



En la España del despilfarro (la España del PP) el ahorro que las arcas de Castilla-La Mancha van a lograr por la reducción del número de diputados autonómicos es insignificante. En cambio, lo que va a conseguir (lo que realmente pretende) es que para que un partido logre representación parlamentaria necesite en torno al 12% de los votos. O dicho de otra manera, el número de ciudadanos que quedarán sin representación tras los próximos comicios aumentará de forma escandalosa. El diputado de UPyD Carlos Martínez Gorriarán ha llamado a esto por su nombre
: pasar de la democracia a la oligarquía. No pierden los partidos pequeños, pierden los ciudadanos que se ven privados de representación.
Pero es que esto es el Partido Popular. No es un traspiés ni un hecho aislado. Es lo que hacen. ¿Fusionar ayuntamientos? Ni hablar, que tienen muchos cargos. ¿Reformar el modelo de Estado? No, que no hay consenso. ¿Despachar las antidemocráticas diputaciones? Se niegan a prescindir del pesebre. Pero eso sí, socavar el pluralismo, deteriorar la representatividad con la excusa del ahorro, adulterar la democracia… he aquí sus prioridades. La prueba es que ante la enmienda de UPyD que proponía acompañar la reducción de escaños de una circunscripción única para respetar o incluso aumentar la proporcionalidad, la respuesta ha sido negativa.
Sí, esto es el PP. No defiende otra cosa que a sí mismo. Su determinación cuando gozan de aplastantes mayorías absolutas se torna la más ruín cobardía cuando están en la oposición. Hace pocos días el ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès aprobó una moción de apoyo a unos individuos que están acusados -y a la espera de juicio- de la agresión a Rosa Díez cuando visitó la Universidad Autónoma de Barcelona en 2010. La iniciativa, por supuesto, fue de los nacionalistas. Recibió el miserable apoyo del PSC. El PP se abstuvo. De este modo, ese gran partido que presume de asegurar la unidad de España se esconde ante la más clásica táctica filoterrorista: convertir a las víctimas en culpables y a los agresores en víctimas.
Así que a la pregunta que se hacía Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, en un bañito de masas que se dio con las juventudes de su partido -"¿Qué es UPyD, aparte de Rosa Díez?"- cabría responder con otra pregunta. ¿Qué es el Partido Popular con todos sus cargos, con todo su poder? Es el partido que renuncia a defender a España -el ministro de Exteriores no deja de recordárnoslo en cada ocasión-, es el partido que beneficia a etarras sin arrepentir -como ha demostradoGorka Maneiro en el Parlamento Vasco-, es el partido que indulta a corruptos –Gallardón miente-, y es el partido, en resumen, cuyo proyecto político se limita a dos siglas: PP.
Qué es UPyD, se pregunta González. Es el partido que defiende la abolición de los conciertos económicos vasco y navarro en Madrid, en Vitoria y en Pamplona. Es el partido que obliga al PP a expresarse contra el plan soberanista de los nacionalistas catalanes. Es el partido que se niega a entrar en el vergonzoso reparto de la tarta de la justicia. Es el partido que exige responsabilidades penales para los cargos y amigos del PP que llevaron a Bankia a la quiebra. Es el partido que habla de lo que no quiere hablar el PP: precariedad, pobreza infantil, corrupción. Es el partido que más pronto que tarde va a desalojar al bipartidismo de los sillones del poder -si es que no se los han llevado a casa-. Todo esto es UPyD, y el presidente madrileño debería ir informándose. Aunque sin duda está muy ocupado intentado averiguar quién le pagó el ático de lujo en Guadalmina.