
Hubo un tiempo en que el nombre de España no era tabú para la izquierda. Al contrario, tal y como explica el periodista José Antonio Montano, España (y no elEstado español ni otros eufemismos) era el motivo principal de preocupación para todo el que se consideraba progresista. Machado, Azaña o Gil de Biedma no tenían que disculparse por hablar de España porque todo el mundo sabía a qué se referían: a los españoles. Más incluso: a las gentes que habitan el país. Aquellos intelectuales despreciaban el regionalismo como lo que era: un punto de vista reaccionario, empobrecedor y mentiroso.
España (la palabra y su sentido) se asoció al franquismo. Lo progresista pasó a ser el hecho diferencial, el localismo, lo particular
La defensa de la autonomía regional -de la descentralización- puede responder a un deseo de eficacia o a un deseo de identidad. Lo primero es lo progresista, lo segundo lo reaccionario. Pero la izquierda española o no lo supo ver o cayó en la tentación del nacionalismo, con su facilidad para estimular las bajas pasiones colectivas. Era muy fácil ganar votos asegurando al personal que ellos eran distintos (es decir, mejores). Y poco a poco fueron perdiendo el sentido de la igualdad. Cuando se acepta que los ciudadanos tengan diferentes derechos según hayan nacido en Cáceres o en Vitoria, en el fondo no hay ningún motivo para seguir pensando que el niño que nace en un barrio pobre debe tener los mismos derechos que el que nace en un barrio rico. Se renuncia a un principio esencial y unos años después ya no se reconoce uno en el espejo.
La defensa de la descentralización puede responder a un deseo de eficacia o a un deseo de identidad. Lo primero es lo progresista, lo segundo lo reaccionario
El día en que algún socialista puso el Estado español donde podía perfectamente colocar a España comenzó el desastre. Mientras España no es otra cosa que los españoles, el Estado español significa los madrileños, los canarios, los gallegos… debidamente aislados. Aunque no esté en los titulares ni en los estudios postelectorales, la renuncia a España (al significante y al significado) explica tanto o más que cualquier factor el fracaso del bipartidismo, y en particular del PSOE.