Editorial de UPyD (Ver aquí)
Cuando en 1984 Jordi Pujol, entonces Presidente de la Generalitat, fue incluido en la querella por el escándalo de Banca Catalana (una entidad que había pertenecido a su familia), el nacionalismo fingió que se trataba de un ataque a la nación. Organizó manifestaciones y tumultos en las que se incluía a Felipe González entre los grandes opresores de Cataluña junto con Felipe V y Franco. El hecho de que la región estuviera estrenando la mayor autonomía de la que jamás había gozado, era una anécdota al lado de la imputación del jefe. En las algaradas organizadas desde el poder, el entonces líder de los socialistas catalanes, Raimon Obiols, fue tachado de traidor, condición que el PSC todavía está tratando de hacerse perdonar.
El nacionalismo es un fósil viviente. Aunque mude de imagen, aunque trate de actualizar su retórica, sus hechos son los de la política de los clanes. Ante el desastre ocasionado por su pésima gestión, ante su fracaso estrepitoso, y su vergonzosa corrupción, Artur Mas recurre a la estrategia más antigua del mundo: la invocación de un enemigo exterior. Es una tentación para cualquier líder político, pero una seña de identidad para el nacionalista. Como también lo es el sentido patrimonial de las instituciones: si ellos son Cataluña (o País Vasco, o Galicia, o…), es inadmisible que otros puedan ocupar los puestos de liderazgo institucional. Y no es de extrañar que, dado que las consideran suyas, la corrupción infecte a la Administración con más libertad.
Los casos Palau, Pretoria y el de las ITV son sólo algunos de los más recientes escándalos que afectan a CiU. En el último caso, además, está presuntamente implicado Oriol, hijo de Jordi Pujol, y la trama salpica ya a las personas más cercanas a Mas. De nuevo, coincide el apogeo judicial de estos casos con la movilización de las bases y el llamamiento a resistir al enemigo. A este juego se presta, como no podía ser de otra manera, el otro partido independentista, ERC, que impidió que Artur Mas tuviera que dar explicaciones en sede parlamentaria sobre el caso Palau.
18-09-2012 Irene Lozano, UPyD: "Sencillamente, el Estado de Derecho no puede ser opcional"
Mientras Artur Mas sigue reclutando para su causa a organismos subvencionados, los desastrosos efectos de su desafío comienzan a dejarse notar. El Gobierno de España contempla los acontecimientos desde la barrera siguiendo la estrategia que ha llevado a Mariano Rajoy y a España a donde están: no hacer nada. Quizás crean que son sólo bravatas, pero, incluso si así fuera, no deberían ignorar el daño irreparable que las bravatas de los políticos irresponsables pueden llegar a causar.
19/09/2012 Rosa Díez a Rajoy: "El chantaje del nacionalismo requiere una respuesta clara y directa"