Editorial de UPyD (Ver aquí)
Tras el batacazo del bipartidismo en las elecciones europeas del domingo, resulta divertido observar cómo reaccionan sus dos pilares: el PSOE no sabe cómo volver a levantarse; el PP ni siquiera es consciente de que se ha caído. La respuesta de ambos a los resultados electorales demuestra que cuando un partido se aleja lo suficiente de la órbita de la realidad la inercia le empuja fatalmente a perderse en el espacio de la fantasía.
Hay algo en común. En ambos partidos se escuchan voces que insisten en el tópico más manido de la política: la necesidad de acercarse a los ciudadanos. La situación ha degenerado tanto que, si pudieran, los ciudadanos pedirían una orden de alejamiento para evitarlo. Es poco probable que los españoles quieran cercanía. Antes preferirán sinceridad, aunque sea a distancia.
Hace falta mucho cinismo para creer que la corrupción y la traición a los votantes sólo pasan factura al adversario
El PSOE sabe desde hace tiempo que algo falla. Ha probado varias medicinas y ninguna ha funcionado. Por ejemplo, ha proclamado que el futuro son las primarias, pero después de hacerlo el aparato arregló las andaluzas para que ganara Susana Díaz y eligió a Elena Valencianopara las europeas por el tradicional método del "dedazo". Puede que la voluntad de practicar la democracia interna sea sincera, pero es natural que los españoles no lo crean hasta que no lo vean, especialmente en un partido que les ha engañado en todo lo importante.
Otro ejemplo es el modelo de Estado. Proponen un federalismo pastelero que, en lugar de avanzar hacia la igualdad de los ciudadanos, santifica el privilegio. Un federalismo antifederal. Algo parecido pasa en la lucha contra la corrupción. Han sido incapaces de encontrar el coraje para depurar sus propias responsabilidades en casos como los ERE o en la quiebra de las cajas de ahorros. Y se oponen junto con el PP a las propuestas de regeneración que plantea UPyD en el Congreso. Y así con un sinfín de asuntos.
Lo del PP quizás sea peor. Los comentarios sobre la cercanía son minoritarios, y en general lo que hay es satisfacción por haber ganado las elecciones. Lo cual es falso: no las han ganado, las ha perdido el PSOE. Parece que Rajoy y sus cercanos siguen pensando que esto es coyuntural, y como a ellos no les ha salido un Podemos por la derecha, creen que a poco que siga creciendo la economía, sus votantes pródigos regresarán desde la abstención. Hace falta mucho cinismo para creer que la traición a los votantes sólo pasa factura al adversario y que la corrupción sólo la pagan los demás.
El bipartidismo está muerto porque PP y PSOE son incapaces de recordar para qué sirven los partidos políticos
El bipartidismo está muerto porque PP y PSOE son incapaces de recordar para qué sirven los partidos políticos. Se han creído intocables y eternos. Han mentido, les han pillado y quieren arreglarlo con una campaña de marketing y un par de frases ingeniosas. Su descrédito es total. Todavía habrá quien apele a su suelo electoral, pero la impresión que da es que están cavando en él su propia tumba.
No cabe esperar que recapaciten y se hagan conscientes de su propia decrepitud. Lo más probable es una huida hacia delante, quizás en forma de coalición, para aprovechar que tienen las instituciones a su servicio. Sería un gravísimo error. El domingo, los españoles dejaron claro que ya no creen en el bipartidismo. Si no los soportan por separado, mucho menos los soportarían juntos, y los pocos que todavía creen que son diferentes terminarían por caer del guindo.
Sin embargo, en democracia, lo más importante no es lo que hagan PP y PSOE sino lo que hagan los ciudadanos. En unas circunstancias completamente nuevas, serán más conscientes que nunca de su poder. El desplome del bipartidismo demuestra que todo es posible, aunque no todo igual de deseable. Los españoles tendrán que decidir en los próximos meses con qué quieren llenar el hueco que dejan los viejos partidos. Vivimos en una sociedad plural y por tanto llena de opciones. Pero sólo una representa la lealtad a los ciudadanos, el respeto a las instituciones democráticas y la defensa a ultranza de la igualdad: Unión Progreso y Democracia.