
Como todo, la unión bancaria puede hacerse bien o mal. Y como siempre, es el nacionalismo el culpable de que se esté haciendo mal. El Consejo Europeo – es decir, los países reunidos en una sala – diseñó un proceso lento e inseguro que estuviera bajo su control en lugar de bajo el de la Comisión Europea. Además, querían crear un fondo común para posibles rescates (de 55.000 millones, que puede sonar a mucho pero apenas supera lo gastado en las cajas de ahorro españolas) a partir de acuerdos intergubernamentales. Es decir, puenteando a las instituciones europeas. Estos son los motivos por los que el Parlamento Europeo ha bloqueado el proyecto y ha presentado enmiendas: para hacerlo más ambicioso y asegurar el control democrático.
La legitimidad europea está mucho antes en la Eurocámara que en el Consejo. Se dirá que los gobiernos de los países han sido elegidos democráticamente, pero, ¿qué diríamos los españoles si las decisiones más importantes las tomaran los presidentes autonómicos reunidos a puerta cerrada y sin pasar por el Congreso de los Diputados? La experiencia demuestra, además, que aunque nunca hay garantías de acierto, cuando las decisiones se toman tras la negociación interesada de particulares y no allí donde se articula el interés general, los resultados suelen ser peores.
Los nacionalismos, ya sean de los países o de las regiones, son miopes cuando no son ciegos. El caso de España y sus comunidades demuestra la vulnerabilidad de un Estado de tamaño mediano. A día de hoy, Cataluña tiene más problemas para financiarse que otras CCAA y ha tenido que pedir otros 6.000 millones al fondo de rescate español. Esto demuestra que España no roba a Cataluña y que el "nuevo Estado de Europa" es un auténtico disparate, primero porque no estaría en Europa y segundo porque pasaría a ser como un barquito de papel en un rompeolas. Sin embargo, no es de esperar que esto lo vea quien, embelesado por el aura de palabras mágicas como "independencia", hace tiempo que dejó de interesarse por la realidad. La realidad, por su parte, espera el momento para recordar a los creyentes que aquí manda ella.
Por su parte, el Gobierno de España se niega a utilizar la banca nacionalizada para facilitar el acceso al crédito, lo que permitiría incentivar el crecimiento económico. A pesar de que se han destinado mas de 40.000 millones al rescate del sistema bancario, a pesar del esfuerzo que se ha impuesto a los españoles, el ministerio de Economía rechaza, en respuesta a una pregunta del diputado de UPyD Álvaro Anchuelo, dar un uso estratégico a aquellas entidades que han terminado siendo de propiedad pública. Hay que recordar que buena parte de esos fondos vienen de Europa, y que las instituciones europeas deberían tener algo que decir al respecto. La actitud del gobierno de Rajoy en este asunto es puramente nacionalista: apoya un mecanismo ineficiente de unión bancaria, pretende apropiarse de los méritos europeos (rescate bancario y liquidez del BCE) y protege los intereses de teceros antes que el interés general.
En este momento, es en Europa donde más y mejor se nos puede representar. La igualdad, la seguridad, el bienestar y la libertad individual nunca serán una prioridad para los nacionalismos, ni probablemente para gobiernos como el español. El Parlamento Europeo lucha por hacerse valer y tiene de su parte la mayor legitimidad democrática de todas las instituciones. Es allí donde los ciudadanos podemos encontrar amparo y ambición política, y no en las salas oscuras donde se reunen los jefes de gobierno de pequeños Estados-nación cuyo tiempo ha pasado. Esperemos que se den cuenta pronto.