
No hace falta ser la OCDE para saber que esta brecha creciente se explica en buena medida por el crecimiento desaforado del paro. El 55% de los nuevos parados de la UE durante la crisis están en España. Sí, el paro es un problema europeo, pero tiene un innegable acento español. Esta es la gran pesadilla de nuestra economía y de nuestra sociedad. Treinta y cinco años después de llegada la democracia no hemos sido capaces de solucionar esta inmensa anomalía. En otros países un paro del 8% se considera alto. Aquí es el mejor dato que hemos tenido jamás. ¿Por qué? ¿Estamos condenados a ello? ¿Debemos resignarnos?
En UPyD la resignación no es nunca una alternativa, y ayer defendió en el Congreso de los Diputados su propuesta de contrato indefinido único: un giro de 180 grados al fracasado mercado laboral español. La idea no es del partido magenta ni de Álvaro Anchuelo, el diputado que la explicó, sino que tiene un reconocido pedigrí académico y cuenta con el aval de los mejores economistas españoles y extranjeros. No es una solución mágica (quien las propone miente), sino una reforma laboral que pondría fin a la dualidad actual del trabajo en España que nos condena a que el 93% de los nuevos contratos sean temporales y sólo el 7% indefinidos.
Anchuelo describió en su intervención la "trampa de la precariedad", que lleva a millones de trabajadores a enlazar contratos breves (a veces de unos pocos días) sin opción de acceder nunca a uno indefinido. Las empresas nunca se preocupan de formar a este tipo de trabajadores eventuales (no les compensa), por lo que ellos nunca mejoran su "empleabilidad" y siguen condenados a los trabajos eventuales. Los incentivos del actual mercado de trabajo favorecen una economía escasamente productiva; mejorando la formación a través de la estabilidad laboral, se conseguiría una economía más competitiva por la vía correcta: el conocimiento, no los salarios bajos.
La precariedad, como recordó Anchuelo, no sólo es un problema económico, sino también social. Impide a millones de ciudadanos desarrollar una vida satisfactoria. En especial a los más jóvenes, que difícilmente encuentran la forma de acceder a una vivienda, emanciparse o formar una familia. El empleo precario, además, desaparece rápidamente cuando llega una crisis, ya que es muy sencillo deshacerse de él: basta con esperar a que venza el contrato y no sustituir al trabajador. Esto es lo que explica que España aporte el 55% del paro de la UE en la crisis. El contrato indefinido único es un marco estable, tal y como UPyD ha explicado y seguirá explicando a los españoles.
Pero es que, además, la precariedad existente -reforzada con entusiasmo por las reformas laborales de los gobiernos socialista y popular- hará que la situación de la gente no mejore apenas incluso si crece el empleo y encuentra trabajo. Los trabajos que se están ofreciendo en España podrán permitir a alguien, con suerte, salir de la miseria, pero dudosamente abandonar la pobreza. La estrategia del PP (y antes del PSOE) de volver al crecimiento por la vía de la reducción de salarios consagra el crecimiento de la desigualdad.
Y con esto volvemos al informe de la OCDE. Aunque el aumento de la pobreza y de la desigualdad se deban al paro y a la precariedad, España carece además de instrumentos para paliarla. A pesar de su altísimo desempleo, apenas destina a prestaciones lo mismo que el resto de países europeos. Dicho de otro modo: los parados de cualquier otro país de la UE están mejor protegidos y son por lo tanto menos pobres. Pero aquí no acaba el problema: lo que no dice la OCDE pero sabemos bien los españoles es que tampoco es lo mismo ser un parado en Badajoz que en Bilbao: las rentas mínimas son muy superiores en las regiones de España donde hay menos paro.
El informe establece una "prioridad absoluta": dar ayuda a los grupos más desfavorecidos. En esto se puede discrepar. No es una prioridad absoluta, sino que es tan urgente como reformar el pésimo mercado de trabajo español. El contrato indefinido único serviría para que España dejara de producir parados y pobreza, y la reforma de los mecanismos de solidaridad permitirían aliviar la situación de los más pobres mientras no puedan acceder a un empleo de calidad y bien remunerado.
Igual que Rajoy se negó a hablar con Rosa Díez de pobreza infantil, todos los partidos se opusieron ayer al contrato indefinido único de UPyD. Será porque están muy orgullosos del marco laboral español y porque no les parece urgente salir de este agujero. ¿Resignación? UPyD seguirá provocando el debate hasta que un día tenga la fuerza necesaria para llevar a cabo las reformas necesarias.