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El adiós del Liberalismo que nunca existió (por Javier Benegas)

Publicada el septiembre 24, 2012 por admin6567
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(Publicado en vozpopuli.com-Reggio´s, aquí)

Más allá del  espectáculo acrítico protagonizado por aquellos que se han limitado a  hacer un encendido elogio de su figura, la retirada de Esperanza Aguirre de la primera línea de la política debe servir para despertar a  aquellos que dormitaban creyendo que alguien, desde dentro del Partido  Popular, estuviera en disposición de torcer el rumbo de los  acontecimientos. Y en este sentido, su marcha ha dado paso a una  interesante mezcla de desolación y esperanza. Desolación en el corto  plazo entre los más incondicionales, porque temen que la joya de la  corona, la Comunidad de Madrid, hasta ayer falso bastión de la  resistencia ante la marea populista y socialdemócrata que asola España,  quede descabezada y a los pies del rodillo marianista y, en última  instancia, a tiro de piedra de la izquierda. Y de esperanza en el largo  plazo en lo que respecta a los verdaderos liberales, pues la dimisión de  la presidenta liquida los restos de esa ficción, ese espejismo, según  el cual en la política española existía algo remotamente parecido a una  corriente liberal a la europea con voz y voto.

¿Liberalismo, dónde?

Los hechos son tozudos. Con los gobiernos de Esperanza Aguirre, el  sector público en la Comunidad de Madrid, lejos de reducirse, ha  alcanzado sus más altas cotas. Algunas muestras de ello son que el  número de colegios e institutos públicos se ha triplicado, el consorcio  de transportes madrileño es hoy por hoy uno de los más desmesurados de  Europa, si no del mundo, el agujero de las empresas públicas de la CAM  es de 1.678 millones de euros (196 millones más que hace un año), el  crecimiento de la deuda pública es del 6,2% anual (ya en los 17.208  millones) y las perdidas de la televisión pública madrileña rozan los  900 millones (1.175 trabajadores en plantilla). Es decir, en general, y  pese a que la gestión pudiera parecer más eficiente, el error ha sido el  mismo que en el resto de regiones: convertir los ingresos temporales en  compromisos de gasto permanentes. Lo que ha engordando la burbuja  política y dado lugar al consiguiente nepotismo.

En resumen, pese a que haya quien pueda consolarse pensando que  algunas regiones están en peor situación, La Comunidad de Madrid es, en  la práctica, el paradigma del estatismo insostenible que asola España y  que nos está llevando a la quiebra. Basta con darse un paseo por la  región para comprobar los centenares de banderas de estrellas blancas  sobre fondo rojo que penden de fachadas o coronan edificios. Y aunque es  cierto que la crisis ha obligado recientemente a eliminar alguna  consejería, cerrar unas cuantas empresas públicas, reducir mano de obra  sobrante, ampliar jornadas laborales y recortar las nóminas a los  funcionarios, en lo que respecta a la parte mollar del aparataje  institucional no ha habido adelgazamiento –no podía haberlo–.  La  burbuja política no sólo está intacta sino que ha aumentado de tamaño.  ¿Liberalismo, dónde?

Mucho más que doctrina económica

No se trata de caer en el fulanismo sino de ir mucho más allá. Y en  este sentido, la crítica que se puede y debe hacer respecto de la figura  de Aguirre como política no es que la ex presidenta y sus más  incondicionales valedores, lejos de defender los principios liberales  hasta la extenuación, terminaran enterrándolos. Ni que se apropiaran en  exclusiva de la bandera liberal, impidiendo que alguien pudiera  enarbolara fuera de su ámbito de influencia. Y tampoco que quienes  formaban parte de ese presunto cuerpo liberal, bien desde dentro del  propio partido o bien desde sus inmediaciones (viveros y fundaciones hay  para dar y tomar), hayan vivido y vivan, de una manera u otra, del  erario público. No, ese no es el problema. Lo que ha causado un daño  casi irreparable ha sido ese uso facultativo y a conveniencia del  liberalismo del que no solo Esperanza Aguirre sino todos aquellos  liberales que militan en el Partido Popular han hecho gala. De tal suerte que a día de hoy, en España, pasa por liberal cualquier conservador que abjure de los impuestos. Y no es eso, no.

No se es liberal por defender la supresión de los impuestos, poner a  dieta al Estado, recentralizarlo y aplicar determinadas teorías  económicas. El liberalismo es una cuestión de principios. Una forma de  defender el valor individual de la persona frente a la colectividad y el  poder coercitivo del Estado, de tal suerte que el individuo pueda ser  actor fundamental del progreso y prosperidad. Lo cual, antes que nada,  implica velar por el correcto funcionamiento democrático, la defensa a  ultranza de la igualdad ante la Ley, la separación de poderes y la lucha  contra los privilegios y distinciones. Éste liberalismo va más allá de Ludwig Heinrich Edler von Mises o Friedrich August von Hayek y el dogmatismo. Pone en valor la Democracia y defiende un sistema de  libre entrada, capaz de generar riqueza y garantizar un reparto  espontáneo y, por lo tanto, más equitativo.

A cuenta de esta crisis, no son pocos los que han apuntado su dedo  acusador hacia las políticas liberales, responsabilizándolas de los  males que nos afligen. Y en cierta forma no les falta razón, ya que los  políticos presuntamente liberales, al abjurar de sus principios, han  terminado siendo corresponsables de esta crisis. Ahora, quienes con la  marcha de Esperanza Aguirre dicen quedar huérfanos, deberán hacer una  severa autocrítica y huir de los paños calientes. Pues, quizá desde  mucho tiempo antes, de lo que estaban huérfanos es de principios. Y sin  éstos, la regeneración democrática, la modernización de España y la  solución definitiva esta crisis no es posible.

0 comentarios en “El adiós del Liberalismo que nunca existió (por Javier Benegas)”

  1. comerciar en opciones binarias dice:
    octubre 6, 2012 a las 10:12 am

    En tiempos de crisis y de problemas hay que unirse, buscar los culpables no sirve de nada, no avancamos de todo.
    Hay que meter en un lado los discusiones y ver como solucionar la crisis.

    Responder

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