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Obsceno triunfalismo

Publicada el junio 5, 2013 por admin6567
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Editoral de UPyD (ver aquí)
Mejor mayo de la historia"El mejor mayo de la historia", dicen muchos titulares acerca de los datos del paro conocidos ayer. Luego, cuando se sigue leyendo, se descubre que la historia comienza en 1996, año en el que comienzan las actuales series estadísticas. Cuán desesperados han de estar el Gobierno y sus medios afines para perder toda la prudencia que tradicionalmente acompaña a las valoraciones de los datos de desempleo. Por supuesto, que la cifra de mayo es buena: tanto como puede serlo en el actual marco laboral español. Que es muy poco.

La trompetería anunciando que se ha tocado fondo y que en España vuelve a amanecer ya nos es familiar a todos los españoles. Desde los brotes verdes de Elena Salgado, tanto el gobierno socialista como el popular han jugado con datos parciales para ofrecer una falsa esperanza. La primavera es el momento ideal, gracias a la estacionalidad que proporciona la temporada turística. Lo explicó de forma elocuente hace dos años una diputada de la oposición: Soraya Sáenz de Santamaría. Nos dirán que es distinto, porque la cifra de mayo de 2013 es mayor que las del mismo mes de años anteriores. Da lo mismo. ¿Qué pasará si el mes que viene resulta ser el peor junio de la historia? ¿Y si a partir de agosto se destruye todo el empleo creado?

Lo que de verdad importa en las estadísticas de desempleo es la tendencia, y en modo alguno este dato garantiza que exista un cambio de dirección. España sigue destruyendo empleo. ¿Que lo hizo a mayor ritmo en otros momentos? Cierto, pero también cayó más la actividad económica. Además, se supone que a partir de cierto nivel de paro, la destrucción debería ralentizarse porque ya queda menos que destruir. España ha roto todas las predicciones, tanto con Zapatero como con Rajoy.

Los que quieren cantar victoria se cuidan mucho de no entrar en el tipo de contratos que se han firmado en mayo. El 92,5% son temporales. Contratos con fecha de caducidad. No es una cifra especialmente alta, sino que coincide con la media de 2012. En esto sí que no hay cambio de tendencia: el empleo español es, además de escaso, precario. Por malos que sean los gobiernos que tengamos los españoles, lo más probable es que algún día vuelva a crearse empleo (no en un mes aislado como ahora, sino en un año completo). Entonces, el Ejecutivo (si sigue siendo popular o socialista) y su aparato de propaganda saldrán a la plaza pública a darse un baño de euforia. Ya nos ocurrió antes. Pero España padece unas tasas de paro inaceptables. ¿Puede el Gobierno ofrecer un horizonte realista de con niveles homologables con Europa? ¿Tiene una idea, al menos, de cuál sería este nivel? ¿Está en condiciones de garantizar que la enfermedad del paro se nos ha pasado para siempre, que cuando suframos crisis futuras no volveremos a cifras dramáticas y sonrojantes?

La respuesta a estas preguntas sólo puede ser no. UPyD lleva insistiendo en que la reforma laboral es mala desde que se debatió en el Congreso. Es mala los meses en que aumenta el paro y también los meses en que decrece. No sirvió para modificar el marco laboral, que acentúa en lugar de reducir la dualidad, que segrega a los españoles según el tipo de contrato, que condena especialmente a los jóvenes. El contrato único indefinido podría cambiarlo todo a mejor.

Al usar los datos de desempleo de forma tan interesada, el Gobierno demuestra escaso respeto por los parados y por los ciudadanos en general, pero demuestra algo peor: que sólo busca el titular, y no la solución del problema. Busca una cifra mágica que embruje a los ciudadanos, una gráfica ascendente que vincular a su intención de voto, una portada con tintes de cartel electoral. Todo el mundo se alegra de que este mes haya 98.265 parados menos. Todo el mundo lamentará que tras el verano haya más parados, y que terminemos el año, como va a ocurrir, con más parados que al comienzo. La obligación de los verdaderos gobernantes no es rentabilizar un regocijo momentáneo, sino trabajar por el bienestar de las generaciones de españoles presentes y futuras.

Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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