
"Estamos saliendo de la crisis con flexibilidad, competitividad y apertura", dijo en otro momento. A veces, el presidente advierte del carácter anémico de la recuperación – casi indistinguible de un estancamiento -, y en otras ocasiones, como ayer, la da por hecha. En esta ocasión, cuando dice flexibilidad quiere decir precarización; cuando dice competitividad no se refiere a una economía más intensiva en conocimiento y tecnología, sino a una de la que huyen los científicos porque se ha centrado en vender mano de obra barata; y cuando dice apertura se refiere a un crecimiento exterior que es consecuencia de la precarización.
"Ya no se habla del incremento del paro en España". Rajoy volvió a insistir en que el paro ha bajado en 2013, y una vez más evitó mencionar que también ha bajado el empleo. Habría sido bonito ver a un presidente del Gobierno explicar a la gente cómo es posible que sucedan las dos cosas a la vez: porque la disminución del paro no se debe a que trabaje más gente, sino a que muchos han tirado la toalla o se han ido de España, y cuando alguien no busca trabajo no es un parado. Pero ayer Rajoy no era un presidente, sino un vendedor. Por eso utilizó una frase tan vacía como ésta. El hecho es que España tiene un 27% de paro según las estadísticas oficiales. Está a más de 20 puntos de Estados Unidos. Es posible que en la Cámara de Comercio de Washington no se hable de este escándalo, pero las millones de familias españolas afectadas difícilmente podrán pensar en otra cosa.
"Les invito a seguir hablando bien de España. Es decir la verdad y tampoco se molesta a nadie". ¿Hablar bien de España es decir la verdad? ¿Quiere decir que quien señala lo negativo está mintiendo? ¿Hablar mal del Gobierno equivale a hablar mal de España? Quizás nos está invitando a decir que los salarios de los directivos españoles están creciendo, pero ocultando que los sueldos de mandos intermedios y trabajadores se han desplomado. Pues no. Señalar la creciente desigualdad y los riesgos que conlleva; recordar que el aumento de la pobreza es perfectamente compatible con el crecimiento económico; denunciar que nadie es capaz de dar una fecha aproximada en la que el país vuelva a tener una tasa de paro tolerable; nada de esto es mentir. Y lo que molesta es el silencio y la manipulación del Gobierno sobre estos asuntos.
El presidente de la Cámara de Comercio preguntó a Rajoy por lo que se puede hacer para luchar de forma más eficaz contra el terrorismo. "Generar instituciones y estabilidad política, luchar contra la pobreza y defender los derechos humanos", contestó. Cualquiera mínimamente crítico habría añadido "y no lanzar un tuit contando una operación antes de que ésta se produzca". Pero claro, mencionar la incompetencia de ciertos ministros, así como los gravísimos casos de corrupción que afectan al bipartidismo o cualquier otro de los graves problemas institucionales de España hubiera sido para Rajoy hablar mal de nuestro país, y por tanto mentir.
Cuando Rajoy dice a su partido que hay que hablar de economía, quiere decir que no hay que hablar de precariedad, ni de corrupción, ni del modelo de Estado, ni de pobreza. Quiere decir que hay que centrarse en el número rojo que se vuelve verde sin explicar que ha cambiado de color por factores negativos. Quiere decir que hay que vender España como quien vende un crecepelo mágico. Y quiere decir que el que denuncie sus falacias es un antipatriota. Esta es el discurso que nos espera. Al desmentirlo puede que se moleste a alguien, pero será por el bien de la verdad y de los españoles.