Hay ocasiones en las que uno lee un artículo y no se deja impresionar si, en el mismo, constata algunas falsedades debidas, en líneas generales, a errores inocuos del autor que suelen ser inocuos para los lectores y que el único perjudicado suele ser el mismo escritor que es quien suele recibir las descalificaciones de sus leedores. Pero, en el caso de esta joven que nos ocupa, enfant terrible que suele escribir artículos en La Vanguardia y que presume de ser muy moderna, muy in y muy feminista; vaya, una de esas jóvenes que se pasean por la vida dándose de enteradas de todo y mirando a los demás por encima del hombro como si, como decimos en mi tierra. "el rey le guardara las vacas".Seguramente no le hubiera hecho el más mínimo caso si esta escritora no se hubiera permitido opinar sobre un tema histórico con una frivolidad de principiante que puede inducir a muchos a formarse una idea equivocada de una determinada época de nuestra Historia reciente.
Seguramente la autora del artículo no tomó mucho tiempo en preparar su artículo "Con Franco vivíamos mejor" y por ello ha incurrido en inexactitudes que parece que, hoy en día, están de moda entre todos aquellos que pretenden explicar la Historia de la posguerra según las habladurías de los que perdieron la contienda o basándose en historiadores poco creíbles de tendencias claramente izquierdistas. Explicar de forma sesgada una situación de la que, por su edad, nació en el año 1.966, sólo la puede haber conocido, como ella misma admite, por lo que le comentaron sus familiares u otras fuentes diversas de escaso peso probatorio, como les ocurre a los seguidores del historiador, Paul Preston que, a diferencia de Hugh Thomas o Ricardo de la Cierva, ha preferido historiar la guerra española desde una óptica completamente sesgada y con una tendencia a contar los hechos sin documentarlos debidamente, basándose en informaciones poco fiables de los perdedores de la contienda que, naturalmente, pintan lo ocurrido en aquellos tiempos según les interesa a ellos contarlo, pero sin documentación legítima que lo avale.
Lo curioso de esta señorita es que, pese a ser joven, ya ha tenido problemas con la Justicia. Al parecer, a pesar de ser considerada una escritora aceptable, ha tenido sus más y sus menos en los tribunales a causa de acusaciones de plagio, formuladas por diversos colegas que no ha podido contrarrestar. En todo caso, esta señora es la autora de un artículo en el Magazine de La Vanguardia del día 16 de septiembre del corriente año, en el que se permite opinar, a mi criterio muy alegremente, sobre el franquismo, del que se declara experta por el simple hecho de haber vivido durante el mandato del general Franco sus siete primeros años; lo que, seguramente, le permitió tener una "amplia visión" de lo que ocurría en aquellos tiempos y de los acontecimientos políticos de aquella época. Lo que ocurre es que, los que vivimos toda la guerra o sea, desde julio del año 1936 hasta su final en 1939 (año en el que comenzó la II Guerra Mundial) y el periodo de la posguerra hasta 1.945, una época que algunos historiadores han calificado como "Años de Hierro", no tenemos la misma visión de de lo sucedido en aquella época en nuestro país, que la que apunta la escritora en cuestión.
La autora incurre, como es práctica común en aquellos que tratan con frivolidad los hechos históricos, sin entrar a considerar las circunstancias en las que se produjeron y los condicionantes sociológicos, económicos y políticos por los que fueron influidos. Es obvio que la visión simplista que hace de las mujeres de los tiempos de la posguerra la señora Etxebarría, comparando su situación con la de las mujeres del siglo XXI, achacándole al general Franco las culpas de estuvieran supeditadas a sus maridos etc.; tiene el mismo valor que si quisiéramos comparar un avión Gato o Rata de aquellos tiempos con un moderno Phanton del ejército americano. Eran otros tiempos, existían otras costumbres, no sólo en España sino en toda Europa donde, con pequeñas diferencias, la sociedad se regía por las mismas reglas y existían los mismos prejuicios respecto al rol de las mujeres y el de los hombres. El pretender que aquella sociedad española se diferenciaba mucho de la de la preguerra en sus costumbres y hábitos y en las mismas leyes, no tiene fundamento salvo, claro, que se quisiera tomar ejemplo del periodo libertario, patrocinado por el Frente Popular, cuando se les dio libertad a las rameras para que acompañaran al ejército de Antonio Oliver, Durruti o Ascaso, convertidas en "milicianas" armadas, dispuestas a descerrajar un tiro a quien las incordiase. Y ya que habla de otras épocas, le recuerdo que, en la democrática nación americana, los EE.UU de América, la esclavitud que fue abolida en 1.865 persistió, al menos de hecho, hasta bien entrado el siglo XX, para los negros de aquel país.
Resulta chocante que hable de la tasa de alfabetización de entonces y no aluda al tema de la calidad de nuestra actual enseñanza que, miren por donde, continua siendo una de las peores de Europa y un país en que la tasa de abandono escolar supera el 30%; a pesar de estar en democracia desde el año 1976 y los gobiernos que han estado en el poder durante más años, desde la muerte del general Franco, han sido los del PSOE. También hace una valoración sesgada de la situación de los obreros. Fue durante el franquismo cuando se instauró la Seguridad Social, y tanto los Sindicatos verticales como la legislación franquista fueron los que mejor han protegido los derechos al trabajo de los trabajadores, frente a los posibles abusos de los empresarios. Curiosamente y por si no lo sabe la señorita Etxevarría, fue durante los tan denostados Sindicatos Verticales, cuando se consiguieron las mejores conquistas sociales de que han gozado los trabajadores, algo sobre lo que no me podrá discutir porque, precisamente en aquellos años, me ocupaba de cuestiones laborales y he vivido aquellos tiempos muy de cerca.
Por supuesto que la escritora no hace diferenciación entre lo que fueron los primeros años de la posguerra, en los que se nos hizo un vacío internacional y coincidieron con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, un periodo de penurias que se extendió durante los años 40 y los años posteriores, en los que el régimen entregó el gobierno a un grupo de tecnócratas del Opus Dei (los señores López Rodó, López Bravo, Ullastres, etc.) que iniciaron una reestructuración económica del país, que dio paso a un periodo de evidente recuperación, en el que las condiciones de vida de los españoles, especialmente de la clase media, sufrieron una notable mejora. Fue en esta época y no como dice la autora del artículo por las cantidades recibidas de los emigrantes, sino por las mejoras económicas de los trabajadores, cuando pudieron optar a vivienda propia (la construcción de viviendas de Protección Oficial) y a disponer de un 600.
La Historia que se inventan los de la famosa ley de Memoria Histórica, tan apoyada por el señor Garzón, no es más que un intento falaz de cambiar de raíz lo que realmente ocurrió. Salvo para aquellos que querían derrocar al régimen, fueron 45 años de paz, trabajo y progreso. Ni los tiempos de Franco fueron tan malos ni la II República solucionó el problema social de España, al revés, fue el caos político y los crímenes que precedieron al 18 de julio de 1.936 los que llevaron a la guerra. Usted puede ignorarlo y puede dejarse influir por los que buscan tergiversar los hechos, pero no conseguirá convencernos a aquellos que vivimos aquella parte de nuestra Historia.
Miguel Massanet Bosch
No conoco la historia del Espana muy bien, pero pienso que l’historia ayuda para apprender de los errores del pasado para saver como actuar en el presente y mas adelante en el futuro.
La crisis es ahora, en el presente hay que saver como infrentarlo.