
Por supuesto, hay una diferencia elemental entre el niño de Astérix y el profesor Junqueras: mientras el primero sólo arriesgaba su propia salud, el segundo está amenazando con asfixiar a todos los españoles, y muy especialmente a los catalanes, que son los que más sufrirían la autolesión. "¿Qué impacto tendrá sobre el PIB español? ¿Y qué opinión tendrán los acreedores de la deuda española?", se pregunta el celtíbero Junqueras. Haciendo un esfuerzo por tomarse en serio semejante barbaridad, y suponiendo que en su delirio autoritario el nacionalismo lograra acumular el poder suficiente para paralizar la actividad económica de una región de siete millones de habitantes, esas preguntas deberían repetirse para el hipotético nuevo Estado catalán.
Porque es evidente que masacrar la economía catalana tendría serias consecuencias para toda España, pero que serían especialmente cruentas en Cataluña. El nacionalismo salvapatrias de ERC y de CiU ha tomado por rehenes a los propios catalanes. Y en el fondo da igual que lleven a cabo o no su amenaza de contener la respiración: la secesión sería un desastre para todo nuestro país, y muy especialmente para Cataluña. Eso sí, la amenaza de Junqueras da la medida de la locura: no les importa hundir al territorio cuya independencia quieren a cambio de lograr sus objetivos. Simplemente el hecho de decir algo así tiene que dejar absolutamente atónitos a esos acreedores de la deuda española, que serían los mismos que tendría Cataluña. Si, como dijo Keynes, no hay nada más tímido que un millón de dólares, la inversión extranjera estará ahora mismo roja de vergüenza ante la impudicia de alguien que se postula como jefe de gobierno.
Ha sido en Bruselas donde Junqueras ha amenazado con asfixiar a a sus compatriotas (todos los españoles). Ha coincidido con un acto celebrado en La Haya por otros dos nacionalistas de perfil más antipático: Marine Le Pen y Geert Wilders, quienes han anunciado un frente eurófobo de cara a las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Se dirá que nada tiene que ver Junqueras con Le Pen o Wilders, dado que el primero parece desesperado por seguir en la UE (cosa imposible en caso de secesión) y los segundos quieren liquidarla. En realidad es sólo una cuestión de escala: los tres lideran movimientos que quieren destruir la comunidad política inmediatamente superior. La clientela de Junqueras está en Cataluña y lo que le molesta a día de hoy es España. Las de Le Pen y Wilders están en Francia y Países Bajos y lo que les molesta es Europa. "Queremos decidir nuestro destino", ha afirmado la ultraderechista francesa. Derecho a decidir, eso es lo que reclama.
La ampliación de las comunidades políticas, la integración en Estados de mayor dimensión ha tenido, en general, efectos positivos para el progreso económico, social y político. Junqueras, como Le Pen y Wilders, recurre a los instintos más bajos de la gente (xenofobia, egoísmo…) para dar la espalda a la historia y al sentido común. Si quieren aguantar la respiración, adelante, pero que suelten el cuello de los ciudadanos.