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Malas noticias para don Mariano y peores para los fieles al PP (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 10, 2014 por admin6567
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"Algunas caídas son el medio para levantarse a situaciones más felices" W. Shakespeare

 

Es evidente que, el PP del señor Mariano Rajoy, no está en sus mejores momentos; es cierto que no recibió la España que hubiera deseado y que ha tenido que luchar con imponderables que le han granjeado pocas simpatías y todavía menos adhesiones; sin embargo, mentiríamos si toda la desafección que ha cosechado este partido se la achacásemos a la necesidad de aplicar recortes, a la falta de una mejor comunicación con la ciudadanía o al olvido de la necesidad de cumplir con las promesas que les hizo a quienes les votaron, confiando en sus posibilidades de darle un vuelco a la deriva hacia posiciones de extrema izquierda que empezaba a mostrar el partido del señor Rodríguez Zapatero, al final de su mandato.

Tenemos la sensación de que, como le sucedió a su antecesor en el gobierno RZ, el señor Rajoy ha sufrido del mal que suele contagiárseles a todos aquellos a los que se les aúpa a un cargo público, este "mal de altura" que, en ocasiones, produce vértigo y ciega a aquellos que temen no poder controlar la situación. Cuando una persona asume las responsabilidades de dirigir una nación se ve obligada a solicitar la cooperación de una serie de asesores que la pongan al día de todas aquellas materias en las que no está ducho; de sus compañeros de la lista electoral y, todavía con mayor inmediatez, de sus colegas en el Ejecutivo. Cuanto más rápidamente consiga formarse un mapa mental de los principales problemas que padece la nación, cuanto antes pueda determinar cuales de sus consejeros van por el buen camino y cuales sería mejor desechar, es probable que las decisiones que tome sean más acertadas y cuanto antes sepa distinguir entre aquellos de sus ministros que cubren con las expectativas que se puso en ellos y cuales han demostrado ser menos efectivos en sus puestos, podrá decidir si es conveniente remodelar el gobierno y en qué momento hacerlo.

El señor Rajoy, sin duda, es una persona bien formada, seguramente es un buen parlamentario si se trata de saber usar bien la dialéctica, una persona honrada y honesta; pero carece de flexibilidad de cintura, firmeza y valentía para enfrentarse a sus adversarios políticos y adolece de un hermetismo que, para algunos, puede ser una virtud pero que, para un gobernante, puede resultar un grave defecto que, en ocasiones, le puede granjear, por falta de comunicación con la ciudadanía, incomprensión, decepción y alejamiento. Don Mariano, seguramente sería un buen administrador del país y un excelente relaciones públicas para nuestros contactos con el resto de países, si la situación de la nación no estuviera sujeta a tantos frentes abiertos. Su tendencia a encerrarse en su castillo interior, por dejarse arrastrar por su perfil gallego y utilizar, para resolver los problemas, el recurso, no siempre oportuno y en ocasiones, equivocado; de dejar que, determinados desafíos o peligrosas amenazas, se vayan cocinando en el tiempo, pensando que todo se puede diluir si se deja que sea la propia inercia de los acontecimientos quien vaya a volver las cosas al lugar del que nunca se debieran haber movido.

Pero ya no hay tiempo que perder, cuando apenas le queda un año útil para intentar darle la vuelta a la tortilla, recobrar a los electores que han perdido, al menos a aquellos que se alejaron desengañados ante la falta de energía y valentía del gobierno de Rajoy; contentar a los que han visto como se dejaban en saco roto muchas de las promesas electorales por el temor, la mojigatería, la falta de empuje y el miedo a la reacción de los partidos de la oposición, cuando han tenido la mayoría suficiente para poder gobernar sin apoyos innecesarios. Demasiados ministros bisoños, una vicepresidenta a la que le viene ancho el cargo, y el gran error de haber prescindido de toda la vieja guardia del partido que, especialmente, se ha notado en autonomías como el País Vasco, Catalunya, Andalucía, Madrid y Valencia, donde han sido más espectaculares los descalabros del PP, ya fuera por causa de los casos de corrupción o ya por los errores y falta de tacto que han hecho que, muchos de los que los votaban, hayan decidido abstenerse o votar a otros partidos.

Sin embargo, una encuesta aparecida en la prensa, extrapola lo que han sido unos pésimos resultados para los dos partidos, hasta ahora mayoritarios, el PP y el PSOE; poniendo el dedo en la llaga del mal que padecen ambas formaciones augurándoles, para las elecciones legislativas del año 2.016, una verdadera debacle, que le restaría al primero la friolera de 60 escaños y, al segundo, otros 23 escaños que, teniendo en cuenta los pocos que le han quedado, con toda probabilidad lo situaría por debajo de IU y de otros partidos como UPyD o, quien sabe si, incluso, por debajo de Podemos que, si no cambian las cosas, podría (según la encuesta citada) conseguir un resultado espectacular de 58 escaños.

El sólo hecho de que, unos señores sin ninguna credibilidad, que ofrecen como señuelo doctrinas que han fracasado en todas las naciones que han intentado imponerlas; hayan conseguido 1.200.000 votos en las europeas; demuestra hasta que punto la ciudadanía española está afectada por la inoperancia, la estulticia y la falta de sensibilidad de los políticos de los partidos tradicionales; lo que los ha conducido a aferrarse a formaciones que presentan programas nuevos que, para algunos, los nostálgicos de la II República, les pueden resultar muy atrayentes por lo que representan de volver a épocas de caos y venganzas personales que, para muchos, ya resultaban meros recuerdos de tiempos pasados que era mejor enterrar en el olvido.

Lo peor es que ninguno de los dos partidos, PP y PSOE, parece querer darse cuenta de que ambos deben cambiar de chip, dejarse de buscar la salvación, intentando ocupar el espacio de la izquierda extrema, como parece ser la deriva de este segundo partido e intentar hacerse con el apoyo de aquellos poco partidos centristas ( centro izquierda o centro derecha, según los casos), que se mantienen dentro del abanico de los que respetan la Constitución, huyen de peligrosos extremismos y carecen de antecedentes que los puedan relacionar con casos de corrupción, hoy tan en boga; de modo que pudieran formar un bloque capaz de impedir que España, en el año 2016, pudiera caer en una atomización del voto, de modo que fuera imposible conseguir formar un gobierno estable y, lo que todavía resultaría más desastroso, que volviéramos a una situación tal que los enfrentamiento entre españoles volvieran a ponernos a los unos frente a los otros, con las incalculables consecuencias que para España, para su estabilidad y para su permanencia en la UE, tendrían todos estos experimentos propuestos por Cayo Lara o por este fenómeno promocionado por las TV, no sabemos si con segundas intenciones o por inconsciencia, al que conocemos como el líder de Podemos, el señor Pablo Iglesias.

Es urgente que se tome conciencia, cuanto antes, de la necesidad de cambiar el rumbo de los dos partidos tradicionales; enterrar el hacha de guerra para no perjudicarse mutuamente e intentar dejar sus diferencias en beneficio de la paz. Buscar juntos la bonanza económica y a dar la imagen, frente a Europa y América, de que somos una nación seria, capaz de cumplir con sus obligaciones y alejada de extremismo absurdos, que no llevan a ninguna parte. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos, con gran preocupación, el discurrir de los acontecimientos.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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