El patricio romano Lucio Anneo Séneca decía "No nos falta valor para emprender ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para emprenderlas". De algo así nos podrían hablar los socialistas, con conocimiento de causa, refiriéndonos a lo que fueron sus casi ocho años como dirigentes de la nación. Sin acusar al señor Rodríguez Zapatero de tener intención de llevar a España al grado de degradación y caos al que la llevó, si podemos decir que sus "espantadas", su temor a enfrentarse con la realidad, su empecinamiento en no dar el brazo a torcer y su egocentrismo le hicieron incurrir, precisamente por falta de valor, en errores garrafales que, por desgracia para nuestra nación, no se limitaron a un solo campo sino que afectaron a todos los aspectos económicos, financieros, políticos, éticos, sociales y morales, nacionales e internacionales; de tal modo que, su estancia al frente del gobierno de nuestro país, puede equipararse, en cuanto a los resultados para los ciudadanos, a la formidable leyenda que acompañó al gran caudillo Atila, del que se decía aquello de que, donde pisaba su caballo Othar no volvía a crecer la hierba.
Se puede decir de don Mariano Rajoy que le falta carisma, que su imagen de hombre corriente o sabio distraído no es la que precisamente la gran masa espera de un líder, que arrastra tras de sí, engatusada, a toda una pléyade de seguidores como, en su día, ocurrió con el joven Felipe González, que consiguió el milagro del flautista de Amelín, cuando con su verbo fácil y vibrante consiguió derrotar a una UCD de Suárez, en franca decadencia. Se le puede acusar de ser tacaño con sus comparecencias ante los ciudadanos y de ser, como buen gallego, excesivamente cauteloso al tomar resoluciones, a veces irritantemente reservado cuando la ciudadanía espera ansiosa una noticia que le alegre la vida o le proporcione confianza en el futuro. Pero, señores, es que esta persona de barba entrecana, gafas, alto y un poco encorvado, es un señor que no se ha ganado la presidencia del PP, como lo hizo el señor Sanar, por ejemplo, cuando, en lo que podríamos calificar de golpe de mano, encandiló con su verbo a unos entusiastas seguidores que lo elevaron en angarillas a lo más alto; el señor Rajoy es el pecherón que resiste los embates del tiempo y, cuando parecía desahuciado, resurgió de sus cenizas para, sin despertar excesivo entusiasmo, intentar deshacer los resultados de un gobierno inútil y corrupto; consiguiendo, a la tercera, hacerse con la presidencia de España.
No se le puede pedir, por tanto, que resulte simpático, que tengan Fano que lleven su imagen en la camiseta ni que levante oleadas de aplausos entre las multitudes. Pero, señores, tiene algo de lo que la mayoría de políticos carece: es una persona honrada, trabajadora, serena, con arrobas de sentido común, humilde y firme en sus decisiones que, por ser meditadas, analizadas y sometidas a consultas con los expertos, tienen el marchamo de ser sólidas, efectivas, oportunas y necesarias aunque, para el vulgo, la gran masa ciudadana, en muchas ocasiones le puedan resultar molestas, antipáticas, inoportunas y desagradables como la picada de un mosquito. Y es por eso que tengo que estar en perfecto desacuerdo con todo ese conjunto de periodistas, columnistas, críticos y políticos de las más distintas tendencias que, incluso antes de ver por TV la entrevista a don Mariano, ya tenían redactado su comentario con la intención de desacreditarlo, tacharlo de irresponsable y pedir su dimisión o, como una de los periodistas que lo entrevistaron, le pidió: someterse a una moción de confianza; algo tan estúpido y absurdo que no se puede considerar más que como un grave error de quien formuló la pregunta ya que, con una mayoría absoluta, la moción que se proponía no tenía la más mínima posibilidad de ganarse.
Quizá, y esta puede ser mi mayor crítica a los 9 meses que lleva el PP al frente del Gobierno, si en algo ha pecado la formación de Rajoy es de excesivas contemplaciones con el resto de partidos, de demasiados intentos de llegar a acuerdos, de consentir que, en ocasiones, cualquier chisgarabís se le subiera a la barbilla; como ha ocurrido en los innumerables casos en los que un Rubalcaba, al frente de un partido socialista ingresado en la UCI, sin haber conseguido avanzar ni un punto desde las pasadas elecciones y con graves divisiones internas, ha pretendido amenazar al Ejecutivo, como podría hacer una hormiga que se enfrentara a un elefante. Y ya que tocamos este punto, puedo decir que me parecieron muy acertadas todas las respuestas que el señor Rajoy dio a las preguntas de sus interlocutores, salvo en lo que hacía referencia a la situación en Catalunya. Por desgracia, este es uno de los casos en que, el excesivo aguante, la desmesurada tolerancia y mansedumbre, que el gobierno de Madrid viene teniendo con los catalanes, con sus instituciones y, especialmente con sus políticos; no me importa calificarlos de rayanos a la cobardía o, incluso, constitutivos de un grave cumplimiento de las normas constitucionales, que hacen referencia a la unidad de la nación y a la obligación de respetar su lengua, sus símbolos y sus instituciones.
Rajoy, en su entrevista, se mostró como un hombre al que se le ha puesto una excesiva carga sobre sus hombros, pero que, lejos de arredrarse, ha decidido soportarla, ponerle remedio y, en consecuencia, establecer una serie de prioridades que le permitan, a través de una legislatura, irla fraccionando, diluyéndola y enfocándola en sus diversas facetas para que con constancia, inteligencia, energía y decisión pueda irse descargando de la carga hasta conseguir desprenderse de ella, que será cuando España empiece a salir del túnel en el que estamos metidos. Es evidente que los periodistas formularon cuestiones que forman parte de un todo y que, quizá, no puede tratarse desde un solo ángulo ya que, muchas de las cuestiones que se trataron implican actuaciones diversas, concatenadas y pactadas con nuestros vecinos de Europa que, por mucho que los periodistas quisieran desentrañar, para presumir de haber conseguido la noticia del día, constituyen temas que quizá no convenga, no sea diplomático ni interese, que se les de publicidad, por cuestiones ligadas a los intereses de la nación.
Lo que sí se vio es que, Rajoy, tiene establecidas sus prioridades, encaminadas a un fin con el que todos podemos estar de acuerdo. La solución de la lacra del desempleo y la reactivación de nuestra economía, ambas cuestiones muy ligadas, son las metas últimas del plan de Rajoy que, como el mismo se encargó de decir, se inicia con un primer objetivo, que se puede decir que constituye la piedra de toque de todos los recortes que se han llevado a cabo, todos ellos impopulares –tanto que ya le han costado al PP un bajón de 8 o 9 puntos respecto a los obtenidos en las elecciones del pasado noviembre – El conseguir poner coto al déficit fiscal, que les recuerdo que la señora Salgado perjuraba que, en el 2011, sólo sería del 6% y, después de que se hayan destapado todos los secretos de las distintas autonomías gobernadas por el PSOE y revisada la documentación correspondiente, parece que ya va por un 9'3% del PIB. A este fin y a conseguir que Europa vuelva a confiar en nosotros, están hoy comprometidas todas las políticas del Gobierno. Sin embargo, hay grupos, existen colectivos destructivos; partidos de la oposición interesados en el fracaso del Gobierno e intereses especulativos que van a intentar, por los medios que sean, que los objetivos del PP no se cumplan y, para ello, ya tienen dispuesta su estrategia de movilizaciones, destinada a obstaculizar la labor del Ejecutivo y pintar una imagen de una España distorsionada de cara a aquellos de los que depende la salvación de España. Contra ellos debe luchar, sin contemplaciones, el señor Rajoy. O esta es mi forma de ver la actualidad nacional.
Miguel Massanet Bosch
L’Espana necesita un lider que todos los cuidadones pueden seguir a sus pasos, que pueden confiar en el, que llevan a los cuidadones sobre sus espaldas.
Eso lo que signifiqa ser un lider, un verdadero lider.