(Publicado en El blog de Álvaro Anchuelo, aquí)
El dato positivo es que la afiliación a la Seguridad Social creció en febrero, aunque mínimamente (un 0,38% en tasa interanual), lo que significa que hay algunos trabajadores más en el sistema que hace un año (61.557 cotizantes más). Esto indica que la destrucción de empleo en España está tocando fondo. Algo que cabía esperar, pues suele suceder con algunos trimestres de retraso tras ocurrir el mismo fenómeno en el PIB. Otra cuestión es que esto sea un gran éxito que se deba a las magníficas políticas del Gobierno, o que se deba a la simple duración de la crisis (eran ya 6 años de destrucción de empleo) y a las políticas europeas (relajación del objetivo de déficit público y caída de la prima de riesgo lograda por el BCE). También es cuestionable que el PP nos salve de la crisis o haya sido el corresponsable (junto al PSOE) de ella (recuerden la CAM, el Banco de Valencia, Bankia, la Comunidad Valenciana…).
Junto a este dato positivo, hay una abundancia de datos negativos que los portavoces oficiales ocultan o minimizan.
1º) Respecto a febrero de 2013, el paro se ha reducido en 227.736 personas. Nótese que esa caída en el paro no puede explicarse por la creación de empleo. Por tanto, no son parados que salen del paro hacia un empleo, sino parados que salen de la población activa (por desánimo y abandono de la búsqueda de empleo, o por emigración al extranjero).
2º) Los datos siguen reflejando la enorme precariedad del empleo en España. Los contratos indefinidos suponen sólo el 8,97% de todos los contratos, y de ellos casi la mitad son a tiempo parcial. Los contratos más precarios (temporales con jornada a tiempo parcial) ascienden a 319.988 (el 29,33% del total, casi una tercera parte).
3º) Tampoco hablan los portavoces ministeriales de que los beneficiarios existentes a final del mes de todo tipo de prestaciones de desempleo fueron 2.805.275, con una disminución respecto al mismo mes del año anterior del 8,4%. Como la EPA indica que hay unos 6 millones de parados, el dato implica que la mitad de los parados, 3 millones de personas, no tienen ya ninguna cobertura.
El vaso está un cuarto lleno y tres cuartos vacío, por tanto, pero eso no va a detener la euforia impostada de un Gobierno poco ambicioso y corresponsable del desastre en período pre-electoral.