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No hagamos caso a los cantos de sirena de la izquierda (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el julio 16, 2013 por admin6567
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Evidentemente que, en España, parece que hemos entrado en una espiral que parece que no tiene otra salida que la de acabar con unos sistemas políticos que llevamos utilizando desde el advenimiento de la democracia, propugnada y llevada a efecto por don Adolfo Suarez y, sin embargo, cuando uno se detiene unos momentos para pensar en las consecuencias de un cambio no debidamente meditado, un cambio brusco de consecuencias imprevisibles, en unos momentos en los que el país está intentando salir de una crisis en la que llevamos 6 años, o cuando intentamos sopesar cuales son las verdaderas alternativas de que disponemos para embarcarnos, con posibilidades de éxito; en una ventura tan problemática.

La falta de confianza en los partidos políticos fruto de campañas de desgaste entre unos y otros; unas entidades sindicales que han demostrado su corporativismo y la facilidad de algunos de sus miembros de corromperse aunque, con ello. tengan que perjudicar a aquellos trabajadores a los que se comprometieron a defender; las tendencias centrifugas de algunas de nuestras autonomías y la poca sensatez que vienen demostrando, tanto el partido en el Gobierno como la oposición, especialmente ésta última, que parece no darse cuenta de que, intentando sacar provecho del desgaste al que someten al Gobierno, para conseguir bazas electorales que puedan favorecerlos, no hacen más que poner obstáculos en la ingente tarea que se ha impuesto el Ejecutivo del señor Rajoy, de sacar de manos de sus acreedores y especuladores a un país al que la incompetencia, incapacidad y falta de patriotismo de los anteriores gobernantes, lo puso al borde de la quiebra soberana.

Resulta patético que, el señor Pérez Rubalcaba, se haya enzarzado en una campaña a muerte en contra del partido en el Gobierno siendo consciente, como lo es, de que no existe alternativa alguna a la política de recortes que nos piden desde el ECOFIN y nuestros socios europeos so pena de exponernos a que se nos corten las ayudas tanto bancarias como de todo tipo de las que ahora venimos disfrutando. Ni el PP, ni IU ni el PSOE, ni UPyD, Amayur, CIU o ERC, si en estos momentos se celebraran unas elecciones legislativas, por mucho que hubiera trasvases de votos de unos a otros partidos, tendrían posibilidad alguna de gobernar el país si no fuera concertando alianzas con otros. Aún en el caso de que consiguieran una pírrica mayoría ¿qué estabilidad tendría un gobierno en el que cada una de las tendencias políticas que existiesen entre sus miembros pretendiera imponer su criterio al resto? ¿Estaríamos en condiciones de acudir a Europa a exponer nuestras necesidades y a reclamar nuestros derechos con la unidad de criterio precisa para que se nos tomara en serio?

En primer lugar, es previsible que, dada la experiencia de los últimos años, muchos ciudadanos optasen, desengañados, por no ir a votar como demostración de la poca confianza que les inspiran los políticos en general. Aunque los dos partidos que han venido siendo mayoritarios consiguieran ganar, algo que está por ver, es evidente que, en ninguno de los casos, lo harían con la posibilidad de gobernar ellos solos. Es evidente que los ciudadanos españoles no están en condiciones de afrontar otro fracaso, de plantar cara al resto de de la CE o de correr el riesgo, algo que ya ha estado a punte de ocurrir de que, juntamente con Grecia, Portugal, Chipre, se nos excluyera de la Europa del euro, por considerarnos irrecuperables y un obstáculo demasiado grande para que continuáramos lastrando el normal funcionamiento de Europa. ¿Alguien, medianamente, serio puede pensar que, en el estado actual de la CE, se nos iba a permitir que tuviéramos un gobierno de una coalición de izquierdas que se opusiera, sistemáticamente, a los acuerdos comunitarios, para exigir nuevas subvenciones para los parados o ayudas para sectores deficitarios, como ocurre actualmente, en el sangrante caso de los astilleros gallegos. ¿Cómo el señor Rubalcaba o el señor Cayo Lara iban a poder torce la voluntad de una Angela Merkel, pretendiendo convencerla de que, lo que necesitaba España, era endeudarse más, aumentar su déficit público anual e instalarse definitivamente en una cultura en la que se aceptasen 6 millones de parados como algo normal. Mucho me temo que quienes sacarían más provecho de una situación semejante, serían los partidos nacionalistas que tendrían más facilidades, con un gobierno débil de izquierdas, de sacar provecho de su inestabilidad para conseguir sus objetivos.

El convertir, como ya ocurre en otras naciones, la Cámara Alta y la Cámara Baja, en una especie de lo que fue la famosa Revolución francesa, con sus sans-culotte y el periodo
de La Convención; durante el cual todo atisbo de cordura fue olvidado y los jacobinos extremista pusieron en marcha la máquina de la guillotina para deshacerse de cuantos se les oponían o les caían mal. No señores, es evidente que en este país no se dan las condiciones para afrontar un periodo electoral ni, mucho me temo, tenemos a la persona adecuado para dirigir el cambio que se está pidiendo. Para ello hace falta que los españoles nos serenemos, evitemos precipitaciones o improvisaciones y encarguemos a personas sensatas, conocedores a fondo de la política, capaces de emprender con paciencia, sin prisas, con mucha mano izquierda y con la idea clara de que España es una nación indivisible, que está pasando quizá, por uno de los periodos más peligrosos de su historia, una reforma en profundidad de muchas de nuestras leyes que chocan con la razón y el propio sentido común.

Lo que no es posible es que, la nación, se convierta en un semillero de corpúsculos, cada cual con sus propias opiniones, con sus lideres, sus impulsores y agitadores que sean los que pretendan imponer a las grandes mayorías, mediante presiones, manifestaciones, algaradas y violencia callejera, unas opiniones absurdas, unas propuestas irrealizables o hacer tábula rasa de nuestra cultura, nuestras creencias, nuestros principios y nuestra Historia; con el pretexto de crear un mundo nuevo sin reglas, libertario, relativista y basado en la opresión, la fuerza o la ley del más fuerte. Sin duda eso supone luchar contra los extremismos, los fanáticos, los utópicos, los totalitarios y los absolutistas. Cualquiera de estas tendencias puede dar al traste con cualquier proyecto de una nueva Constitución, en la que se estableciera, sin duda alguna, el hecho indiscutible de la unidad de todos los españoles.

Desconfiemos de todos estos que, con cantos de sirena, pretenden ofrecernos soluciones a la carta, sin duda alguna inviables, dado que no existe la piedra filosofal que pueda, de la noche a la mañana, encontrar solución a todos los problemas que nos siguen agobiando. Es posible que, todavía, no hayamos pasado por la parte más amarga de esta recesión y que nos queden nuevos escollos que superar. Tengamos paciencia y no nos dejemos arrastrar por aquellos que, cuando estuvieron en el Gobierno, no supieron evitar el desplome de la nación y, ahora, cuando están en la oposición, presumen de tener el bebedizo mágico para sacarnos a todos del apuro. No existen milagros, sólo con trabajo, esfuerzo y sacrificio podremos conseguir remontar el cúmulo de dificultades que todavía vamos a tener que superar. Al menos, señores, esta es mi opinión.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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