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A vueltas con el dilema Monarquía o República (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 25, 2013 por admin6567
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«La monarquía es la más costosa de todas las formas de gobierno.»
J. Fenimore Cooper

 

No hay duda de que, en España, los enemigos más acérrimos de la República son los mismos republicanos que, aunque me cueste tener que reconocerlo, la mayoría son de izquierdas. No quiero pensar que hayan sido los republicanos los que cometieran la falta de respeto y educación de silbar e insultar a SM la Reina en el acto musical celebrado en el Auditorio Nacional de Madrid; y lo digo porque, si alguna persona dentro de la Familia Real española es digna del respeto de los españoles es, sin duda, la reina doña Sofía. Ella ha sabido estar en todo momento en su puesto; ha aguantado con dignidad todo lo que la vida le ha deparado, que ha sido mucho y, en ocasiones, difícil de soportar y ha sabido granjearse la simpatía de muchos españoles que, ahora, cuando la institución monárquica se está tambaleando, todavía le muestran su respeto y consideración aunque, como es mi caso, mis sentimientos estén lejos de la monarquía como sistema de gobierno, aunque sea la parlamentaria.

Ello no obsta para que nos parezca ridículo que pretendan, desde la misma Zarzuela, desviar la atención de las, cada vez más frecuentes, muestras de desapego a la monarquía, repudio hacia las actuaciones poco ejemplares de algunos de los miembros de la realeza y estupor ante un comportamiento impropio de quienes quieren mantener en el candelero a una institución que en todo el mundo está en franca decadencia, siendo considerada, en el mejor de los casos, como un recuerdo viviente de otras épocas, otras costumbres y otros tipos de sistemas de gobiernos, hoy considerados obsoletos y poco acordes con los sistemas democráticos. Lo podríamos definir como un escaparate viviente de otras épocas en las que, a los reyes, les correspondían otros rolles de los que hoy carecen.

Es evidente que, los portavoces de la Zarzuela, poco afortunados en sus declaraciones, han pretendido hacer creer a los españoles que, los insultos y pitadas que se han venido sucediendo en diversos actos públicos contra miembros de la Casa Real, no han sido contra de la institución monárquica, sino que han sido demostraciones de descontento por la crisis dirigidas hacia el Gobierno o la clase política. Estas excusas, si no se conociera el desgaste que ha venido padeciendo la institución monárquica durante los últimos años quizá pudieran aceptarse pero, es querer ignorar lo que los ciudadanos pensamos respecto a una familia que, durante los últimos tiempos, parece que se ha empeñado en ganarse a pulso el deterioro de su imagen y el descenso vertiginoso de la consideración y simpatía que el pueblo español sentía hacia ella.

Ya le bastan al señor Rajoy y a su gobierno las granizadas políticas que deben soportar, cada día, desde la oposición y desde aquellos colectivos empeñados en conducir a esta nación al caos; para que, desde la Zarzuela, les quieran endosar críticas que, al menos en los casos más recientes como han sido éste al que nos hemos referido o el de la inauguración del Ave en Albacete o el mismo abucheo recibido por los Príncipes en el teatro Liceo de Barcelona; estaban evidentemente destinados a demostrar la opinión, cada día más generalizada, de que el ciclo monárquico está, en España, agotado, en plena decadencia y con demostradas muestras de que esta deriva no va a corregirse a pesas de los muchos esfuerzos que, algunos de los fieles a la monarquía y las propias personas de la Casa Real, se empeñen en hacer para hacernos creer que la continuidad del régimen monárquico está asegurado en las personas del príncipe Felipe y de su esposa la princesa Leticia.

Siempre he sostenido que, los republicanos que intentan reeditar aquellas descabelladas, politizadas y manipuladas repúblicas del año 1931 y del año 1936, siguiendo sus ejemplos e intentando, con ello, convertir a una futura república en un acto de revanchismo en contra de las derechas que ganaron la Guerra Civil; sin duda es que no han sido capaces de hacer un análisis objetivo de los gravísimos errores cometidos por las izquierdas de aquellos tiempos, dejando que las calles se convirtieran en campos de batalla donde las gentes se mataban los unos a los otros, sin que existiera una verdadera autoridad capaz de acabar con aquellos enfrentamientos que, como ocurrió, no podían acabar más que con lo que realmente sucedió,: una cruenta y larga guerra civil, con todas las consecuencias, de todo tipo, que tuvo para toda España y sus ciudadanos. El descrédito que se ganaron aquellos estadistas como Azaña, Pietro, Negrín, Largo Caballero, Valladares y el mismo Alcalá Zamora; no va a ser fácil que se olvide, por mucho que se empeñen estos «sabios» resentidos y politizados, que intentan reformar, con su fanatismo, lo que fueron aquellos tiempos de desgraciado recuerdo para todos los españoles de bien. Los de la famosa Memoria Histórica, muchos de ellos que tuvieron participación directa en el hundimiento de España son los que ahora pretenden vendernos a los españoles su particular interpretación, segada y apócrifa de lo que fue el Frente Popular y de las nefastas consecuencias que sus crímenes tuvieron para nuestra nación.

Claro que, todos estos temas donde, verdaderamente, se deben tratar es en la urnas; sin actos revolucionarios, sin atropellos ni prisas, que siempre suelen conducir a los fracasos estrepitosos a los que nos tienen acostumbrados las izquierdas, siempre dispuestas a torpedear a los gobiernos liberales o de derechas, a ofrecer remedios milagrosos y falsos paraísos de Jauja pero, cada vez que suben al poder e intentan implantar sus políticas intervencionistas, adoctrinadoras, laicas y librepensadoras, lo único que consiguen es, como nos está ocurriendo actualmente en España, conducir a la nación a situaciones límites, de extrema dificultad y de difícil solución, con las que han de apechugar los gobiernos que los reemplazan a los que les toca esforzarse en enderezar todo aquello que por su estulticia y sin razón les legaron aquellos..

No sé como, en España, cada vez que se habla de República se produce, en una parte de la población, especialmente dentro de la derecha en la que yo mismo me siento cómodo, un rechazo instintivo; como si sólo su nombre asustara a muchos, seguramente, debido a las fracasadas y desalentadoras experiencias del pasado. Nadie duda de las repúblicas que, como la alemana o la francesa, la americana o la italiana, vienen funcionando con plena normalidad, en plena democracia y con plenas garantías de relevo, cuando el electorado así decide que debe ser. El pretender eternizar en España una institución que, especialmente en los últimos años, ha quedado marcada por el comportamiento de algunos de sus miembros, haciendo caso omiso de los protocolos a los que estaban obligados a someterse, pretendiendo que las familias reales, además de sus ventajas y prerrogativas, pudieran burlar sus deberes como tales para poder acceder, como cualquier simple mortal, a los privilegios del resto de ciudadanos, algo que está vetado a toda monarquía. O se aceptan las reglas o se atienen a las consecuencias.

España ha entrado en una nueva época. Ya no se admite la corrupción política y de políticos ni viejas fórmulas condenadas a convertirse en Historia antes o después. O así es, señores, como veo la actual situación monárquica en España.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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