
Casi todas las campañas electorales de los partidos aspirantes se basan en el anhelo de cambio. Frente a ellos, los partidos en el poder suelen disfrazar la situación para que parezca mejor de lo que es y, en última instancia, apelan al refrán "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". No lo dicen así pero todo el mundo lo entiende. Esto ocurre en todos los países, y por supuesto también en España.
Por entonces apenas se usaba la palabra bipartidismo. Hoy, ocupa titulares de periódicos y surge en conversaciones de café
PP y PSOE han jugado a este juego durante décadas.Aznar se pudo presentar como el cambio frente aGonzález. Zapatero lo hizo frente a un Rajoy que se presentaba como Aznar II. Y Rajoy convenció a muchos de que representaba lo nuevo tras ocho años de zapaterismo.
Ya no hay oferta de cambio ni en el PP ni en el PSOE. Sólo hay la antigua apelación, cada vez menos disimulada, a lo malo conocido. Prácticamente sólo les falta presentarse en coalición. No hay en ellos ninguna pretensión de traer lo nuevo. Precisamente lo que hacen es advertir contra el cambio, contra lo bueno por conocer. Y para ello tienen una gran maquinaria a su servicio: diarios, televisiones, empresas de demoscopia.
UPyD tiene seis años y medio de vida, y prácticamente desde su origen está presente en las instituciones. Ha demostrado que hace lo que dice y que dice lo que piensa. Ha planteado reformas, ha sacado adelante iniciativas, ha dicho lo que nadie decía y no ha dado una batalla por perdida. La mejor prueba de la seriedad de su trabajo es que no ha hecho amigos entre los viejos partidos, que atacan ahora al partido magenta como antes se atacaban entre ellos.
Pero el cambio no lo traerá UPyD, sino los ciudadanos. Serán ellos los que cambien primero, desprendiéndose de prejuicios y temores, convirtiendo su hartazgo en energía renovadora y demostrando que ya no les vale con lo malo conocido. Que merecen algo mucho mejor y que son capaces de contruirlo.