EL ACENTO
La alteración de identidades en las redes sociales erosiona la credibilidad de estas nuevas herramientas de comunicación

MARCOS BALFAGÓN
¿De verdad es todo tan fácil? ¿Es posible que cualquier ciudadano tenga la
posibilidad de robar la identidad de The New York Times, o de Le
Monde, o de EL PAÍS, y pueda enviar una noticia falsa a todo el mundo? Y a
la vez, ¿es posible que miles o cientos de miles, o millones de usuarios de
Twitter se crean todo lo que aparece bajo esas firmas, y que ni siquiera tengan
el impulso de ir a comprobarlo en la web de esos medios? Pues quizá: según un
estudio de Reuters, las redes sociales son la principal fuente de noticias para
los menores de 25 años.
Decía Twitter en su blog oficial en marzo que ya contaba con más de “140
millones de usuarios activos y que en ella se publican a diario 340 millones de
tuits”. La empresa Mattica, experta en seguridad en la Red, añade: “En los
últimos 12 meses, el laboratorio de análisis de Norton detectó, únicamente en
Facebook, casi seis millones de fraudes manuales y cerca de 600.000 falsas
ofertas y encuestas”.
Nos gustan las redes sociales. Twitter es ya una herramienta imprescindible;
es otra forma de comunicación. Con ella se hace, o no se hace, periodismo. Todo
depende de lo que se le ponga dentro. Como siempre.
Los apropiamientos de personalidad en la Red son una plaga conocida. Los
blogs, por ejemplo, están llenos de ellos, que alternan esta modalidad con
cualquier otra de las muchas técnicas que trabajan los aburridos troles.
Diputados, cantantes o futbolistas han visto los estragos de tuits falsos,
muchos de ellos muy agresivos. Convendría que las propias redes sociales
intentaran frenar esta práctica, cada día más grave, que amenaza con corroer su
credibilidad. Y que las autoridades comenzaran a tomar medidas. No solo por la
falsedad de algunas identidades. También por esa facilidad con la que hoy se
pueden comprar seguidores o utilizar robots que enviarán mensajes por nosotros o
nos buscarán “amigos”.
El usuario de Twitter @FacuDiazT difundió el martes una noticia falsa sobre
la salud del Rey utilizando el logotipo de EL PAÍS. No fue una una simple
gamberrada. Es un engaño intolerable que afecta a la credibilidad del medio y a
los ciudadanos, expuestos a bulos sin control.