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Escupir al cielo es exponerse a la venganza del escupitajo (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 15, 2014 por admin6567
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"Ni de los que mucho ofrecen, habrá promesa segura" A. de Varros.

 

Desde la ventana de mi dormitorio puedo contemplar la majestuosa copa de un pino agitarse ante el menor soplo de viento. Cuando me despierto, por las mañanas, disfruto del espectáculo que me proporciona la vista de aquella frondosa masa de verdes tonalidades. Aunque aquel árbol no me pertenece, porque está ubicado en el jardín de mi vecino, soy feliz de disfrutar de aquella visión. Si un desaprensivo, por envidia, decidiera podar el pino, no sólo perjudicaría a mi vecino privándole de su propiedad, sino que me perjudicaría a mí, al impedirme disfrutar de aquel magnífico ejemplar de pino piñonero. Esto me ha hecho reflexionar a cerca de algunas corrientes de pensamiento, que parece que pretenden arraigarse en determinados colectivos contrarios al sistema capitalista, al que tachan de egoísta, poco solidario, explotador y perpetuador de la diferencia entre ricos y pobres.

Lo curioso es que, a estas teorías, parece que se están acercando algunos sectores de grupos religiosos, de organizaciones cristianas y de ONG que culpan a una sociedad de orientación capitalista de la pobreza que sigue existiendo en todo el mundo. Incluso el Papa sigue insistiendo en esta idea de la injusticia existente en esta sociedad moderna, regida por la economía, las finanzas, el acaparamiento de la riqueza, las grandes compañías multinacionales y la gran miseria que sigue existiendo en África, Asia y algunos países de la América meridional.

Pero convendría distinguir entre lo que constituye la economía de mercado, la ley de la oferta y la demanda, los avances de la tecnología, la medicina y la informática, la diferenciación entre aquellos con capacidad para poner en marcha empresas, inventar nuevas técnicas, mejorar procedimientos productivos, desarrollar nueva ideas o aportar a la humanidad nuevas medicinas o prácticas quirúrgicas, que sirvan al progreso de la especie humana y, aquellos otros sectores que prefieren renunciar al esfuerzo, carecen de dotes para sobresalir, no adelantan en los estudios, se conforman con vegetar y vivir a costa de la caridad pública o intentar medrar por medio de otros procedimientos que les pueden ayudar a encontrar atajos en el camino hacia el éxito.

Sé que se me objetará que en el Tercer Mundo existen ejemplos de niños que mueren de hambre, que contraen enfermedades contra las cuales no tienen defensa y que carecen de lo más elemental para subsistir. Sin embargo, suele suceder que en estos países no son, precisamente, los regímenes capitalistas los que ahora gobiernan, sino los resultados de revoluciones mal dirigidas, llevadas a cabo por los llamados señores de la guerra", caciques desalmados que han utilizado la fuerza, el terror, los exterminios raciales y el robo para hacerse con el poder ante organismos tan importantes como la ONU, incapaces de luchar con eficiencia contra tales lacras, sumergidos en una maraña de comités, comisiones, subcomisiones, departamentos y agrupaciones de países de parecidas ideologías, que han convertido a aquella institución en un gigante con pies de barro incapaz de otras "proezas" que no sean el promover y financiar el aborto, apoyar al feminismo o entrometerse en la justicia de países ajenos, normalmente sin efecto positivo alguno.

Nada más basta acudir a la Historia para ver en lo que han acabado aquellos regímenes que, apoyándose en la explotación por los ricos de los pobres, han intentado sustituir, mediante revoluciones, generalmente cruentas, los procedimientos por los que se debe regir el funcionamiento de una sociedad; apelando al igualitarismo, a la estatalización de la producción, a la socialización de las cargas, a la limitación de los salarios y a reducir el escalado entre los que piensan, dirigen, inventan o trabajan mejor y aquellos que se limitan a cumplir con la tarea que se les asigna sin que contribuyan a la mejora de las estructuras productivas ni quieran contribuir al progreso del país si ello les representa un mayor esfuerzo. No hace tanto para que no se recuerde el sonado fracaso del bolchevismo con la aparatosa caída de la producción dirigida por el Estado ante la ágil, libre, competitiva y productiva industria de Occidente.

Hemos tenido ocasión de leer un pensamiento del filósofo Émile-Auguste Chartier, más conocido como Alain, en el que expone con claridad un concepto que, a los españoles, nos debiera hacer recapacitar ante las novedades del panorama político que, en estos momentos, parece que intentan poner en cuestión nuestros sistema democrático. Dice el filósofo: "Nada es más peligroso que una idea cuando sólo se tiene una idea". Efectivamente, las izquierdas, han estado dando pruebas de padecer de semejaste indigestión del ego comunista. Son ya varios los que vienen intentando sustituir el camino de las urnas, la utilización del raciocinio, de la dialéctica constructiva y de lo que es posible vs. lo que, aun siendo bueno, se debe posponer, modificar o adecuar a aquello que está dentro de las posibilidades de la nación conseguir, sin que se ponga en peligro la propia subsistencia del colectivo de ciudadanos.

Los del 15M, los anti-hipotecas de la señora Colau, los okupas, los Kale Borroca y tantos otros colectivos que han intentando encontrar caminos para solucionar los problemas inherentes a una crisis, que nos vino desde fuera del país, pero cuyos efectos han sido deletéreos para la nación. Ninguno de ellos ha logrado presentar un programa creíble, efectivo, practicable y lo suficientemente sólido para garantizar que los problemas de la nación serían resueltos, se conseguiría trabajo para todos los parados y conseguiría mantener a España dentro de Europa, sin exponernos a que todos acabáramos sufriendo las consecuencias de fiarnos de aquellos cuyos análisis e ideas poco meditadas, nos arrastraran a una situación extrema y sin posibilidades de vuelta atrás.

Ahora nos enfrentamos de nuevo ante otro grupo de disidentes, de visionarios que se creen estar en posesión de la piedra filosofal que les permita cuadrar la cuadratura del círculo, consistente, en este caso, en sacar del atasco a España, manteniéndonos dentro de la UE, con la cobertura del euro, cumpliendo con los deberes que se nos han impuesto, gracias a los cuales ya estamos notando síntomas de mejora, aunque escasos; manteniendo un déficit público dentro de unos márgenes de los que no nos podemos apartar y sin sobrepasar un endeudamiento que ya viene amenazando con sobrepasas el 100% del PIB del Estado. Claro que, si estos de Podemos, encabezados por el señor Pablo Iglesias, ya parten de la posibilidad de dejar de pagar nuestras deudas con los otros países, discutir con Europa las medidas que nos ha impuesto para seguir apoyándonos, e implantar una especie de régimen anarquista en España, entonces señores, rompamos la baraja y preparémonos para caer en la catástrofe más fenomenal de toda nuestra Historia como nación.

Todos aquellos que, acudiendo a la demagogia, al engaño, a las utopías o a las promesas vanas de regímenes igualitarios con medios como: las limitaciones de salarios y los salarios mínimos garantizados para todos ( una mera utopía imposible de llevar a cabo y, menos, con unas políticas absurdas); lo único que puede producir es que los logros, pocos o muchos, que se hayan conseguido en esos años de crisis, dejen de servir para nada y volvamos a caer en una situación, todavía peor a aquella de la que partimos. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos la peligrosa cuestión de dar pábulo a quienes nos prometen el oro y el moro, cuando sólo disponen para cumplir, un montón de palabras huecas.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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