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La chapuza nacional. El Congreso hace aguas (en todos los sentidos) (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el septiembre 11, 2013 por admin6567
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Un día gris, lluvioso y triste parece que ha sido la respuesta del Cielo a una serie de noticias que, durante los últimos días, han copado los titulares de los periódicos nacionales y de aquellos que, aún siéndolo en apariencia, más dan la sensación de ser los mensajeros de nuestros peores enemigos que, por amarga ingratitud, resultan ser estos grupos nacionalistas que se han dado a si mismos la patente de corso, para hacernos daño al resto de españoles y poner en cuarentena las posibilidades de España de salir de la recesión y emprender la senda de la recuperación, tan deseada.

Si la noticia, chusca e hilarante, de que el Congreso de Diputados, en el que acaban de gastarse 4'5 millones de euros en reparaciones, ha acogido la sesión de control al Gobierno con una cortina de agua a través de las goteras del techo que, al parecer, no se han enterado de que no debían estar allí y han avergonzado a los responsables de las obras, regando con una ducha de agua fría, procedente de la techumbre, debida a la fuerte tormenta que ha caído sobre Madrid, que ha calado a todos aquellos visitantes que han tenido la mala suerte de estar situados debajo de la improvisada ducha; nos ha hecho pensar que, en este país, no tenemos remedio y que las historietas de Otilio y Pepe Goteras, más que simples comics de ficción, tienen su reproducción más fiel en el mundo real de quienes saben muy bien como administrar un presupuesto de ejecución de reformas para que, una vez finalizadas y dadas por buenas; consigan hacer el milagro de que, de las cantidades establecidas, se les hayan quedado pegadas a los dedos una parte importante, a costa del ahorro de materiales, jornales y mermas en la calidad de los distintos elementos utilizados en la obra. Pero no se alarmen, porque no es más que una muestra, a modo de paradigma, de lo que está ocurriendo en toda nuestra nación.

En efecto, los atónitos y abatidos ciudadanos de a pie, todavía no han sido capaces de recuperarse del aluvión incesante de informaciones que dejan, a la práctica totalidad de partidos del arco parlamentario, desnudos, descubiertos, evidenciados y desenmascarados ante sus electores, que se hacen cruces sólo de pensar como desperdiciaron su voto y como se les dio a unos políticos ineptos, corruptos, egoístas e irresponsables, el poder de dirigir la nación, formar parte de las dos cámaras, el Congreso y el Senado, y ocupar cargos directivos en las administraciones de estas 17 autonomías, que se han convertido en la mayor preocupación para el pueblo español y en la más importante fuente de despilfarro, corrupción y malversación de los dineros de los contribuyentes.

Los que votamos al PP observamos como se está negociando con los separatistas para intentar cambiar una parte de España por la humillación de ceder a su chantaje económico. Una actitud mercantilista, impresentable, contraria a los intereses de la nación y los españoles y, sin duda, que no contempla para nada el espíritu y la letra de la Carta Magna. Una entrega camuflada bajo el llamado "diálogo", "cabeza fría" y "prudencia"; términos bajo los cuales se oculta la mojigatería del Ejecutivo, su apego al poder y el miedo a perder votos, lo que los hace insensibles a las quejas de los españoles obligados a vivir en las regiones separatistas, que se ven abocados< a quedar desamparados en una tierra en la que nunca serán bien vistos. La Constitución no es un florero de adorno para exhibirlo como un preciado tesoro cuando es fácil de aplicar; al contrario, es la garantía del Estado de Derecho para que ninguna de las 17 autonomías del reino pueda hacer de su capa un sayo y enfrentarse al Gobierno para exigirle mejor financiación, más autonomía, mayor financiación y lo que resulta todavía más deleznable: pedir la separación de España, como si nuestra patria fuera moneda de cambio con la cual se pudiera negociar, mediante conceptos tan fatuos como son "preservar la paz", " deshacerse de una región molesta y quisquillosa" o "buscar otro tipo de encaje ( como se ha dicho por un ministro) de Catalunya en España". Todo ello no tiene más que un nombre:"traición a España y a los españoles".

Lo cierto es que hemos llegado a un momento en que, los españoles, los verdaderos españoles (no los que están dispuestos a vender parte del país por un plato de lentejas), empezamos a pensar que se están reproduciendo los mismos errores de los gobiernos de derechas de la II República, bajo la égida del Presidente de la República, señor Alcalá Zamora, y el presidente de la CEDA, vencedora mayoritaria en las elecciones de 1.933. Entonces, ante el temor de cómo podrían reaccionar las izquierdas si se otorgaba la presidencia al señor Gil Robles, el señor Alcala Zamora, pusilánime e intrigante, decidió una solución de compromiso poniendo al señor Alejandro Lerroux, un personaje con más conchas que un galápago que, de anarquista acabó presidiendo un gobierno de derechas. La revolución de octubre de 1.934, llamada de Asturias, fue la consecuencia inmediata de una política débil, desnortada, timorata e insensata de las derechas. Aquí, señores, fue cuando se dio el primer paso hacia el cúmulo de acciones terroristas, huelgas salvajes, asesinatos, secuestros y caos urbano que fueron la verdadera causa de la Guerra Civil. Todavía hay algunos que no lo han sabido o querido ver.

Una España en la que, la corrupción, ha hecho presa de todos los partidos: el PP con su caso Gurtel; el PSOE con el caso de los ERE`s de Andalucía que amenaza con afectar a sus mayores responsables; CIU afectada por una serie de procesos a causa de financiación ilegal; IU manchado por la relación de sus representantes en Andalucía, conchabados con los socialistas de la trama andaluza; los dos sindicatos mayoritarios, CC.OO y UGT, cada vez con menos afiliados, completamente desacreditados y afectados por casos de corrupción que han acabado con la poca confianza que se les podía tener. Una situación desoladora para un país que se aguanta, en lo económico, sobre alfileres y que depende en absoluto de la imagen que seamos capaces de proyectar hacia el exterior. Todos los partido políticos hablan de regeneración, de cambio, de la necesidad de limpiar al país de la corrupción, sin embargo, no parece que ninguno de ellos esté por la labor y todo acaba en una batalla insensata en la que convierten nuestro Congreso de Diputados en una especie de pelea de gallos, donde, lo único que son capaces de hacer, es irse atribuyéndose culpas mutuamente pero, en ningún caso, se disponen a dejar aparcadas sus diferencias para ponerse ha discutir en serio sobre una regeneración, a fondo, de todo el sistema político español, incluido, por supuesto, sus propias estructuras, una nueva ley electoral y un sistema diáfano de financiación que no de lugar a los casos de infracción de la Ley de Financiación de Partidos políticos que, recientemente, han sido destapados.

La desafección del pueblo español hacia sus políticos está llegando a un nivel en el que, ni unas elecciones generales, serían capaces de poner orden en el país y más, si tenemos en cuenta que, el problema catalán, no permite en ningún momento bajar la guardia para evitar que, al fin y a la postre, acabaran por conseguir su objetivo; algo pésimo para España y los propios catalanes. Un apunte para el señor Rajoy: ni España ni los españoles ni las Instituciones ni las FF.AA, garantes de la unidad del país, pueden aceptar soluciones en las que se beneficie unilateralmente a una autonomía en detrimento de las restantes. Lo contrario es jugar con fuego. O esa es, señores, la impresión que tengo ante semejante estado de cosas.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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