(Publicado en La Vanguardia-Reggio´s, aquí)
TRANSBORDO, MONCLOA
Si este cronista fuese Mariano Rajoy, estaría satisfecho por varias cuestiones importantes. La primera, la revisión de los vídeos de los Consejos Europeos. Si se compara con la soledad de Zapatero, el presidente consigue estar en pie de igualdad con los demás primeros ministros. Habla con todos, tiene complicidad con bastantes y encuentra aliados. La segunda, su gestión del rescate: hay que reconocerle temple para no seguir los impulsos de quienes le piden que lo solicite de forma urgente e inteligencia para torear en un mundo tan complejo. La evolución del riesgo-país le va dando la razón. Y la tercera, las perspectivas de las elecciones de mañana. Es muy probable que en Galicia encuentre esa “mayoría que no se manifiesta”. Si fuese así, le va a proporcionar un estado parecido a la felicidad: ¡un gobierno europeo que no es arrastrado por la crisis!
Esa felicidad se terminará en el País Vasco, aunque Basagoiti mejore resultados. La suma de los dos nacionalismos, Bildu y el PNV, será abrumadora. Y da igual que entre ellos no se entiendan. Lo que demostrará es que también allí la idea de España que sostienen los constitucionalistas está de baja. La decadencia socialista hace que el PSOE esté empezando a dejar de ser el que articula España, como presumía Felipe González. Sumado a lo que dicen los sondeos en Catalunya, puede ocurrir que los defensores del Estado español pierdan influencia y representación en las dos comunidades que siempre se han distinguido por la busca de su propia identidad.
Ante esa perspectiva, cobran especial importancia las penúltimas declaraciones de Iñigo Urkullu: “Con Artur Mas vamos a acordar recorrer juntos el camino del reconocimiento nacional”. En cuanto estas palabras lleguen a algunas redacciones de Madrid, surgirá un vendaval de fantasmas independentistas y la visión próxima de la desintegración de España. Yo me limito a repetir mi frase tópica: señor Rajoy, tenemos un problema. Entre sus importantísimos viajes a Europa y el encuentro con tantos líderes, tiene que encontrar usted un hueco para la tensión territorial, que se complica por días. A su mítica trilogía de gastar lo que tenemos, crecer y crear empleo, tiene que añadir un cuarto objetivo, que es definir de qué España estamos hablando.
Y no es suficiente decir que la prioridad es superar la crisis. Aunque sea verdad, y sea lo que reclaman los ciudadanos sacrificados, los resignados y los que harán la huelga general, la cuestión territorial se está convirtiendo en urgencia insoslayable. Y aceleradamente. Cuando en Catalunya y el País Vasco crecen los nacionalismos propios y bajan los votantes de la idea de España, algo falla: quizá sea la Constitución, quizá el talante político, quizá la calidad de los líderes respectivos o los efectos de la crisis. Pero el rumbo de la política indica que ahí se está encendiendo otra alarma que una hipotética alianza Mas-Urkullu no haría más que agravar. Y no acabo de ver ni inteligencia, ni astucia, ni agilidad, ni capacidad de reacción.
Retales
Despidos. Estuvo bien la ministra Báñez al pedir a los empresarios de CEOE el esfuerzo de no hacer despidos. Podía completar su mensaje con un hecho: retirando la ley que permite regulaciones de empleo por el mero hecho de disminuir los ingresos.
Pensiones. El ministro de Industria ha sido el encargado de anunciar que el año que viene se subirán las pensiones. Ahora sólo falta que la ministra de las pensiones sea la que diseñe la política industrial.
Wert. Quiero defender al ministro de Educación. Provoca, pero provoca con eficacia. Irrita, pero irrita con contundencia. Y es justamente lo contrario de aquellos ministros de los que se puede decir: ¡qué lindo! ¡Sólo le falta hablar!
Huelga. Homenaje a Cándido Méndez y Fernández Toxo: no hay nadie en la historia que haya convocado tantas huelgas generales. Tampoco hay nadie en el mundo que haya conseguido menos con tanta agitación.
Fechas. La democracia avanza y se depura. Ya no hay la vieja sopa de siglas; hay sopas de fechas. Hay gente que no sabe si es de los indignados del 15-M, de los manifestantes del 11-S, de los reconstituyentes del 25-S, de los huelguistas del 14-N, o de los cabreados de toda la vida.
Fajos. Al fin se sabe dónde estaban los famosos billetes de 500 euros. A juzgar por lo visto en los carritos de la policía, la mayoría se los había quedado el chino de la mafia. ¿Y el resto? En el resto de las mafias.
Si lo que los cuidadones necesitan en estos momentos es saver que su gobierno es unido y trata de hacer lo que puede para salir adelante de esta crisis. Porque ahora lo mas importante es sobrevivir esta crisis.