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¿Es Europa tan de fiar como nos suponemos? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el agosto 16, 2013 por admin6567
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Puede que algunos veamos las cosas bajo otro prisma o también puede ser que no acabemos de entender en qué consiste, verdaderamente, la política de la CE si en verdad consiste en que todos formemos una especie de supra-nación bajo un gobierno unificado de toda la UE, sometido a las decisiones del Parlamento Europeo o bien se pretenda crear una Europa en la que unas naciones lleven la batuta y corten el bacalao y las otras deban asumir el papel de meras comparsas, que tengan que conformarse con las migajas que caigan de la mesa del banquete de los poderosos. Lo cierto es que no acabamos de salir de nuestro asombro cuando ya estamos escuchando a la señora Merkel, de Alemania, hablar en su campaña electoral de la posibilidad de que se le retiren algunas competencias cedidas a la UE. En esta misma línea se había mostrado ya, con anterioridad, el RU, con lo que, no sabemos si pensar que se trata de un truco electoral de la canciller alemana para conseguir votos (es obvio los alemanes no se encuentran muy a gusto con el euro y estarían muy satisfechos volviendo al marco) o si, tal como dice, no está satisfecha con los resultados obtenidos por la actuación de las instituciones comunitarias de Bruselas, con las que parece discrepar en algunos temas.

Por lo visto, existen dos teorías para conseguir una mayor integración de Europa, lo que se podría entender como "más Europa". Una, la clásica, que consistiría en irle dando más poder a Bruselas para que pudiera profundizar en el proceso de centralización comunitaria (unión bancaria, económica y, en última instancia, también política) y, otra, la que parece que le podría interesar a Alemania, consistente en una mayor cooperación y coordinación entre todos los estados miembros; algo que parece que a la señora Merkel le satisface más que ir fortaleciendo las instituciones comunitarias. Hay que decir que, especialmente entre los países del norte de Europa (ya no hablemos del RU donde, desde hace tiempo, ya se viene recelando del excesivo poder de esta nueva Europa) se está poniendo en cuestión la pérdida de soberanía a favor de la UE y, concretamente, en Holanda, ya se ha establecido que, para cualquier otra cesión de competencias a la UE, sea obligatorio celebrar un referéndum nacional para decidir.

Lo que ocurre es que, a muchos ciudadanos españoles que, por ende, lo somos de la UE, nos cuesta entender que las grandes decisiones, las directrices políticas, económicas y legislativas que deberían formar parte de los cometidos de toda la Asamblea Europea parezca que, en realidad, dependa de lo que decidan uno o dos países por muy ricos, importantes e influyentes que sean como máximos integrantes del BCE, una entidad bancaria que, a pesar de la esforzada labor del señor Draghi y sus intentos para actuar con cierta independencia, al fin y al cabo, siempre estará al servicio de quienes tienen el poder, los grandes inversionistas de la institución. Podemos entender que la crisis de las sub-prime y su repercusión mundial, diera lugar a que, algunos de los países europeos, los que fueron menos afectados por ella, se constituyeran en los adalides y supervisores de las políticas económicas y los subsiguientes recortes que fue preciso adoptar para evitar que algunos países (PIGS) entre los que nos encontrábamos, acabaran por caer en default o en quiebra soberana;
arrastrando con ello a toda la UE y echando por la borda todo el trabajo realizado y, con él, a la propia moneda comunitaria, el euro.

Nadie puede negar que, nuestro Gobierno, haya realizado una tarea importante para hacer que los inversionistas fueran recobrando la confianza en España, en su sistema bancario y en su deuda pública; consiguiendo que la prima de riesgo, que hace un año estaba por los 650 puntos básicos, durante las últimas sesiones de bolsa esté marcando mínimos del 250 p.b. Y no sólo esto, sino que evitó, in extremis, que acabáramos teniendo que solicitar un rescate que, entre otras consecuencias, nos hubiera obligado a actuar bajo el control europeo y, por añadidura, a realizar recortes importantes junto a los cuales todos los tijeretazos que se han llevado a cabo en España hubieran sido meras fruslerías. Las condiciones draconianas que han tenido que soportar nuestros bancos para conseguir un préstamo de 40.000 de la UE, creemos que les hubiera sido imposible superarlas a muchos bancos de países como la propia Alemania, que siempre se ha mostrado remisa a que fueran fiscalizadas sus entidades bancarias por los famosos "hombres de negro"

Y aquí no nos queda más remedio que alabar el comportamiento de España ante las exigencias de Bruselas, que no sólo ha sido ejemplar, sino que, incluso, se puede considerar que, por ser una nación no intervenida, se nos ha obligado a aceptar unas pruebas que no resistirían otros países con los que se nos compara. Nadie hubiera dicho, hace un año, que Europa consiguiera salir de la recesión con un 0'3% durante el segundo trimestre del año y que España sólo mantuviera un 0'1% de contracción, lo que augura una cierta recuperación, mucho antes de lo previsto, si no se producen circunstancias que alteren las previsiones con lo que, el próximo trimestre, podríamos salir de esta larga recesión que hemos estado padeciendo.

Por ello nos preocupa que ahora, no sabemos si por circunstancias solamente electorales, o con la intención de llevar a cabo el programa anunciado, la señora Merkel pueda abogar por una disminución de las ayudas que recibimos del BCE si, desde Bruselas, llegara a imponerse una política de restricción de ayudas a los países del sur de Europa, que repercutieran negativamente en nuestras perspectivas de recuperación. Porqué ¿Qué deberemos entender por "políticas de mayor cooperación y coordinación entre los estados miembros"?, ¿se basarán en distintos acuerdos con todos los países en una actividad paralela y a las funciones asignadas al Parlamento Europeo? O ¿se tratará de concertar distintos acuerdos bilaterales entre naciones o grupos de naciones que, en alguna manera, pudieran dejar marginados a otros países en beneficio de unos pocos?

Seamos francos, para construir una Europa comunitaria lo primero que hace falta es que, la Zona Euro, se extienda a todas las naciones de la UE ya que no tiene sentido que, unas pertenezcamos a la moneda única y otras se mantengan alejadas de ella pero, a la vez, formen parte de la unión participando de sus ventajas pero no de sus inconvenientes. Se atisba, en todo este proceso, la posibilidad ya apuntada en varias ocasiones de la crisis en la que estamos metidos, que las naciones del norte, las que fueron menos afectadas por la crisis y aquellas que parece que ya empiezan a sufrir los efectos tardíos de la misma en su economía, como es el caso de Holanda; por cuestiones internas, conveniencias económicas o exigencias políticas, inicien un movimiento que pudiera minar las raíces de la UE, entrando en otro tipo de alianzas que, a la larga, pudieran perjudicar al euro y a los países que le hubieran permanecido fieles.

Es urgente que Bruselas y su Parlamento dejen de estar supeditadas a los albures de Alemania o Francia y se democraticen las instituciones, tanto en la forma de adoptar decisiones comunes, como en la composición de sus comisiones o las medidas de control unificado bancario (un Banco Europeo que dicte normas unificadas para todo el sector) para que afecten a todas las entidades bancarias sin excepciones, para que quede claro quien cumple las normas y quien no. Un difícil y complicado tema que nos sobrepasa, pero que debería ser materia de reflexión para todos, en especial, los expertos. O así es como lo vemos, señores, desde nuestra faceta de ciudadanos de a pie.

Miguel Massanet Bosch

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