en las dos formaciones políticas mayoritarias,  Convergència i Unió y el Partit dels Socialistes de Catalunya, e incluso en el  propio Govern de la Generalitat. Finalmente, CiU se ha sumado a la marcha con  ICV y ERC, y también estarán presentes varios miembros del Govern, pero no el  president de la Generalitat, que considera que no le corresponde. Rechazaron de  entrada participar en la marcha el Partido Popular y Ciutadans, y tampoco  acudirá el PSC después de un arduo debate en la ejecutiva. Aun así, varios  dirigentes y exconsellers socialistas, así como el alcalde de Lleida, Àngel Ros,  piensan participar, considerando que la manifestación del Onze de Setembre es un  acontecimiento cívico transversal y mayoritario del que los socialistas no  pueden mantenerse al margen.

El debate en el seno de la coalición gubernamental llevó a la conclusión de  que era necesaria una movilización multitudinaria que diera autoridad moral y  fuerza política al president de la Generalitat en la inminente negociación del  pacto fiscal con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

Es obvio que una participación multitudinaria que se presenta como un  pronunciamiento inequívocamente pacífico y democrático por la soberanía no podrá  pasar inadvertida en Madrid, ni tampoco en Bruselas. La prensa internacional ya  se está haciendo eco de la efervescencia política catalana.

El columnista del Financial Times David Gardner destacaba el viernes  los buenos resultados del concierto económico en el País Vasco y concluía que “para mantener a los catalanes dentro de España, Madrid debería ofrecerles un  acuerdo similar”. Gardner, como casi todo el mundo, lo ve poco probable, pero  Artur Mas está empeñado en intentarlo y conseguirlo “por las buenas”, antes de  verse abocado a “entrar en terrenos desconocidos”, según sus propias  palabras.

Después de la Diada, el 13 de septiembre, Mas expondrá su plan en Madrid y el  jueves 20 presentará a Mariano Rajoy en la Moncloa la resolución del Parlament  que reclama el concierto económico. Teniendo en cuenta la problemática situación  financiera, con un Gobierno español pendiente del rescate y dos convocatorias  electorales en Galicia y el País Vasco a un mes vista, difícilmente de la  reunión en la Moncloa podrá salir ningún compromiso que lleve a una conclusión  nítida. Consta, sin embargo, la determinación del presidente del Gobierno  español de evitar un portazo que propiciara un escenario de conflicto. Máxime  teniendo en cuenta que inevitablemente en el 2013 caduca el actual sistema y  necesariamente tendrá que renegociarse.

La propia manifestación del martes tendrá también efectos de presión sobre el  president Mas, que tendrá que responder a las aspiraciones expresadas en buena  parte por su propio electorado. Por ello, la consigna en el Govern y en CiU es “resistencia”. El síndrome del “panorama paradisiaco”, concepto acuñado por el  president, asociado a la independencia como algo inmediato y panacea de todos  los males,también preocupa en Palau, donde se teme que si el proceso del pacto  fiscal va demasiado lento existe el riesgo de un tsunami que desborde a los  partidos y a las instituciones. Por esa razón, el portavoz, Francesc Homs,  recordó esta semana que “la victoria nunca es de los impacientes, sino de los  resistentes”. Así, en la reunión del grupo de trabajo celebrada el jueves, el  president Mas dio a entender que no está dispuesto a rebajar planteamientos en  cuanto al concepto de hacienda propia y al control catalán de todos los  impuestos, pero sí se muestra abierto a negociar un calendario razonable de  implantación del sistema.

Se trata, pues, de cerrar un acuerdo político bilateral en el plazo de unos  meses, que si no prospera podría determinar la convocatoria de elecciones  anticipadas en primavera u otoño. Ya no es este el escenario que prefiere Artur  Mas, pero se enfrenta a una carrera de obstáculos tan complicada que nadie puede  asegurar cómo la terminará.

Inmediatamente después de reunirse con Mariano Rajoy, Mas tendrá que elaborar  por tercera vez los presupuestos más restrictivos de la historia, tendrá que  seguir gobernando sin dinero en la caja, aplicando nuevos recortes y pendiente  de las transferencias de Madrid con cuentagotas…

Por eso parece imposible que el Govern logre articular por tercera vez una  mayoría parlamentaria en torno a los presupuestos. Por increíble que pueda  parecer, la única esperanza que le queda al Govern es que el PP pase por alto la  evolución soberanista de CiU y ofrezca una abstención sin contrapartidas  alegando que actúa por responsabilidad y para evitar las elecciones anticipadas.  Pero las relaciones del Govern con Alicia Sánchez-Camacho se han envenenado  últimamente. Y también para CiU resulta muy complicado mantener la ducha  escocesa alternando los discursos soberanistas y los acuerdos con el PP.

La única ventaja de la situación paupérrima es que el marco presupuestario ha  dejado de ser una referencia. Ningún gobierno cumple las cuentas. Sin ir más  lejos, el primer presupuesto que ha hecho el Gobierno de Rajoy lleva un desfase  del 10% a los seis meses de su aprobación. Desde este punto de vista, algunos  miembros del Govern no ven inconveniente en prorrogar las cuentas y seguir  gobernando con la misma precariedad.

De todo ello y del rumbo que tomará la política catalana tendrá que dar  cuenta el president Mas en el debate de política general que se celebrará en el  Parlament a final de mes. Será uno de los debates más difíciles para un  president, sin árnica que ofrecer y con el horizonte plagado de incertidumbres.  Quizá dé alguna pista, pero no podrá adelantar acontecimientos, porque el final  ya está escrito pero no se puede verbalizar con antelación. En CDC todo el mundo  da por hecho que la legislatura terminará, más pronto o más tarde, pero con unas  elecciones a las que CiU se presentará con el horizonte del Estado propio para  Catalunya incorporado definitivamente a su programa.

0 comentarios en “Arranca el curso político que ha de cambiar la relación política de Catalunya con España (por Jordi Barbeta)”

  1. opciones binarias dice:
    septiembre 23, 2012 a las 4:33 pm

    Es dificil tener en el mismo pais dos paises. Lo que pasa en Espana hoy, que se siente que hay dos paises: Cataluna y Espana. En un de los paises casi no hay crisis y el en resto hay une crisis muy grave. Como podemos resolver este problema?

    Responder

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