Preocupa que, la extrema prudencia del señor Rajoy, permita a los ingleses que se nos adelanten.
Por si alguien lo ignorara este señor, Fabián Picardo, que no sabe mantener la boca cerrada y que, cuando la abre, es incapaz de pronunciar una sola palabra que no sea una sandez, aparte de ser el mandamás del peñón de Gibraltar, es el líder del Partido Socialista Laborista de Gibraltar; algo que a muchos nos ayuda a explicarnos el porqué de su actitud provocativa, el porqué de que, precisamente en estos momentos en los que España está pasando por un momento delicado en el que, el señor Rajoy y su Gobierno, están obligados a enfrentarse a la vez con el separatismo catalán, los ataques constantes por parte de un PSOE –que ya no sabe a donde agarrarse para evitar la constante sangría de votos que la pésima gestión del señor Rubalcaba y las meteduras de pata de aquellos que aspiran a sucederle en el cargo, vienen provocando entre la desencantada militancia del partido – y evitar que, España, zozobre en Europa precisamente cuando parecía que se empezaban a notar algunos indicadores positivos que, de mantenerse y no ser boicoteados por quienes no quieren que el país se recupere, podrían hacer que, en un plazo razonable, pudiéramos entrar en una fase de mayor bonanza política y económica; en esta tesitura, señores, es cuando este sujeto impresentable que actúa de marioneta de los ingleses, se dedica a provocarnos con sus actos absurdos, ilegales y contrarios al derecho internacional.
Y justifico mis palabras, convencido de que en el propio RU se están preocupando de que, en su colonia de Gibraltar, se les haya abierto un frente con el que no contaban y que, con toda evidencia, ha cogido off side al premier Cameron el Premier ingles quien, como es sabido, pertenece a los tory y esta charlotada del gobernador del Peñón es posible que le haya sentado como una mala digestión. El problema de Gibraltar le sitúa ante el dilema de apoyar a los habitantes del Peñón, algo que no puede obviar si quiere mantener calmada a la oposición y, por otra parte, intentar que las relaciones con España, con la que le unen multitud de vínculos, entre ellos pertenecer a partidos de semejante orientación política, de tipo económico, comercial, financiero y por añadidura, el hecho de pertenecer, ambas naciones, a la UE. Evidentemente, no puedo pensar que, esta escalada de piratería territorial, emprendida por el levantisco Picardo, haya sido impulsada desde la vieja Albión, algo que, a mi modesto criterio, no parece que respondiera a ningún contencioso existente entre los dos países, sino más bien a una cacicada del señor Picardo que pudiera tener mucho que ver ( sus insultos contra Rajoy y el PP así lo confirman) con echarles un cable a sus correligionarios del PSOE, que tan insensibles se vienen mostrando y tantas críticas han dirigido al Gobierno por haber actuado con tanta rotundidad ante las flagrantes provocaciones contra nuestros pesqueros y la integridad territorial de España.
Preocupa que, la extrema prudencia del señor Rajoy, permita a los ingleses que se nos adelanten en llevar el caso al Tribunal Europeo antes de que lo hayamos hecho nosotros basados en las repetidas infracciones de los habitantes de Gibraltar han cometido, por el procedimiento expeditivo de los hechos consumados en contra del espíritu y la letra del tratado de Utrecht, de tan infausto recuerdo. Si se ha emprendido una acción disuasoria para hacer entender a los habitantes del Peñón y a sus valedores los ingleses, que no se puede seguir intentando engrandecer el perímetro de soberanía de la colonia a costa de las aguas territoriales españolas ni, como ya han conseguido, aprovecharse del istmo para construir un campo de aterrizaje; se han de utilizar todos los resortes legales, nacionales e internacionales, para no cejar en la campaña de hacer que la soberanía del Peñón vuelva a España y no se perpetúe cuando todos los sistemas coloniales ( en el tratado de Utrecht todavía se hablaba de la trata de negros con destino a América) han quedado completamente superados ya que recobraron la independencia que reclamaban o, en su caso les fueron reintegradas aquellas partes que les habían sido usurpadas. Como fue el caso de la devolución de Hong Kong a la China.
Nadie duda del poder y la influencia de la Gran Bretaña en la CE y de su estrecha amistad con sus antiguas colonias de los .EE.UU de América. La Commonwelth es una demostración del poderío, al menos desde el punto de vista de los lazos de amistad con todos los países de la órbita de sus antiguas posesiones, que tanto han sabido cultivar los ingleses y, en especial, la Familia Real británica. Pero se trata de un arma de doble filo si la diplomacia española y los tribunales saben enfocar el tema con habilidad y solvencia jurídica; resaltando, por ejemplo, que esta pretendida unidad del pueblo gibraltareño a favor de su permanencia como miembros del RU no tiene otro objeto que perpetuar el actual estatus de centro de corrupción, refugio fiscal de los defraudadores de las haciendas públicas de las distintas naciones al modo de las famosas islas Caimán, Liechtenstein, Mónaco, Malta, Andorra y tantos otros donde, impunemente, los defraudadores depositan sus fortunas para evadir al fisco.
En realidad, lo que pretenden los gibraltareños es que se les deje seguir con su contrabando, con las mafias de la droga, con sus empresas fantasmas para el blanqueo de dinero y, para ello, se valen, a modo de pantalla, de los españoles que acuden allí para trabajar ( otros se dedican a entrar contrabando y drogas cada vez que salen y entran de la base inglesa) El patriotismo es uno más de los timos que utilizan para escabullirse del control español, cuando saben muy bien que no se les iba a permitir seguir, como hacen los ingleses, con sus profesiones delictivas. El Gobierno español no debe dejarse amedrentar por los sindicatos ni por las protestas de algunos ciudadanos de La Línea o de Algeciras porque, la mayoría se ganan en el peñón la vida con suma facilidad y ya se sabe a lo que me refiero. En este caso el bien común está por encima del perjuicio de unos cuantos.
Y aquí surge una pregunta que ha estado latente durante mucho tiempo en nuestra nación. ¿Tenemos, en realidad un Ejercito en España? No se trata de que se deba iniciar una escalada bélica con el RU pero, cuando observamos como cada día las patrullera inglesas hacen de su capa un sayo atacando a nuestros pesqueros y obstaculizando la pesca en los caladeros; no podemos menos de tomar en consideración la escasez de medios y la diferencia en la operatividad y armamento de las patrulleras inglesas en comparación con las que usa nuestra Guardia Civil, que mucho hace con mantener la cara en alto ante tal diferencia de potencial. Es este país, desde la llegada del PSOE al poder, se inició el desmantelamiento de nuestro Ejército, empezando por retirar a todos los generales que pensaban que les podían plantar cara, para sustituirlos por otros afines a sus ideas. Poco a poco nuestro Ejército se ha ido recortando, se han disminuido las dotaciones encaminadas a modernizarlo y a mantener una capacidad operativa que, si bien, no pudiera competir con los ejércitos de las grandes naciones, al menos tuviera la suficiente potencia para crearles problemas serios a quienes quisieran avasallarnos.
Ahora, nos damos cuenta del gran error cometido. No tenemos ni la capacidad respuesta para presentar cara a unas simples patrulleras y, para más INRI, nuestro ministro del Ejército, señor Morenés, habla de comprar drones cuando carecemos de vehículos acorazados capaces de pasar por sobre una mina sin reventar.En fin, señores, ocurre, como casi siempre, que no somos capaces ni por patriotismo ni por vergüenza torera de plantar cara aunque seamos pequeños David frente a Goliat. Puede que haya quien piense que es mejor arrugarse y pasar por el aro yo, por el contrario, soy de los que espera que el orgullo de ser español se imponga a cualquier signo de cobardía. O así es, señores, como pienso.
Miguel Massanet Bosch